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Resumen de Alfajār assaraqusṭī: cerámica andalusí en el teatro romano de Zaragoza

Aránzazu Mendívil Uceda

  • La ciudad de Zaragoza fue desde época romana (Caesaraugusta) y más tarde musulmana (Saraqusṭa) punto estratégico por su ubicación en el Valle Medio del Ebro para el control de la Marca Superior de Alandalús, frontera entre dos sociedades, la musulmana y la cristiana, y espacio privilegiado por sus intercambios comerciales y culturales.

    La cerámica es el fósil director por excelencia, un material que pese a su fragilidad, perdura en el tiempo. Para nosotros a través de la cerámica islámica podemos reconocer la evolución de esta ciudad durante los más de 400 años de control político y cultural como parte de Alandalús, el territorio peninsular musulmán entre el 714 y 1118.

    A partir del yacimiento del área del teatro romano y su relación con el resto de la medina se estudia la cerámica de Zaragoza que presenta características plenamente integradas en la tradición técnica e iconográfica islámica desde sus primeras manifestaciones emirales hasta las de época taifa. Este tipo de ajuares marcan una ruptura respecto de cerámicas de fases anteriores, tardoantiguas y visigodas.

    En este sentido, el estudio contribuye a demostrar que la Marca Superior presenta una vida propia muy interrelacionada gracias a las comunicaciones que se desarrollan en el Valle del Ebro. Evidencia un carácter propio en las producciones, que hemos reconocido en numerosos yacimientos en la Marca Norte, y que resulta diferente a otros espacios más meridionales de la península.

    Son numerosas las coincidencias tecnológicas y decorativas con el área leridana, que pudieron derivar de los vínculos y tensiones políticas producidas durante la taifa. También con ciudades de la Marca Media como Toledo, Vascos o Albarracín la cerámica nos muestra importantes conexiones.

    Destacamos las novedades tecnológicas que se aplicaron a la cerámica, fruto de un avanzado sistema de producción alfarera, que pudo responder al desarrollo cultural y científico que se vivía en Saraqusta. Novedades tecnológicas que aún tardarán un tiempo en producirse en otras zonas geográficas.

    El cambio al control político cristiano en 1118, una fecha temprana respecto al resto del territorio peninsular, sin embargo no supuso una ruptura total sino que la continuidad comercial con zonas aún bajo el orbe musulmán se materializó en piezas que muestran unas técnicas y modelos iconográficos plenamente andalusíes que se utilizaron en un espacio de la ciudad, el teatro, del que según la historiografía ya habrían salido los saraqustíes de credo musulmán. Esto evidencia que estas áreas ya cristianizadas, seguían consumiendo algunas producciones plenamente andalusíes. Evidenciando una permeabilidad entre ambas sociedades.


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