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Resumen de Nuevas tipologías de la casa nobiliaria en el XVIII

Isabel Corripio Gil-Delgado

  • Esta tesis doctoral pretende dar respuesta a una serie de cuestiones que surgieron con motivo de la implantación de la axialidad en las construcciones privadas de las ciudades del Reino de España durante el siglo XVIII. Esta axialidad fue el remedio propuesto por la arquitectura a las necesidades de administración y organización que tanto la vida social y los negocios, imponían a los comerciantes enriquecidos. La monarquía borbónica que propiciaba este modo de ver la economía impulsó una arquitectura ordenada que pudiera dotar a la ciudad de calles más anchas y rectas. En este sentido ¿se podía hablar de una nueva tipología de casa nobiliaria en el XVIII? ¿cuándo y cómo se produjo? ¿qué factores y aspectos relevantes merecía la pena resaltar?, ¿cuáles fueron las influencias culturales y sociológicas que lo propiciaron? Efectivamente en el siglo XVIII y desde un punto de vista tanto artístico como técnico se observa un proceso de ordenación axial de las viviendas nobiliarias ligado a la Carrera de Indias y por tanto a los comerciantes internacionales. Estas viviendas en la ciudad de Sevilla fueron denominadas expresamente Casas. Hablar de casas significa hablar de edificios, pero también significa hablar de familias. Por tanto, la familia, la vivienda y la Carrera de Indias permiten plantear el estudio del tema en tres niveles: sociológico, histórico y artístico y por ello, no sólo hablar de los edificios y de aquellas personalidades más notables del mundo del comercio internacional, su proceso de enriquecimiento y de ennoblecimiento, sino de sus viviendas como referente cultural y social de una época concreta.

    De este modo y porque el proceso de axialidad tiene sus inicios en Sevilla, ciudad de establecimiento principal de los comerciantes enriquecidos, es la razón por la que el trabajo se centra mayormente en este lugar y se detiene en un tipo de morada señorial (casa señorial) muy sobresaliente asociada a una familia nobiliaria y sobre todo de linaje real. De hecho, el término casa-palacio alude tanto a las grandes mansiones históricas como a los linajes aristocráticos residentes en Sevilla incluyendo otras viviendas de menores dimensiones igualmente asociadas a linajes reconocidos.

    La Consejería de Cultura y Deporte de Sevilla en el año 2007 otorgó oficialmente a estos edificios el título de “Casas Señoriales Sevillanas del siglo XVIII” y el año 2010 las actuales Ordenanzas Municipales que aparecen en los Planes de Protección del Patrimonio Histórico Sevillano confirmaron definitivamente el título de “Casas Señoriales Sevillanas del siglo XVIII” para todas las edificaciones de este estilo: “Edificación originariamente unifamiliar, con programa complejo que responde, básicamente, a una organización de Casa-Patio, si bien con un carácter singular. Pueden incluir varios patios, apeaderos y compases e incluso huertos y jardines. Dentro de este tipo, pueden estar recogidas las Casa-Palacios del siglo XVI o posteriores, o las grandes Casas Barrocas del XVIII…estando su situación muy condicionada por el tamaño de las parcelas” .

    El carácter singular de estos edificios lo matiza que al esquema de casa patio con jardín se le une su equivalencia con la portada. Al añadir el recubrimiento vitolado (o liso) y la cubierta de tejas, queda clara la diferencia con respecto a otros edificios sevillanos importantes como eran los llamados: Viviendas Singulares, Edificios Singulares e incluso Casas Señoriales del siglo XVIII de Segunda Categoría, distinguiendo también a sus familias.

    Por tanto, esta es la razón de que la tesis titulada: “nuevas tipologías de la casa nobiliaria en el XVIII”, centre su desarrollo en las ocho casas sevillanas que presentamos:

    1. Casa de Bucareli, perteneciente al antiguo marquesado de Vallehermoso, en el Palacio Santa Coloma o Palacio de Santa Clara.

