Eulalia Ferrer, viuda de Brusi: paradigma de la capacidad de obrar de las mujeres en la edición y librería barcelonesa del siglo XIX
- Autores: Marta Ortega Balanza
- Directores de la Tesis: Josep Capdeferro Pla (dir. tes.), Pedro José Rueda Ramírez (codir. tes.)
- Lectura: En la Universitat Pompeu Fabra ( España ) en 2018
- Idioma: español
- Tribunal Calificador de la Tesis: Pura Fernández Rodriguez (presid.), Pilar Díaz Sánchez (secret.), Olga Paz Torres (voc.)
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- Tesis en acceso abierto en: TDX
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- Resumen
En las profesiones del libro, hasta el siglo XIX, las mujeres (la mayoría sin educación ni formación, salvo la correspondiente "a su naturaleza") eran de iure meros personajes de transición entre los varones titulares del negocio: mujeres, viudas o madres de estos. Una de las principales causas eran las trabas normativas que impedían o limitaban su desarrollo en todos los ámbitos de actuación: vida, educación, formación y profesión, sin olvidar los discursos ideológicos de la época.
El objetivo de la tesis es estudiar la capacidad de obrar (incluida la capacidad procesal) de las mujeres al frente de los negocios de librería, imprenta y edición. Para ello, se parte del estudio de la figura de Eulàlia Ferrer i Montserrat (1780-1841), casada con Antoni Brusi entre 1799 y 1821, cuando enviuda. Se analiza su ejercicio en diferentes ámbitos, instancias y niveles de actuación y la conformación de su identidad profesional, especialmente en el período en que, viuda y durante la minoría de edad de su hijo, está al frente de los negocios y los conduce con un éxito considerable, a pesar de los obstáculos normativos y sociales. Partiendo de que la capacidad jurídica en base a la titularidad de derechos se planteaba como universal, ahondamos en su capacidad de obrar real que, por el hecho de ser mujer, la constreñía jurídica y reglamentariamente, determinando una subordinación y dependencia en relación directa con su estado civil.
A pesar de estas restricciones (desde las ordenanzas gremiales a la legislación civil), Eulàlia Ferrer consigue ejercer como propietaria y gestora de la librería y el taller de imprenta, enfrentándose a sus competidores en el oficio y manteniendo los privilegios obtenidos por su marido para la edición del Diario de Barcelona. La consulta de la documentació conservada del archivo familiar de los Brusi, depositado en el Arxiu d'Història de la Ciutat de Barcelona, permite afirmar que, aunque en algunos de los negocios existía una figura de capataz (como Pau Soler, su cuñado, al frente del taller de imprenta), era ella, en realidad, quien decidía las líneas de trabajo, firmaba los contratos y otros actos jurídicos y era interlocutor con las autoridades civiles y gremiales. En más de una ocasión, contraviniendo la tradición y las mismas ordenanzas gremiales vigentes hasta 1834, sus colegas y rivales libreros se refieren a ella como "librero" e "impresor", poniéndola a su mismo nivel profesional, de acuerdo con su actividad.
