La identidad, entendida como una categoría filosófica central al modo de pensar racionalista se ha visto desdoblada en el presente trabajo en dos planos relativamente distinguibles y que podríamos dar en llamar, por una parte, el plano epistémico (o, si se quiere, lógico-semántico) y, por otra, el plano ontológico (individuativo). Una idea básica trató de defenderse en lo que hemos llamado la perspectiva epistémica o semántica: aquella según la cual, una vez que algunos de los conceptos centrales de la epistemologías de los autores estudiados son enfrentados desde la perspectiva adecuada (y nos referimos fundamentalmente al concepto cartesiano de orden, a la proportio spinoziana, a la idea leibniziana de armonía o a la noción de síntesis en Kant), todos y cada uno de ellos aparecen, por así decir, 'transfigurados' como modulaciones recurrentes de una idea común, como diferentes analogados sub specie identitatis. Por lo que se refiere al otro gran desarrollo de la cuestión de la identidad -la que se podría etiquetar como referida a la identidad del sujeto-, los autores aquí recorridos nos han dejado un catálogo de soluciones de una insólita riqueza. Por más que tradicionalmente las Historias de la Filosofía traten al menos a tres de ellos -Descartes, Spinoza, Leibniz- bajo el común epígrafe de "racionalistas", sus respuestas en torno a la posible identidad atribuíble al sujeto humano no pueden ser más dispares cuando se las contempla de cerca. A mostrar esa riqueza virtualmente infinita se dedicó buena parte del trabajo.
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