La historia del bronce medieval hindú que se conoce por La Danza de Shiva ha sido bien documentada, tanto por autores indios como occidentales.
Concebida como una lectura iconográfica, esta investigación profundiza además en los posibles antecedentes arqueológicos y literarios de la figura a través de tres mil años y medio. La hipótesis de trabajo que justivia este esfuerzo se basa en dos supuestos. Por un lado, está la tendencia estilística del arte indico que los historiadores han denomiado arcaizante y la cual sitúa la civilización del Indo al aldo de las antiguas de Egipto, Mesopotamia, China y el Mediterráneo.
Por otro, aunque se trata de una vertiente menos explorada, están las tradiciones mitológicas que corren paralelas en todas estas culturas y que, a lo largo de este siglo, han dado pie al estudio de conceptos llamados pre-científicos o pre-técnicos, conceptos que, cuidadosamente interpretados, no carecen de base sólida en los fenómenos naturales, una historia de la ciencia y de la observación científica que camina a la par con la historia del arte, y que se puede leer en los grandes temas de creación artística.
En el caso concreto de la Danza de Shiva, el tema en cuestión trata de la percepción arcaica del espacio sideral y del Universo. Todos los elementos iconográficos de la figura, tal y como quedan reflejados en la literatura explicativa, dan evidencia de un sentido cosmológico. Pero no es una metáfora fácil de analizar por sus componentes aislados, pues así se corre el riesgo de pasar por alto la esencia de la Danza en sí misma como una serie de movimientos coreográficos.
Acostumbrados como estamos a ver las esculturas como objetos estáticos, se nos escaparía el hecho de que la Danza de Shiva parece tener una coreografía en consonancia matemática con el paso de los astros por la boveda celeste.
Esto ha quedado plasmado en las tradiciones mitológicas hindúes de números sagrados y
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados