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Las misiones capuchinas en América: el caso de Trinidad (ss. XVII Y XVIII)

  • Autores: Fernando Jesús Jiménez Carpio
  • Directores de la Tesis: Antonio Gutiérrez Escudero (dir. tes.)
  • Lectura: En la Universidad de Sevilla ( España ) en 2021
  • Idioma: español
  • Número de páginas: 515
  • Enlaces
    • Tesis en acceso abierto en: Idus
  • Resumen
    • La temática de la tesis pretende ver las similitudes y las diferencias entre las características de las misiones religiosas en América y la misión concreta de Trinidad. Sin embargo, aunque el trabajo no pretende ser un análisis comparativo, hemos considerado de interés poder establecer similitudes y diferencias con otros espacios de actividad misional y otras órdenes religiosas. En nuestro caso, la investigación pretende ser un estudio de caso o micro, englobado dentro de una realidad más amplia e interrelacionado con múltiples factores de tipo político o geopolítico, económico, social, cultural, antropológico y religioso. Aunque la investigación se circunscribe a un espacio geográfico concreto, la isla de Trinidad, y una orden religiosa determinada, los capuchinos; se pretende evitar que sea un estudio reduccionista. Lo cierto es, que no se puede entender una misión capuchina en la citada isla sin atender a las razones que llevaron a esta orden a embarcarse hacia América. Tampoco se podrá comprender el sistema que siguieron los misioneros capuchinos en sus reducciones de indios, si no lo relacionamos con la manera de funcionar de las misiones de otras órdenes como jesuitas, franciscanos o dominicos. Y por supuesto, no se puede ver la actividad misional como un simple hecho religioso aislado, sino que debe enlazarse directamente con la política que la Corona española llevaba a cabo con los indios. Hecho este último, que será determinante en el fin de las misiones capuchinas en Trinidad. La cronología que hemos elegido para el estudio va desde finales del siglo XVII hasta mediados del XVIII, concretamente las misiones tuvieron lugar de forma oficial entre 1687 y 1714 aunque haya acontecimientos relevantes anteriores y posteriores a estas fechas. Esto no responde a razones azarosas, sino que es el propio tema el que lo ha delimitado, puesto que las misiones capuchinas en la isla de Trinidad tuvieron un inicio y un fin marcado por razones ajenas a los propios misioneros. Las preguntas a las que se pretende dar respuesta son: ¿Por qué entraron los capuchinos a realizar las misiones en esta isla y no otra orden? ¿Cuáles fueron las causas que dieron origen a dicha misión? ¿Cómo se organizaron los viajes de los misioneros? ¿Cuáles son las razones de su corta duración y rápido abandono? ¿Dónde se ubicaron exactamente los pueblos indios de misión? ¿Cómo se organizaron estas misiones? ¿Cuál fue la relación de esta nueva misión con las otras que tuvo la orden en el continente americano? En primer lugar, es una orden que llega más tarde a las misiones en América debido a que es una escisión tardía del franciscanismo original y serán los propios franciscanos los que presionen para retrasar o impedir dentro de sus posibilidades la llegada de los capuchinos. En cuanto a Trinidad, queda evidenciado que misionaron en esta isla por ser un espacio misional abandonado por los jesuitas y un lugar anexo a los territorios misionales que las otras provincias de la orden capuchina tenían en la actual Venezuela. Además, la propia petición del gobernador de la isla, junto con el apoyo de la Corona se deben al interés en proteger un espacio estratégico para la defensa de Tierra Firme, ya que apenas tenía población española para ser defendido. En cuanto a la salida de los capuchinos de la isla, parece evidente que la responsabilidad se puede atribuir a nivel local a la pugna mantenida con las élites del Cabildo de San José Oruña. Las presiones ejercidas para acceder a la mano de obra indígena en Trinidad junto con la connivencia de alguno de los gobernadores precipitaron la salida de los misioneros capuchinos en Trinidad. Por un lado, el espacio misional de Trinidad responde a un esquema que podemos generalizar para otras misiones. Son lugares de frontera donde hay escasa población española y se instrumentaliza a la población indígena para la defensa del territorio ante posibles ataques de otras potencias europeas que operan en la zona. Casos similares se dieron en las misiones del Paraguay que hacían frontera con territorio portugués o las misiones en Norteamérica que se hicieron para la defensa ante franceses, ingleses o incluso rusos, como fue el caso de las misiones en Alaska. Por otro lado, respecto a las diferencias. En este espacio misional no hubo misioneros criollos ni tampoco una economía potente que haya permitido dejar un patrimonio arquitectónico relevante, lo que está relacionado con la economía de subsistencia en la que estaba la isla. En este sentido, las misiones en otros espacios de Hispanoamérica bien por desarrollar una importante ganadería o por encontrarse cerca de los circuitos comerciales