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El primitivismo en Antonio Saura: El artista y el coleccionista

  • Autores: Maria Teresa Borras Pamies
  • Directores de la Tesis: Estela Ocampo (dir. tes.)
  • Lectura: En la Universitat Pompeu Fabra ( España ) en 2019
  • Idioma: español
  • Tribunal Calificador de la Tesis: Rafael Argullol Murgadas (presid.), José Carlos Guerra Rojas (secret.), Emmanuel Guigon (voc.)
  • Programa de doctorado: Programa de Doctorado en Humanidades por la Universidad Pompeu Fabra
  • Materias:
  • Enlaces
    • Tesis en acceso abierto en: TDX
  • Resumen
    • Resumen La obra de Antonio Saura ha sido ampliamente difundida a través de numerosas publicaciones y exposiciones de ámbito internacional. Sin embargo, aunque él mismo se declaró coleccionista de arte primitivo y manifestó la influencia de este en su creación artística, permanece inédita una mirada a su producción desde la perspectiva del primitivismo.

      Este trabajo da a conocer su colección para reencontrarla después en su obra, a partir de la cual se descubre una más amplia influencia del universo primitivo que se pone en evidencia también en sus escritos, dando cuenta así de las relaciones tejidas entre el coleccionista, el artista y el escritor y ofreciendo, en definitiva, una nueva lectura de uno de los pintores españoles más interesantes de la segunda mitad del siglo x x .

      Introducción y motivación El primitivismo en Antonio Saura. El artista y el coleccionista es un trabajo de investigación que indaga las relaciones entre el coleccionismo y la creación artística en el ámbito del primitivismo. Parte de mi interés personal por coleccionar arte primitivo africano el cual me llevó a interesarme por cómo coleccionaban los artistas, por ser aquellos que colocaron los objetos primitivos sobre una peana y los llamaron arte.

      Pronto descubrí que hacer el inventario y catalogación de las piezas, la cronología y pormenores de su adquisición o la definición de los gustos del coleccionista, por el hecho de ser la colección de un artista, abría un interesante campo de investigación en las posibles interrelaciones entre la colección y la obra y a ello dediqué mi trabajo de final del Master en Estudios comparativos de Literatura, Arte y Pensamiento, centrándome en la colección y la obra de 5 artistas locales: Frederic Amat, Rosa Amorós, Joan Hernández-Pijoan, Susana Solano y Antoni Tàpies. Con este trabajo pude comprobar que, efectivamente, más allá del interés de la colección en sí, la colección de un artista nos interesa particularmente por la capacidad de revelar aspectos relacionados con el imaginario del artista, sus referentes, sus intereses y obsesiones, y nos pueden dar luz sobre sus procesos creativos y, en definitiva, sobre su obra.

      Al empezar a trabajar en la colección y la obra de Antonio Saura me di cuenta de que no podía ceñirme al arte africano sino que debía incluir el arte oceánico y por extensión decidí acotar el estudio de su colección al arte primitivo, cualquiera que fuera el origen geográfico.

      Partía de una consideración del arte primitivo como aquel producido por las sociedades primitivas, es decir, las sociedades ágrafas, que precisamente el hecho de que no tengan escritura hace que la transmisión cultural y los mitos asociados se haga oralmente y a través de unas ceremonias en las que se utilizan estos objetos rituales, de naturaleza simbólica, que en Occidente han sido considerados arte. La influencia de esos objetos en los artistas del siglo XX se ha denominado primitivismo.

      Sin embargo, al acercarme a la obra de Saura y al ideario expresado en sus textos, me percaté de que más allá de la actual consideración académica, debía tener en cuenta la noción de arte primitivo en la primera mitad del siglo XX, que se extendió hasta la época de Saura y sus contemporáneos, y en el que se incluía el arte precolombino, y en general las culturas arcaicas así como el arte prehistórico.

      Estructura Este trabajo pivota sobre dos universos fundamentales: la colección y la obra de Saura, pertenecientes a dos ámbitos de estudio que son tratados en el Capítulo 1, dedicado al estado de la cuestión bajo el título “El primitivismo a lo largo del siglo XX”.

