En este trabajo se abordan las prácticas de sociabilidad festiva promovidas y protagonizadas por los llamados “bandos” de la villa de Llanes, considerada la capital turística de Asturias. Los bandos son agrupaciones sociales vinculadas a territorios, surgidas en 1837 como consecuencia de unas celebraciones competitivas de carácter político, que conforman un sistema festivo dual-triádrico, cuyo origen y desarrollo hasta sus transformaciones tardomodernas, junto con sus productos simbólico-festivos, se documenta y analiza aquí.
Los bandos, en tanto que figuras definitorias del sistema festivo llanisco, son instituciones clave que estructuran la sociedad de Llanes exhibiendo la fragmentación social en unidades contrapuestas identificadas con segmentos del territorio. Están constituidas, de modo permanente, por un conjunto inespecífico de personas que se adhieren emocionalmente, en virtud de su vinculación, real o percibida, a dichas delimitaciones territoriales. Son un elemento que actúa estructurando el crecimiento territorial y poblacional de Llanes e impulsando una dinámica participativa que incorpora a los diversos sectores y grupos sociales a la celebración de unas fiestas en cuya configuración intervienen y se expresan las diversas dimensiones de lo social. Su importancia consiste en que son generadores de formas de participación que otorgan protagonismo a la sociedad civil, la cual logra sustraerse de las presiones por su control político o económico.
Los bandos toman sus símbolos mayores de figuras del panteón católico cuyas capillas constituyen marcadores territoriales y cuyas fiestas se hallan en los meses centrales del verano marcando los ritmos estacionales del regreso de los ausentes, del veraneo y el turismo. El elemento medular de dichas celebraciones impulsadas por los bandos lo constituye la reelaboración de tradiciones rurales, siendo el vehículo para su participación legítima el uso de una variante del traje regional, marcador de la identidad común llanisca.
La especificidad más acusada de Llanes es la transformación del sistema dual en triádico, que no clausura la oposición, sino que la reestructura, siempre bajo el juego de la competencia y de la rivalidad. Los factores fundamentales que impulsan esa transformación del sistema son la ampliación del territorio y la conversión de las fiestas en un recurso para un turismo estacional. Ambos elementos fuerzan y tensionan un sistema limitado en espacio y tiempo y son por ello generadores de tensiones y conflictos. Estos desvelan el poder que van adquiriendo los bandos en lo que concierne a la organización del tiempo y el espacio festivo, al mostrar su capacidad de activar o paralizar el consumo. El trabajo pone de relieve la capacidad productora de sociabilidad festiva de los bandos en tanto que generadores de formas de participación de la sociedad civil, así como las sucesivas reacomodaciones del sistema festivo a lo largo del tiempo.
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