María de los Ángeles Martín Peón
La presente investigación tiene como objeto el comprobar, a partir de ciertos parámetros que previamente consideramos esenciales para definir el fenómeno de lo maldito, cómo y en qué grado este llegará a verificarse dentro del hecho literario en sí. Concretamente, en el correspondiente a una serie de autores argentinos que, alrededor de las dos, o incluso tres últimas décadas del 1800, presentaba ya propuestas ideológicas y estéticas precursoras, en más de un sentido, de las del modernismo propiamente dicho. Este enfoque nos lleva, pues, a la búsqueda de determinados aspectos de sus obras, que nos puedan sugerir que avanzar hacia ese modernismo, también implique, quizás, el no poder hacerlo a no ser por un camino hasta cierto punto marginal, hasta cierto punto prohibido y, aunque bello, por todo esto maldito.
Dedicamos, por lo tanto, una primera parte de la tesis a precisar el significado y alcance de dicho concepto alusivo al malditismo, sin perder de vista su vinculación con la escritura. De este desarrollo, inferiremos que el fenómeno que nos ocupa parece acogerse a un esquema básico, según el cual, algo o alguien recibirá un castigo (esto es, resultará maldito) en la medida en que su actividad, su conducta o su existencia, vayan a ser consideradas un acto de transgresión. Dicha transgresión se podrá efectuar, a grandes rasgos, desde tres frentes, que darán lugar a otras tantas vías con las que esta condición desafortunada es susceptible de manifestarse como una forma, bien de marginalidad, bien de libertad (indicativa de ciertos límites infranqueables de la naturaleza humana, de ciertos tipos de conocimiento indebido), o bien de creación artística. Un segundo bloque, más extenso, puesto que será el que nos introduzca en el tema central de la tesis, responderá al porqué y qué tipo de escritura representa, o no, una infracción en el sistema que reglamenta la comunidad de ese momento: aquel que le toca en suerte a este grupo de autores argentinos, en los que ya se advierten acaso murmullos de lo maldito y del modernismo ¿indisoluble, simultáneamente¿ según se verá a través de algunas de sus composiciones, expositoras de tales marcas de transgresión. Consecuentemente, al abordar este análisis, no se pueden obviar determinadas peculiaridades del contexto histórico que sí parecieron influir en las características del producto literario y por supuesto en el grado o modo de inserción del mismo en la sociedad argentina de ese período.
La expansión industrial y económica, el triunfo de la razón y la orientación hacia valores predominantemente pragmáticos fueron, entre otros, indicadores de importantes cambios que serían interpretados como un signo de avance, de progreso, aunque tal progreso solo pudiera garantizar una prosperidad de orden material. Ante este panorama que nos ofrecía la visión de un mundo secularizado, intrascendente, terrenal, idóneo para satisfacer las exigencias y los intereses prioritarios del burgués, generalmente orientados hacia lo que es útil y rentable, la literatura, entendida como manifestación espiritual y artística, no parecía tener lugar en él y acabaría constituyendo un estorbo, un desafío o quebrantamiento, incluso, dentro de ese diseño de realidad impuesto.
De este modo, nuestros autores, lo quieran o no, tendrán las marcas de lo maldito por ser escritores y porque lo son de lo incorpóreo, de las entidades del espíritu, de un valor que no cotiza en Bolsa, de la Belleza improductiva, del Ideal: de su puño y letra; lo son, porque, el mismo acto de escritura ¿así concebido, tan modernista en muchos aspectos¿ parece serlo indefectiblemente en esta época. Malditos, porque quedan al margen, aunque, como acabaremos concluyendo, sea el suyo, un malditismo acaso imperfecto.
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