      Sobre ambos universos se ha trabajado con una metodología comparativa, es decir: - Tras reunir y catalogar la colección de Saura se ha comparado con las colecciones de otros artistas para evidenciar sus peculiaridades.

      - Por otro lado, Se ha comparado la obra de Saura con el corpus primitivo con el fin de identificar influencias directas y afinidades. Se han tomado como referentes su colección, su archivo iconográfico, así como las colecciones de los Museos que visitó y publicaciones de referencia.

      Hay que resaltar la importancia que han tenido los textos de Saura orientando, señalando o confirmando el avance de mis investigaciones. Es por ello que se dado voz al artista analizando varios fragmentos que muestran su pensamiento acerca del arte primitivo y su relación con la creación artística. En el Capítulo 2, tras tratar sus primeras fuentes y filiaciones, se hace un comentario crítico de uno de los más significativos para nuestro tema, el titulado “Del arte mal llamado primitivo” del que se han comparado las dos versiones, la de 1967 y la de 1992, destacando su evolución. En ambos señala su interés por el aspecto formal y defiende una consideración estética por encima de la antropológica.

      En el Capítulo 3 se aborda la colección y el perfil del Coleccionista, respondiendo a las preguntas de qué, cómo y por qué colecciona Saura. Así mismo se descifra lo que nos dice la colección de Saura sobre el artista. En este sentido nos pone en evidencia su interés por el rostro humano, mostrado por la alta proporción de máscaras que a su vez coincide con la proporción de obra dedicada a retratos, cualquiera que sea la denominación. Así mismo nos muestra su interés por lo matérico, por lo inacabado, por lo intensamente expresivo, por lo monstruoso, por la dualidad de lo zoo-antropomorfo y nos presenta algunas de las máscaras que reconoceremos en sus pinturas.

      Finalmente, en el Capítulo 4 se analizan detalladamente las relaciones entre su obra y el arte primitivo, tanto su época surrealista como su pintura informalista, esta última bajo tres líneas de análisis:

      o la representación del cuerpo femenino, especialmente representado por sus series de Damas, Damas Primeras, Novisaurias, Damas collage… o soluciones y estructuras inventivas del arte primitivo aplicadas a los rasgos del rostro o y finalmente, el primitivismo de Saura en referencia al primitivismo de Picasso partiendo de su serie Dora Maar y su texto “la imagen pintada”.

      Conclusiones 1. Que Antonio Saura reuniera una colección de un centenar de objetos primitivos es una prueba inequívoca de su especial interés por lo primitivo. Cuando Saura inicia su trayecto- ria artística, el arte primitivo ha estado ya muy expuesto en museos y publicaciones y pasa a ocupar un espacio importante tanto en su archivo iconográfico, formado a partir de recor- tes, como en su museo imaginario, constituyendo ambos un universo incluso más rico que el de su propia colección. Todos ellos le sirvieron de referencia para su pintura.

      2. Su concepción del arte primitivo supera los límites de su colección. Hay que señalar la amplia consideración de lo primitivo por parte de Saura —común entre los artistas contemporáneos— y que incluye el arte primitivo propiamente dicho, al que él denomina “el arte mal llamado primitivo”, pero también el arte de las culturas arcaicas, el arte precolombino, así como el arte prehistórico, incluidos todos ellos en su colección, en mayor o menor proporción y calidad. Cabe destacar, sin embargo, la significación del arte africano y su claro pre- dominio, pues representa un ochenta por ciento de la colección, seguido del arte oceánico. A pesar del interés suscitado en los surrealistas por el arte primitivo norteamericano, no tienen ninguna relevancia ni en su colección ni en su obra. En sentido contrario, la trascendencia del arte prehistórico para Saura hace que no dude en adquirir simples réplicas, como las tres figuritas de la Venus de Lespugue, en resina de varios colores, o la figurita de la Venus de Willendorf, quizás las dos piezas más emblemáticas del paleolítico, consideradas las obras maestras de un arte inasequible por su escasez y antigüedad.

