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Resumen de La primera embajada moscovita a la monarquía hispánica. Conexiones mercantiles y redes de contacto hispano-moscovitas (1667-1668)

Marina A. Egea Fernández

  • La presente tesis doctoral versa sobre la primera Embajada que Rusia envió a la Monarquía Hispánica con el objetivo de obtener información de la misma e incluirla definitivamente en su programa de política internacional. Sin embargo, para la doctoranda ha sido una excusa para iniciar el estudio científico de la Historia de Rusia, basado en los instrumentos de investigación rusos (Historiografía, Paleografía y Diplomática) y encuadrado en las nuevas corrientes historiográficas asentadas en la teoría matemática de nodos y grafos, sobre la que elaboramos la hipótesis, que hemos podido comprobar a través de fuentes primarias rusas y españolas, fundamentalmente, aunque también hemos empleado fuentes de otros estados. La Historia de Rusia está definida en sí misma por el concepto multilateral de relaciones internacionales y está, a su vez, definida por la necesidad de la multidisciplinariedad: la Arqueología, la Antropología y la Traducción son tres de las disciplinas científicas que vertebran su conocimiento científico.

    Independientemente de las ¿etiquetas¿ históricas que han definido a la alteridad como fuentes en sí mismas y hasta cierto punto han determinado hasta hoy en día la investigación histórica, sin embargo encubren una interconexión internacional que esa alteridad percibía de forma generalizada y en apariencia como exótica y que, sin embargo, constituye información estructurada de diversas formas en función de su medio de transmisión, objetivos de sus agentes y de su propia naturaleza: mercancía o seguridad en transición: es lo que hemos denominado ¿canales de información¿, concepto sobre el que hemos diseñado una plantilla metodológica atendiendo a tres tipologías que hemos distinguido y encontrado a partir de las fuentes consultadas para elaborar esta tesis: ¿creadores de la información¿, ¿usufructuarios de la información¿ y ¿mercenarios de la información¿, correspondientes a los canales: primero o literario, segundo o científico-etnográfico y tercero o de Estado (aún en transición en los siglos XVI y XVII). A partir de aquí surge la constatación de que esos canales de información están asentados en redes de nodos y grafos, que dibujan un mapa eurasiático, mediterráneo y atlántico (y pacífico de forma indirecta), absolutamente interconectado, pero muy distinto y alejado de percepciones definidas por fronteras porque la multilateralidad se acompaña de un sustrato invisible en forma de red que en el fondo la sustenta y que sólo en contadas ocasiones se hace visible, a veces en forma de cifra inversa y, otras, de forma material: el comercio.

    La primera, la cifra inversa, ha permitido desvelar que los inicios de las relaciones diplomáticas hispano-rusas no se corresponden con esta primera Embajada que el zar ruso envía en 1667 / 7175. La segunda, en colaboración con la primera, ha permitido probar la hipótesis, puesto que una parte de las redes multilaterales se asentaban en una cuestión ya conocida por la Historiografía: el contrabando con el oro y la plata de Indias, pero no probada hasta ahora en relación a Rusia. Las redes que llegaban hasta Arjánguelsk comerciaban con los metales indianos y ese contrabando del que Rusia era un actor pasivo, al mismo tiempo propiciaba el acceso ruso diplomático a la información europea, situándola en las redes de política internacional, con la excepción de períodos de interrupción que hemos denominado ¿paréntesis¿, tras los cuales emergía a una escena europea renovada y olvidada de ella, siempre con la incomprensión de su peculiar concepción antropológica de Estado y su estrategia de defensa basada en la doble adaptación oriental y occidental.


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