(IN)Mortalidad y dimensión poiética de la Fe en Miguel de Unamuno.

• Autores: María Dolores García Giménez
• Directores de la Tesis: Jacinto Choza (dir. tes.), Higinio Marín Pedreño (dir. tes.)
• Lectura: En la Universidad de Sevilla ( España ) en 2011
• Idioma: español
• ISBN: 9788469500743
• Número de páginas: 360
• Enlaces
  • Tesis en acceso abierto en: Idus
• Resumen

  • El núcleo a partir del cual se ha desarrollado esta investigación no es otro que el hambre de inmortalidad que padece el hombre Miguel de Unamuno quien no se cansa de airear esta necesidad honda y trágicamente sentida por él. En efecto, su deseo de seguir siendo siem ... pre él mismo más allá de la muerte le lleva a sumergirse en lo más profundo de sí en la búsqueda de una respuesta al interrogante vital. Por su pasado marcadamente racionalista, cuyos efectos se dejan sentir de continuo constituyéndose en un poderoso lastre que dificulta el avance en esta búsqueda personal, no resulta extraño que recurra a la razón en esta tarea a la que se enfrenta con una profunda conciencia vocacional. Sin embargo, la capacidad racional no aminorará el deseo de Unamuno que no resulta satisfecho en absoluto cuando recurre a ella: los términos en que el Rector de Salamanca concibe la razón le impiden arrancar a la misma una respuesta que atenúe el ansia dolorosa de sobrevivencia que padece. De hecho, racionalmente hablando, Unamuno no puede creer en la inmortalidad de bulto que su corazón apetece. En este sentido, la vía racional se presenta ante sus ojos como un callejón sin salida; la frustración con la que sufre el absurdo al que se ve arrojado por la �razón raciocinante� es acicate para continuar la búsqueda recurriendo a otras facultades humanas y proporciona la visión de hombre que caracterizó su original pensamiento. El trabajo de investigación presentado en estas páginas es una exploración del modo en que Unamuno se enfrenta a esta aporía; modo que pasa por el análisis pormenorizado de la intuición unamuniana de la fe, una fe personal y particular que es entendida no en la acepción tradicional que la define como la creencia en lo que no se vio, sino en la unamuniana que la concibe como creación de aquello que no se ve para vivirlo y consumirlo. Es la fe la que engendra el dogma y por eso tiene poder para consumirlo y transformarlo. La fe así entendida hunde sus raíces en la capacidad imaginativa del hombre y se alimenta de ella. A esta capacidad recurre Unamuno para saciar el hambre de inmortalidad que siente y que la razón le presenta como un absurdo.