      3. Las confluencias entre su obra y su colección nos llevan a decir que también esta puede ser considerada una colección parlante por lo mucho que nos habla del universo pictórico de Antonio Saura. Así, la proporción entre máscaras y figuras en su colección, próxima a los dos tercios para las máscaras y un tercio para las figuras, encuentra el reflejo en su obra, en la que la representación del rostro, bajo el título de diferentes series como retratos, autorretratos, cabezas, etc. duplica, aproximadamente, la producción dedicada a la representación del cuerpo femenino, principalmente bajo el título de Damas, replicando así las proporciones de su colección. La mayoría de las máscaras son expresivas, algunas de ellas casi violentas; la mitad de ellas antropomórficas y la otra mitad de rasgos zoomórficos. La representación del rostro humano con atributos de animal será un recurso ampliamente utilizado por Saura en sus re- tratos, algo muy frecuente en las sociedades primitivas, cargado de un significado simbólico que se transfiere a las máscaras, las cuales presentan, además, una apariencia monstruosa. Esta calificación encaja con los rostros pintados por Saura que, en muchos casos, no son otra cosa que máscaras en el lugar de los rostros humanos y en los cuales se reconocen algunas de las piezas de su colección, como sus máscaras kono que empiezan a aparecer en sus retratos a finales de los años sesenta, cuando Saura atesora ya tres de sus cuatro ejemplares. Otras confluencias entre su colección y su obra incluyen algunas de las diferentes soluciones formales que utiliza Saura para la estructura del cuerpo humano y la representación del rostro, inspiradas en piezas de su colección; o el interés por la materia que Saura expresa en su pintura que se ve reflejado en aquellas piezas que destacan por su aspecto matérico y que se hace especialmente evidente en las costrosas pátinas que cubrían algunas de sus máscaras, como su koma ba y, muy especialmente, las mencionadas kono de su colección temprana, que les proporcionaban, además, un fuerte componente mágico.

      4. La adquisición de las piezas para su colección es espontánea e intuitiva, como respondiendo a los intereses del inconsciente y es en este sentido que también coincide con su manera de pintar, utilizando el automatismo psíquico para pintar el fondo de su subconsciente, huyendo de la racionalidad y la premeditación. Igualmente, se puede decir que se establecen afinidades electivas entre su colección y su obra que discurren en los dos sentidos: en ocasiones, primero son las piezas de su colección y después su obra; en otras, la adquisición es posterior a su obra y de manera tal que parece como si Saura reconociera en las piezas que elije aquello que ya es de su interés en su actividad creadora, aquello que, de alguna manera, ya es suyo, por haberlo creado antes.

      5. La utilización del automatismo psíquico responde al deseo de los surrealistas de representar el subconsciente como lugar común con el hombre primitivo y donde reside la fuerza que debía contribuir a revitalizar al hombre moderno, un arte puro que forma parte del inconsciente colectivo. Así, los temas que desarrolla Saura en sus primeras pinturas surrealistas bus- can el refugio en los orígenes ante la decepción frente al desarrollo de la humanidad después de las dos guerras mundiales y la guerra civil española. Esta última la vivió en primera persona y marcaría su infancia. Saura muestra un marcado interés por el universo y su formación, identificado como lo primigenio, y manifestado en la representación del firmamento, los astros y las estrellas. Utiliza temas inspirados en los mitos y se muestra cautivado por lo mágico asociado a lo primitivo, adoptando, asimismo, principios de sensibilidad animista, propios de los pueblos primitivos. Para Saura prima lo mágico y lo sagrado, presentes en los objetos del arte primitivo, frente a los valores asociados al arte occidental, y concibe al propio artista como un médium con acceso privilegiado a un mundo mágico y misterioso. El acto mismo de pintar es considerado por Saura un ritual. Un ritual ancestral y sagrado, comparable a la tauromaquia en la que, igual que en el are primitivo, el artista encuentra el erotismo, el humor y la muerte. Más allá de la obra surrealista de Saura, en su producción informalista se encuentra la unión de contrarios que los surrealistas veían en el arte primitivo, y que en la obra de Saura se expresan en la dualidad del erotismo y la muerte, del amor y la destrucción.