lograron tener una economía más próspera que el caso que nos ocupa. Respecto a los lugares elegidos para los pueblos de misión, responden al interés en tener controlados puntos que puedan servir para el avistamiento de barcos enemigos ante posibles invasiones y que la propia población de la isla se ponga al servicio de dicha defensa. La organización de las misiones responde al esquema general que han tenido otros espacios misionales de la orden capuchina y de otras órdenes como la franciscana, jesuita o dominica en la América colonial española. Los matices han quedado explicitados en el capítulo correspondiente a su organización socioeconómica, jurídica, etc. Por otra parte, la relación con otras misiones está conectada con el carácter insular de Trinidad, lo que unido a la cercanía de las misiones capuchinas en la costa de Venezuela provoca relaciones entre esta misión y las misiones de los capuchinos en los Llanos de Caracas y Cumaná. Las misiones capuchinas andaluzas y aragonesas sirvieron como lugar donde adquirir experiencia misionera antes de acudir a Trinidad y también como refugio de misioneros huidos en períodos de crisis en la isla. En este sentido, podemos afirmar que hubo un mecanismo de solidaridad intermisional en la orden capuchina. En lo que se refiere a la población indígena, la tesis ha permitido establecer cinco posibles grupos étnicos en la isla: aruacas, guaraunos, caribes, nepuyos y naparimas. Gracias a los estudios lingüísticos y de carácter antropológico que hicieron los misioneros hemos podido acceder a datos sobre las formas de vida y creencias previas de estos grupos étnicos. Asimismo, resulta de interés que tradicionalmente se ha mantenido por la historiografía que esta isla solo tenía dos grupos indígenas: aruacas y caribes. Los textos hallados permiten afirmar que eran cinco grupos que incluso estuvieron enfrentados entre sí. Por tanto, la diversidad cultural del mundo indígena en Trinidad era mayor de la que se pensaba. En lo tocante a todo el proceso que siguieron los misioneros hasta su llegada a las misiones, así como los desplazamientos una vez en Trinidad en el entorno del Orinoco, han sido suficientemente detallados gracias a los relatos de viaje que hemos hallado en los archivos privados de la orden capuchina en Barcelona, APCC. Estos relatos han demostrado los numerosos peligros a los que se enfrentaron y cómo la dureza de los trayectos condicionó la vida de los misioneros e influyeron en el fallecimiento de muchos de ellos. Desde un punto de vista antropológico, la mentalidad de los misioneros podemos concluir que tiene un carácter etnocentrista, ya que se posiciona con un rasgo de superioridad cultural sobre aquel que será objeto de su evangelización. En esta misma línea, los misioneros implantan en la isla un culto mariano que funciona como un símbolo de reproducción colectiva para los misioneros. Por un lado, catalana al referirnos a la Virgen de Montserrat y, por otro lado, andaluza con respecto a la Virgen de la Divina Pastora. Ambos cultos marianos que perduran en la actualidad suponen una herencia cultural española que merece su puesta en valor en tanto que suponen un patrimonio de origen hispano que sigue presente en la isla como un rasgo propio de sus habitantes actuales. Otro aspecto es que el estudio de las lenguas indígenas en Trinidad demuestra que existió una inquietud en el misionero por el acercamiento a la cultura objeto del proceso evangelizador. Estos estudios lingüísticos tienen un valor antropológico y filológico en sí mismos, ya que suponen los únicos documentos que se han conservado sobre las culturas indígenas previas a la colonización española de Trinidad. La recuperación de algunos de los rasgos de las culturas precolombinas de la isla es otro aspecto a potenciar dentro de la diversidad cultural que posee Trinidad. Podemos concluir que, aunque Trinidad era una isla del enclave antillano, su población mantuvo relaciones sociales, económicas y culturales entre los siglos XVII y XVIII con Tierra Firme, desde el Delta del Orinoco y a lo largo de la costa actual de Venezuela: Isla Margarita, Nueva Barcelona, Cumaná y Caracas. Finalmente, cabe destacar las potencialidades a nivel patrimonial que estas misiones han dejado en Trinidad. Así, hay que descartar cualquier medida de protección por la inexistencia de restos arquitectónicos ni arqueológicos de relevancia. Sin embargo, existen determinadas herencias a nivel antropológico, relacionadas con el folklore de los rituales católicos presentes en la isla que merecen su puesta en valor. Asimismo, el mero hecho de que el cultivo del cacao permanezca en áreas concretas de la isla coincidentes con los espacios misionales originales suponen otro aspecto a resaltar. Por último, la recuperación de la historia del pasado hispano de la isla y su incorporación a la sociedad diversa que es hoy Trinidad, pueden suponer una oportunidad para el desarrollo de un turismo de tipo rural y cultural por parte de sus autoridades gubernamentales.


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