    2. Casa de los Díaz de Lavandero, perteneciente al marquesado de Torrenueva, en el Palacio de Torrenueva.

    3. Casa de los Domonte de los marquesados de Villamarín y Monsalud en el Palacio de Villamarín.

    4. Casa Ortiz de Zúñiga, de los marquesados Montefuerte y Valencina en el Palacio de Valencina.

    5. Casa de López Pintado, antiguo Palacio de Torreblanca en el Palacio Villapanés.

    6. Casa de Pedro Pumarejo en el Palacio de Pumarejo; 7. Casa de los Vandervelde en el Palacio del Marqués de Loreto.

    8. Casa Keyser en el Palacio del Almirante Keyser.

    El planteamiento y estudio del trabajo se presenta desde la perspectiva familiar de los comerciantes enriquecidos puesto que don Antonio María Bucareli, Manuel López Pintado, Francisco Keyser, Pedro Pumarejo, Mateo Pablo Díaz de Lavandero, Luis Ortiz de Zúñiga, Diego Domonte Robledo y Benito del Campo, forman parte de aquellos señores, surgidos de la Carrera de Indias que construyeron un nuevo tipo de vivienda que además es reflejo de una cierta evolución dentro del Estamento Privilegiado.

    Ellos desde principios de siglo utilizan sus casas urbanas en tres niveles paralelos: laboral, habitacional y de recreación. En el laboral se incluyen las funciones administrativas, de despacho y almacenaje necesarias para desarrollar la ocupación de Cargadores y navegantes, en el habitacional la vida familiar propiamente dicha, mientras que en el tercero se concreta una labor social que es a la vez lúdica y de recreación privada y pública.

    Esto favorece un considerable aumento de actividad y en consecuencia la multiplicación de habitaciones que por ello tienden a reducirse, provocando un cambio no sólo en su propia disposición, sino en la tradicional colocación de objetos y personas con respecto a los habitantes, invitados y categorías. Como la actividad aumentaba de manera proporcional a la producción, es decir, en función del volumen de negocio, si se quería lograr una operatividad más ágil, era necesario tener un dominio de la vivienda que favoreciera la coordinación de las personas y sus trabajos.

    Desde esta perspectiva, la idea que se tenía de la vivienda en la ciudad cambia. Ya no son sólo segundas residencias para pasar el rato o ir de vez en cuando como hacía la nobleza tradicional sino lugares de establecimiento social y económico de los miembros más prestigiosos de la Carrera de Indias. De hecho, instalarse y residir en la ciudad de Sevilla era un requisito fundamental de todo aquél que quisiera desarrollarse en este oficio.

    Este aspecto lo tratamos a lo largo de los tres primeros capítulos que se dedican a los presupuestos sociales y factores que coadyuvaron al enriquecimiento social de los comerciantes, así como las políticas familiares de asimilación social. Estas políticas son los elementos de conexión entre las aspiraciones nobiliarias y el giro sociológico propiciado por la dinastía borbónica, tanto en su etapa pre reformista como reformista, para favorecer el ascenso de las clases medias y del comercio.

    El capítulo primero “la Casa como signo de distinción” aborda varios puntos: la importancia de la familia, el concepto básico de Estado y mayorazgo, las relaciones y la convivencia, que se trata desde el nuevo sistema de gobierno cuyas políticas administrativas, territoriales, comerciales y militares del capítulo segundo “factores relevantes en el ascenso social de los comerciantes”, permiten encumbrar, siempre en relación con el monarca, a unos hombres nacidos del comercio, administración, y posesión de tierras. Los comerciantes aprovecharán las antedichas políticas y por esa razón, el capítulo tercero “el proceso de formación de las Casas Señoriales”, se dedica al proceso de ascenso social desde sus orígenes y la consolidación económica. Como la reafirmación de los patrones nobiliarios lleva implícita una segunda trayectoria de acumulación de prebendas, arreglos matrimoniales y herencias, era interesante hacer alusión al ascenso, pero también a la caída y fracaso de algunas de las familias más importantes, ricas y conocidas en Sevilla como lo fueron Keyser y Pumarejo.

    En los capítulos cuarto y quinto llamados “nuevas tipologías de la casa nobiliaria en el XVIII, portada-patio” (IV) y “nuevas tipologías de la casa nobiliaria en el XVIII, portada-patio-jardín” (V) se introduce el proceso de construcción de la casa principal aplicándole un estudio sobre la maduración de cada proyecto desde principios de siglo y su posición correspondiente en el tiempo y que en ocasiones se remonta hasta el siglo XIV. Ello fue la excusa para incorporar el tema del urbanismo y de la estabilidad morfológica de la ciudad, la integración del edificio en el casco antiguo, la monumentalidad que entrañaba su aspecto al entrar a formar parte de la ciudad y sobre todo el modo de logar la equivalencia con la calle.