      6. La aparición del arte primitivo en el desarrollo de la producción artística y la formación del estilo personal de Antonio Saura tiene lugar en momentos cruciales. En los inicios, es el arte prehistórico el que, formalmente, inspira sus primeras pinturas surrealistas y que se identifica tanto por la grafía utilizada, como por la concepción espacial de pequeñas figuras de representación esquemática, que se encuentran como flotando en un pequeño fragmento de un todo ilimitado, del mismo modo como aparecen en las pinturas rupestres de las paredes de las cuevas. Destaca la utilización de una grafía y de unos símbolos utilizados igualmente por los pueblos primitivos y prehistóricos, especialmente aquellos asociados a la representación de la figura humana. Más tarde, cuando Saura se instala en París para sumarse al grupo de los surrealistas, encuentra entre ellos la iluminación para el uso de nuevas técnicas y recursos que le permitan alcanzar un nuevo arte, cuyos resultados sean similares a los logrados por la naturaleza misma. El interés por la creación, el origen de la vida y sus transformaciones, así como los temas y el uso de las formas biomorficas que mostraba en sus obras surrealistas más ortodoxas, dan paso a unos procedimientos artísticos que pretenden aproximarse a la actuación de la naturaleza. Estos procedimientos integran la utilización del azar, y dan como resultado un predominio de lo matérico, un aspecto tosco e inacabado que sugiere una manera de pintar “salvaje” propia, a la vez, de la naturaleza y de los pueblos primitivos. Se trataba de un arte nuevo bajo la influencia de un art autre y de los expresionistas abstractos, quienes, también en busca de sus orígenes, se habían encontrado con el arte primitivo americano. De entre ellos, Pollock y de Kooning evolucionarían hasta introducir la figura humana tratada de manera abstracta, de una manera considerablemente similar a Saura.

      7. Fue el arte primitivo el detonante que llevó a Saura a la representación abstracta de la figura humana en la que encontraría su estilo propio. La cercanía al arte oceánico que le ofreció su asociación con los surrealistas, sumada a los deseos de experimentación pictórica, dieron lugar a las primeras obras de una serie con la que empieza su pintura informalista: Damas. Es precisamente ahí, en sus primeras Damas, donde se encuentran las primeras afinidades formales entre su colección y su obra, pudiéndose reconocer uno de sus ganchos de la región del río Sepik en las dos primeras Damas. La realización de estas obras coincide con su primera visita al Museo del Hombre y son seguidas de otras pinturas en las que se reconocen pie- zas oceánicas pertenecientes, ya en la época, al museo parisino. La convulsión de las formas, propia del arte oceánico, marcará la expresión de los rostros de sus Damas y la de muchos de sus retratos. De la misma época son sus primeras cabezas cuyo perfil rectangular, que predominará en sus rostros durante toda su trayectoria, señala el parentesco con las jambas kanak de la colección del citado museo.

      8. La estatuaria africana también se encuentra presente en sus primeras Damas y así se mantendrá a lo largo de su amplia producción dedicada a este tema de tal manera que, aun- que a veces no pueda decirse que responda a una figura en concreto, sus principios de representación del cuerpo femenino reflejan la profundidad del conocimiento y la comprensión de sus principios. Entre ellos se destacan la capacidad de síntesis en la representación del cuerpo femenino, que viene dada por la simplicidad del trazo y por una tendencia a la esquematización y a la simplificación. Así, se observan numerosos ejemplos en los que el cuerpo fe- menino está representado con una simple línea, un trazo o una masa informe, ya se trate de un gesto pictórico o de un trozo de papel. En otras ocasiones, la idea de cuerpo se construye a partir de formas autónomas que construyen y de-construyen un todo. También se encuentran ejemplos de representación subjetiva, entendida como enfatizadora de ciertos aspectos, ya sea por vías de la multiplicidad de puntos de vista o por la vía de la desproporción. Especialmente frecuente es aquella que en su representación otorga predominio a la cabeza. Cabe igualmente destacar tres aspectos ampliamente comunes entre lo primitivo que se pueden reconocer en su pintura, a saber, la frontalidad, una desnudez franca y directa y la verticalidad, entendida como lo primordial en la representación humana, la cual es transmitida como la expresión de una presencia.

