El trabajo aborda la relación entre población, vivienda y territorio, haciendo énfasis en el rol de los hogares y sus comportamientos demográficos en el sistema residencial de Bogotá, Colombia. Se sigue la hipótesis de que existen sistemas duales, entre los que se aprecia un continuo gradual de diferenciación social, constituido por procesos de convergencia demográfica y transformación urbana. Buscando dar cuenta de la heterogeneidad socioespacial, se analizó la forma en que se organiza la demanda residencial en diferentes tipos de hogar a lo largo del curso de vida, su disposición espacial y condiciones de segregación demográfica, su relación con la vivienda y, por último, todo ello, se profundizó en el contexto de la ciudad producida informalmente. Se analizaron los microdatos del censo de 2005, que por su nivel de detalle permite la aproximación a la diversidad intraurbana, a través de herramientas de la estadística descriptiva (análisis de componentes principales y clústeres) e inferencial (modelos de regresión logística), del análisis espacial (autocorrelación espacial) y la geoestadística (GWR). Los resultados permitieron demostrar que la mirada dicotómica de los sistemas residenciales sólo logra explicar los contrastes entre los extremos más alejados en la escala social, que, sin embargo, también presentan algunas convergencias. Adicionalmente, existe una heterogeneidad que no se recoge enteramente en dicha dualidad, referida a los comportamientos residenciales de los sectores de nivel social medio y medio bajo. Se comprobó que los arreglos residenciales de los grupos más ricos responden a una menor necesidad de soporte mutuo dentro de los hogares, o entre ellos, al interior de la red de parentesco, que puede ampliarse en el espacio urbano, consolidando hogares más simples, con poca complejidad, con tipologías residenciales más nucleares y modernas. Estas formas de vida se localizan en las zonas y viviendas producidas formalmente y revelan mayor segregación demográfica. Por su parte, los grupos más pobres, cuyas estructuras familiares son más flexibles y con mayor dependencia de sus redes de apoyo, las ubican dentro del hogar o la vivienda –a través de la cohabitación- revelando complejidad y diversas formas de allegamiento, alojadas en viviendas también flexibles, permitidas por la informalidad. Ésta se encuentra en las zonas más distantes de la ciudad, y permite la proximidad de las redes familiares, que resultan necesarias, mostrando menor segregación demográfica. Se identificó además que, el proceso de reemplazo generalizado de la tipología residencial de la casa al apartamento, ha venido acompañado de una transformación de los tipos y tamaños de los hogares, que ha generado geografías diferenciadas al interior de la ciudad. Por último, los resultados sobre los arreglos residenciales en las zonas de origen urbanístico informal, muestran que éste tiene un efecto sobre las formas de organización familiar, por producir una vivienda que se adapta y transforma en función de las necesidades del hogar. Dicha característica permanece en el tiempo y subsiste tras las intervenciones estatales que buscan la formalización. Con base en lo anterior, se produjeron insumos para la política pública en el nivel territorial micro, en donde se combinan de formas diversas los elementos del sistema residencial, produciendo prácticas residenciales específicas.
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