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Análisis estructural de los determinantes de la estabilidad en plastocianinas

  • Autores: Francisco Jesús Muñoz López
  • Directores de la Tesis: Antonio J. Díaz Quintana (dir. tes.), Miguel Ángel de la Rosa Acosta (dir. tes.)
  • Lectura: En la Universidad de Sevilla ( España ) en 2011
  • Idioma: español
  • Número de páginas: 144
  • Enlaces
    • Tesis en acceso abierto en: Idus
  • Resumen
    • La vida se encuentra en casi cualquier lugar de la Tierra, tanto en las grietas hidrotermales de los suelos marinos o en las aguas en ebullición de los géiseres, como en los picos de la cordillera del Himalaya o en las frías extensiones de la Antártida.

      ...

      Los seres vivos se pueden clasificar en función del ambiente en el que habitan y de su adaptación al mismo. Así encontramos organismos psicrófilos o termófilos, adaptados a bajas o altas temperaturas respectivamente; halófilos, en ambientes con una alta concentración salina; acidófilos o alcalífilos propios de ambientes de bajos o altos pH respectivamente; los barófilos en condiciones de alta presión, etcétera. En general, estos organismos se denominan extremófilos y han llamado la atención de numerosos científicos desde los primeros estudios llevados a cabo por Perutz y colaboradores en los años 70 (Perutz y Raidt, 1975; Perutz, 1978).

      Según la temperatura óptima de crecimiento (TOC), los organismos se clasifican en cuatro grupos: psicrófilos, con una TOC en el rango de -5 a 15 ºC, mesófilos con una TOC entre 15 y 45 ºC, termófilos con una TOC entre 45 y 80 ºC, y los hipertermófilos (o termófilos extremos) con una TOC superior a 80 ºC (Vieille y Zeikis, 2001; Li et al., 2005). Las proteínas originarias de organismos mesófilos se denominan proteínas mesofílicas, y termofílicas las de los organismos termófilos o hipertermófilos (Pantazaki et al., 2008).

      Desde el punto de vista de la biología celular, los componentes de la membrana y pequeñas moléculas protectoras juegan un papel importante en el caso de las adaptaciones a salinidad, pH o presión extremas, (Jaenicke, 1991; Yancey et al., 1982; van de Vossenberg et al., 1998). En las adaptaciones a temperaturas extremas, los componentes celulares como por ejemplo, las proteínas, deben ser termoestables (Jaenicke y Zavodszky, 1990).


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