    Esta modificación, va a seguir un proceso que podemos dividir en tres fases: En la primera etapa o fase inicial de toma de conciencia, que coincide con el cambio de siglo, encontramos todavía un tipo de edificio dividido en tres piezas, zona noble I, entorno al apeadero, zona noble II entorno al patio con jardín y zona III o de servicio entorno a un segundo patio de luces. Esta distribución era prácticamente la misma que en el siglo XVII con la salvedad de que el apeadero se dispuso enfrente de la puerta dejando ver todo ese tramo de la vivienda desde la calle y favoreciendo la profundidad de la entrada. Como ejemplo destaca el palacio Bucareli hoy Santa Coloma fechada el año de 1699.

    En una segunda fase, hacia los años 1726-28, se procede a la eliminación de esta zona noble I o apeadero, lo que deja libre toda la parte delantera de la casa permitiendo una profundidad hasta el patio que precisamente para hacerlo coincidir con la puerta principal es agrandado ostentosamente. Así, las viejas zonas nobles, reunificadas en una sola se desplazan a la derecha de la zona de servicio. Como ejemplo destacamos, los palacios de Torrenueva, Villamarín, Valencina y Torreblanca.

    En la tercera y última fase, el jardín se desplaza para disponerse detrás del patio y también alinearse de manera axial con la puerta principal. Esto permitirá la conjunción de los tres espacios más sobresalientes de la zona noble: portada-patio-jardín en función de la amplitud espacial a lo largo del edificio y también a lo ancho y alto. El aumento del tamaño de su volumen no sólo consolidó esta coordinación de tramos consecutivos a lo largo de un eje abierto desde la gran portada principal hasta el jardín, sino que logró homogeneizar el edificio también de manera visual gracias a la iluminación y que precisamente es lo que define la nueva tipología de casa nobiliaria dieciochesca. Los ejemplos paradigmáticos serán la Casa de Pumarejo, la del Marqués de Loreto y la del Almirante Keyser.

    Puede decirse que la luz es una obsesión ya no sólo para intensificar la sensación de “grandeur” del edificio, sino con el sentido de irradiar ese esplendor por la ciudad o incluso más allá de ella, que era la verdadera concepción del poder que tenía la Ilustración y sobre todo la monarquía con la que tanta connivencia tenía la ciudad de Sevilla.

    El palacio de Pumarejo marcaba en 1766 el fin de una etapa constructiva que había durado 66 años y consolidaba el modelo de vivienda adoptado para la construcción y rehabilitación de los edificios nobiliarios en general y por tanto la nueva tipología de casa nobiliaria del XVIII. De hecho, que un plano propuesto por Ventura Rodríguez para el palacio del marqués de la Regalía en Madrid fuera descartado en 1755 nos permite afirmarlo.

    Lo que la nueva tipología proponía era el aperturismo total y por tanto la verdadera integración de la vivienda a nivel estructural y urbano, (privado y público). Así, adelantar la parte noble de la casa hacia la entrada, eliminar todos los recovecos (acodamientos) derivados de la anexión incontrolada de edificios, hacer coincidir los tres huecos (portada-patio- jardín) con el orden interno de dos ejes paralelos y disponer las habitaciones a derecha e izquierda desde la puerta principal hacia atrás, lograba una simplificación estructural y la definitiva liberación visual.

