Aproximadamente la mitad de las pérdidas agrícolas son debidas a las enfermedades de las plantas. Entre estas, más de la tercera parte son producidas por hongos filamentosos. El método que se emplea tradicionalmente contra estas enfermedades es el uso de fungicidas químicos que, a pesar de resultar rápidos y poco costosos, conllevan una serie de riesgos ecológicos como la contaminación y la aparición de cepas del patógeno resistentes. Una alternativa al uso de estos compuestos lo supone el control biológico, que se basa en el empleo de organismos distintos del hombre con capacidad para reducir al patógeno o minimizar el efecto que estos producen.
En este trabajo nos hemos propuestos el desarrollo de nuevas herramientas de control biológico a partir del hongo filamentoso Trichoderma harzianum, unos de los organismos más empleados para tal fin. Para ello hemos elegido la cepa T. Harzianum, CECT 2413, cuya capacidad antagonista en el laboratorio ha isdo ampliamente demostrada. En primer lugar hemos comprobado la capacidad antagonista de esta cepa en condiciones tan variables como las que supone un experimento de campo, demostrando su eficiencia en un ensayo de protección de vid contra el patógeno Botrytis cinerea. Posteriormente se ha intentado la mejora de esta cepa proporcionándole mayor agresividad mediante la sobreexpresión de una enzima hidrolítica de pared celular, la b-1,3-glucanasa BGN13.1, una enzima con gran capacidad antifúngica in vitro. Como resultado hemos obtenido cepas con mayor capacidad antagonista contra distintos hongos fitopatógenos. La combinación de estas cepas con otras que sobreexpresan enzimas hidrolíticas con distinto modo de acción, como quitinasas y b-1,6-glucanasas, ha permitido mejorar aún más el potencial de control biológico de estos agentes. Por otra parte se ha procedido a sobreexpresar el gen bgn13.1 en Nicotiana tabacum, obteniéndose plantas con niveles detectables de la prote
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