Los pacientes quemados pueden presentar alteraciones de la sensibilidad cutánea después de sufrir una lesión. El proceso de curación de la herida puede ocurrir con éxito o dejar cicatrices con diversos grados de lesión. El daño generado, enfocado en el umbral sensorial, puede dar lugar a picazón, entumecimiento, hormigueo y dolor, lo que puede conllevar a un daño físico permanente y las consecuentes alteraciones psicológicas y emocionales. Uno de los peores efectos sensoriales de la piel es sentir estos daños continuamente, o, por el contrario, una pérdida permanente de las funciones somatosensoriales de la piel.
La sensibilidad de la piel, en la actualidad, sigue estando definida por la presencia y actividad de los receptores somatosensitivos: mecanoreceptores, nociceptores y termoreceptores. La estimulación provocada por impactos y daños en la piel son capturados por estos receptores. Dicha estimulación deforma y modifica las terminaciones nerviosas, afectando la permeabilidad iónica de la membrana de la célula receptora. Estos cambios en la permeabilidad generan una energía despolarizante que causa una secuencia de potenciales de acción, cuyo proceso se conoce como mecanotransducción. Esta transducción sináptica puede dañarse gravemente o destruirse por completo en la piel de los pacientes quemados, lo que hace que la función somatosensorial en áreas postquemadas se diferencie de las áreas sanas inmediatamente después del shock, durante su larga recuperación y cuando la cicatriz esté finalmente madura.
El patrón por el cual funciona la regeneración de sensibilidad neuronal en pacientes con quemaduras es aún desconocido. Sin embargo, a pesar de que los pacientes refieren malestar en su sensibilidad como una de las causas principales durante su recuperación, la reinervación cutánea en pacientes quemados apenas ha sido estudiada en humanos y en animales.
En este estudio intentamos dilucidar la funcionalidad del sistema sensorial cutáneo después de las quemaduras. El objetivo de este estudio fue investigar los diferentes patrones de alteración sensorial y cambios en la función sudomotora en áreas quemadas, en comparación con las áreas sanas contralaterales correspondientes para minimizar el sesgo. Las determinaciones fueron calor, dolor por calor, frío, dolor por frío, tacto y sensación de respuesta simpática cutánea (SSR por sus siglas en inglés) en las áreas quemadas y en las áreas sanas contralaterales.
La metodología utilizada para determinar los patrones sensoriales se realizó mediante la evaluación con la prueba sensorial cuantitativa (QST por sus siglas en inglés) y los filamentosde Von Frey. El uso de QST validado es un sistema que se ha desarrollado para evaluar y cuantificar la función sensorial en pacientes. Esta técnica fue aprobada por la EFNS (Federación Europea de Sociedades Neurológicas) para evaluar las neuropatías periféricas.
Los resultados muestran diferencias significativas de sensibilidad al calor, frío y tacto entre las áreas quemadas en comparación con las áreas contralaterales sanas. Los resultados de dolor por calor, dolor por frío y SSR no muestran diferencias significativas entre las áreas quemadas y las áreas contralaterales sanas.
En conclusión, existe una hipostesia al calor, al frío y al tacto. Además, es posible considerar que los resultados indican una mayor compensación o regeneración del sistema de dolor y el sistema sudomotor, en comparación con el sistema sensorial térmico y táctil. Una forma de interpretar estos resultados es que los pacientes, en las áreas quemadas, mantienen una resistencia en la regeneración del dolor por frío y calor que sirve como protección contra temperaturas extremas.
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