    Cuando luego esta estructura geométrica fue repetida para las casas del Almirante Keyser y del marqués de Loreto, no sólo tiene lugar el asentamiento de esta tendencia y por tanto el surgimiento de una nueva tipología de casa nobiliaria que ya se irradiaría posteriormente a toda la península y todos los ámbitos sociales (Madrid, Cádiz y Barcelona), sino que su origen estaba precisamente en los comerciantes sevillanos más enriquecidos que luego fueron ennoblecidos puesto que don Luis Bucareli, Manuel López Pintado, Pedro Pumarejo la Piedra, Francisco Keyser y Benito del Campo, titulares de las propiedades más importantes de este estilo en Sevilla, fueron comerciantes y marqueses; es más, el hecho de que don Pedro Pumarejo fuera llamado inciertamente “Conde de Pumarejo” pues no lo era, establece una relación entre la categoría monumental de la vivienda y la consideración nobiliaria de sus propietarios, que es indicio de la verdadera importancia de la Casa urbana. Desde la casa Santa Coloma hasta la del Almirante Keyser, Sevilla había sabido asimilar de manera excepcional y solo en 66 años, una tendencia constructiva basada en la profundidad espacial y volúmenes correlativos, que los autores europeos llaman de planos (León Tello) , proporcional, (Edmund Burke) , tridimensional (Richard Rorty) o monumental, (Bruno Zevi). La investigación demuestra cómo la casa va por delante de un reconocimiento social que llegaba con el ennoblecimiento. De hecho se tiene en cuenta que la búsqueda de una parcela acorde a la categoría social del aspirante era ya de por sí algo muy complicado pues los barrios más notables (intramuros de la ciudad) pertenecían a las mismas familias nobiliarias desde hacía generaciones y las parcelas vendibles eran escasas. Además, en muchos casos sufrían la oposición de los vecinos que veían modificarse el aspecto urbano de sus collaciones en función de vías más anchas y rectas para agilizar el transporte y control de las mercancías que los navegantes almacenaban en las bodegas de estas casas y que luego llevaban hasta los barcos. Por si fuera poco, el derribo de salientes y retranqueos les hacía perder metros de parcela y de intimidad haciendo que en más de una ocasión fueran paralizadas sus obras, llevados a juicio e insultados por sus propios vecinos.

    De hecho, que casi todas las Casas estudiadas conserven restos de las anteriores viviendas explica, no tanto una tendencia al aprovechamiento de materiales, como un deseo de prolongar en ellos el propio pasado de la vivienda a la hora del conservar el estatus y reconocimiento social, primero del edificio en sí y luego por extensión a sus moradores. De igual modo todas las casas estudiadas pertenecieron a los 200 caballeros repobladores que vinieron a Sevilla Con Fernando III el Santo.

    Para terminar, los últimos dos capítulos continúan en la misma línea, pero se detienen en el análisis de la imagen personal, tanto de los comerciantes ennoblecidos como de las Casas. El sexto titulado “el ethos de la imagen personal”, aborda un aspecto destacable y poco estudiado, la personalidad íntima y su expresión externa (individualización), desde la religiosidad y prácticas piadosas, hasta la imagen, la ropa o la pose, y su importancia en la colección de retratos. El séptimo titulado “los símbolos externos e internos: la concreción del ethos en la nueva tipología de casa” pretende explicar, la imagen interior y exterior de los edificios a través de los motivos heráldicos y su distribución a juego con el resto de la decoración clasicista, pictórica, mobiliaria y de alhajas en general, así como una breve alusión al servicio característicos. En ambos casos se aplica el mismo sistema de estudio a partir de la propia distribución de la vivienda.

    Para demostrar el surgimiento de una nueva tipología de casa nobiliaria en el siglo XVIII, su nacimiento y consolidación en la ciudad de Sevilla, antes que en el resto de España, se ha usado una extensa bibliografía que puede consultarse en las últimas páginas de esta tesis doctoral. También se ha procedido a un intenso proceso de investigación, cuya base documental sobre acuerdos de compra y venta o fundación de mayorazgos se ha obtenido en buena parte del Archivo Histórico Provincial de Sevilla (A.H.P.S.E.), el Archivo General de Andalucía (A.G.A.) o el Archivo General de Indias (A.G.I.) que fue especialmente interesante para estudiar lo referente a la Carrera de las Indias y el comercio americano de estas familias. El Archivo Histórico Nacional (A.H.N.) fue imprescindible a la hora de buscar mucha de la documentación necesaria y relativa a las entradas en órdenes de caballería, las concesiones de hábitos y títulos nobiliarios con que se honraron a los marqueses de Vallehermoso, Torreblanca, Torrenueva, Valencina, Medina, Villamarín-Monsalud, y Loreto.


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