      9. Las Damas de Saura están fuertemente influidas por las esculturas paleolíticas cuya belle- za se encuentra en lo teratológico, una belleza opuesta a su sentido clásico. Saura utiliza las formas de estas figuras como estructura de soporte en la que manifestar el interés real por la materia en sí, por la pintura y el gesto, a través de los cuales transmitir lo monstruoso y lo de- forme, una concepción de la belleza fundamentada en la intensidad de expresión. Junto a lo monstruoso y emparentado con él, destaca lo fuertemente expresivo e incluso lo violento, representado en su colección principalmente por sus máscaras. No solamente en sus Damas utiliza Saura este procedimiento pues, en realidad, su intención no es la de pintar una forma determinada sino la de utilizar una estructura a partir de la cual poder pintar sintiéndose seguro, en la que inscribir el gesto y contener la materia. Esta estructura define el campo de batalla en el que se desarrolla el acto de pintar para Saura y donde tiene lugar el proceso de destrucción y transformación de las formas, entendido como procesos de creación asocia- dos también al arte primitivo. Son esas estructuras las que, a menudo, toma prestadas de los arquetipos primitivos, y forman parte de largas series más allá de sus Damas. Así, las encontramos dentro de Retratos, Autorretratos, El perro de Goya o Cabezas.

      10. Esta manera de trabajar por series —Crucifixiones, Dora Maar, Multitudes, etc. — nos remi- te nuevamente al arte primitivo, pues Saura emplea un número limitado de imágenes utilizadas como arquetipos estructurales, del mismo modo como los pueblos primitivos toman los estilemas para elaborar tanto sus figuras como sus máscaras. Saura fundamenta la variedad de su trabajo en la diversidad de los resultados obtenidos dentro de estos arquetipos estructurales que van apareciendo repetidamente. A esta variedad contribuyen precisamente los numerosos recursos y soluciones inventivas inspiradas en modelos primitivos, especial- mente en las máscaras africanas y oceánicas, que se pueden reconocer en las diferentes series.

      11. Su afinidad con Picasso se reconoce tanto en la colección como en su obra. Ambos pertenecen a esta tradición greco-africana que Saura, autodidacta, intuitivo y siempre a la búsqueda de sus orígenes al margen del academicismo, persigue. Es de destacar cómo las opiniones manifestadas por Saura sobre la influencia del arte primitivo en Picasso son totalmente aplicables a él mismo, especialmente cuando dice que el arte africano y oceánico contribu- ye a la convulsión de las formas. Saura confluye con Picasso en la búsqueda de esa belleza convulsiva cuyas condiciones relaciona con lo primitivo y entre las que él mismo enumera, en diferentes ocasiones, “la belleza de la obscenidad”, “el mestizaje de las formas” junto a la “reconsideración de las culturas al margen de la historia”, “la aceptación de lo inacabado”, la evidencia del “proceso violentador” —entendido como metamorfosis o alteración de las formas que relacionaba con la influencia del arte africano y oceánico— y “la asunción de lo monstruoso”. Todo ello refuerza la idea de que el arte primitivo es un punto de encuentro fundamental que traba la continuidad artística entre Picasso y Saura haciendo su pintura “deudora del anciano maestro y de la historia”, pero también de la prehistoria, en cuya temporalidad se situaba lo primitivo.

      12. Saura recogió el testimonio de sus referentes más directos, impulsándole a la búsqueda de lo primitivo en sus orígenes: el testimonio de Picasso pero también el de Miró. En sus palabras referidas a este, Saura veladamente menciona aspectos relacionados con lo primitivo y el inconsciente y señala su instintiva conexión con las fuentes del arte y los mitos. Miró dejó constancia de la conexión entre Saura y Picasso en “la capilla” de su estudio en Mallorca, donde reunía para sí el espíritu de los tres.

      13. Como corolario, se puede decir que en el primitivismo de Saura se encuentra tanto lo formal como aquello más allá de lo formal. Y aunque tanto en su pensamiento como en su obra se observan los ecos de algunas de las tendencias surgidas a partir de los años setenta, dentro de las que los artistas expresaron lo primitivo con muy variados lenguajes, Saura nunca abandonó el lenguaje pictórico y por ello no quiso ser llamado artista, reivindicando para sí la denominación de pintor. Probablemente, con la intención de no desprenderse de la relación con una materia, la pintura, en la que de alguna manera se manifestaba lo sagrado y que le mantuvo siempre unido al hombre primitivo.


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