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Resumen de Laredo, un port de Castille au xvie siècle

David Gabiola Carreira

  • En este trabajo nos proponemos realizar un análisis de la villa de Laredo a lo largo del siglo XVI desde la vertiente económica portuaria.

    El caso de Laredo es bastante singular dentro de los espacios marítimos por su trayectoria. Sabemos por cifras de aduanas que el puerto laredano fue uno de los más activos de la costa cantábrica en esa época. Las rentas fiscales generadas por el tráfico comercial en la aduana de Laredo llegaron a cantidades tan importantes que hicieron de este lugar un espacio clave dentro de los circuitos comerciales del norte de Castilla al principio de la Edad Moderna. Esta situación contrasta de manera muy clara con su posterior declive económico. A partir del siglo XVII Santander y Bilbao reanudaron con los intercambios comerciales mientras que la economía de Laredo se quedó varada.

    Las preguntas que surgen son múltiples. ¿Desde qué punto de vista se puede explicar esta pérdida de dinámica en tan poco tiempo? ¿Hay factores o características intrínsecas a la villa que la han abocado a una ruptura definitiva con el sector comercial? En resumidas cuentas, intentamos definir las características de un puerto castellano en el siglo XVI.

    Para llevar a cabo dicha averiguación analizamos en una primera parte el contexto y las características de la villa portuaria laredana. Después nos detuvimos sobre los perfiles de las economías. Primero la economía local, la que hacía vivir cada día a los laredanos cuando practicaban la pesca o cuando se dedicaban a la agricultura de los cítricos. Luego analizamos la economía relacionada con el comercio internacional castellano: el transporte marítimo, la competencia entre puertos, los productos que transitaban, los destinos de los productos y los comerciantes laredanos relacionados con los mercaderes de Castilla. Por fin, en una última parte abordamos un fenómeno que impactó la economía de Laredo en el siglo XVI: la formación de armadas reales para el paso de hombres y de material militar.

    El punto inicial de nuestra investigación es el marco geográfico como condicionante de la actividad humana. Laredo se sitúa a orillas del mar Cantábrico pero con un traspaís (o hinterland) claramente marcado por una geografía accidentada.

    La Cordillera Cantábrica formaba una barrera geomorfológica que tuvo un impacto directo sobre la vida y la economía laredana. Primero a nivel de las comunicaciones. La conexión de un puerto con los territorios del interior es fundamental y desde ese punto de vista las montañas representaban un obstáculo natural que dificultaban seriamente el transporte. Los desniveles y el estado de los caminos limitaban el uso de carros y obligaban a recurrir a transportes a lomo de mulas. Los ríos obligaban a construir varios puentes que, siendo de madera por lo general, eran destruidos por las crecidas. La documentación consultada también menciona la presencia de nieve en los puertos de montañas impidiendo el paso entre Castilla y el mar. En el caso de Laredo, el camino pasaba por Los Tornos, un puerto de montaña de acceso más fácil en comparación con los demás puertos por los que pasaban los caminos que conectaban los demás puertos de las Cuatro Villas de la Costa de la Mar. No obstante, era un camino bastante sinuoso y mal conservado por lo cual no se podían usar sino mulas para transitar por él. En cambio, la situación era un tanto diferente en la zona vizcaína donde los desniveles eran menos importantes y los caminos habían podido ser reparados gracias a la influenciad señorial y a las posibilidades contributivas que ofrecían las villas situadas a lo largo de los caminos que iban de Burgos a Bilbao.

    Otro aspecto importante dentro de este apartado es el clima del litoral cantábrico y sus consecuencias directas sobre la producción agrícola. Las precipitaciones, la baja insolación y por consiguiente el elevado nivel de humedad, impedían la producción de cereales en las zonas comarcanas. La población laredana y toda la que se vivía en la franja situada entre la Cordillera Cantábrica y el mar tenían que recurrir al acarreo del trigo desde la meseta castellana o a la importación desde puertos extranjeros para poder abastecerse. La falta de producción cerealista tuvo un impacto a nivel social. Obviamente, la carencia de trigo contribuyó a encarecer el precio del pan. Las dificultades derivadas de esta situación fragilizaron la permanencia de la población y comprometieron el poblamiento de este territorio a lo largo del siglo.

    La demografía fue otro factor que tuvimos que tomar en cuenta. En ese sentido los datos relacionados con la población ilustran la trayectoria declinante de la economía de Laredo. La conjunción de epidemias y de dramas humanos como incendios o tragedias en el mar fue otro factor que contribuyó a la mengua de la villa. Al finalizar el siglo la villa había perdido la mitad de su población. La falta de mano de obra y de personas disponibles puso un término al uso del puerto laredano como punto de salida y de entrada en los intercambios comerciales.

    Por fin, es preciso detenerse sobre las estructuras administrativas de la villa, saber en qué medida la municipalidad se involucró en el desarrollo de las infraestructuras portuarias, o en la adopción de medidas que pudieron tener un impacto sobre el tránsito. La documentación estudiada ofrece la imagen de una institución municipal con un perfil bastante corriente: los miembros de las élites se apropiaron la mayor parte de los oficios de regidores y su gestión estuvo claramente enfocada en mantener un control rígido sobre el territorio que recibió la villa en su fuero de 1200. Es importante considerar también el papel y el peso de la cofradía de los pescadores y mareantes de San Martín en la gestión de la vida de los laredanos. Esta institución actuó como un verdadero contrapoder frente a la política y a la actuación de los regidores denunciando los abusos y las malversaciones. El hecho de que la casi totalidad de los hombres laredanos fueran pescadores o marineros confirió a la cofradía un gran peso en el espacio público de la villa llevándola incluso a tomar medidas que afectaban al conjunto de la población sobre todo en lo relacionado al abastecimiento de los vecinos.

    La economía local constituía la base de la actividad de los vecinos laredanos. En primer lugar, estaba la pesca, una actividad depredadora, pero con resultados aleatorios. Los laredanos, al igual que las demás poblaciones al contacto del mar, desarrollaron varias técnicas de pesca. De bajura o en alta mar, la pesca representó la primera fuente de ingresos para los laredanos. Pero, los beneficios que sacaban de esta actividad nunca presentaron un carácter fijo. Por consiguiente, la economía de la villa estaba asentada en esquemas productivos particularmente variables. La fragilidad de esta economía local tuvo repercusiones más amplias porque no sólo afectó a los pescadores sino también a parte del resto de la población. Así la documentación indica que la mayoría de los artesanos tenía que migrar cada año a las grandes ciudades de Castilla durante varios meses para poder ganarse la vida.

    La precariedad de la situación se agudizó aún más con el deterioro del contexto político y económico en el último tercio del siglo XVI. Las fuentes indican que frente a esta situación los vecinos de Laredo desarrollaron la producción de naranjas y limones. Estas frutas constituyeron la base de los intercambios realizados para abastecerse en trigo en los puertos extranjeros.

    Por otra parte, la política desarrollada por la municipalidad hizo de Laredo el centro económico de la comarca. El abastecimiento de las aldeas vecinas pasaba por un control estricto de la llegada y de la distribución de productos por las autoridades laredanas.

    Las características del tráfico comercial castellano por el puerto de Laredo es sin duda la vertiente que más interrogaciones plantea en esta parte. En primer lugar, es necesario hacer hincapié en el papel de los laredanos en esta actividad respecto a los demás puertos. Se sabe que Santander era el puerto más dinámico para la exportación de lanas debido a los acuerdos comerciales concluidos entre la municipalidad santanderina y la Universidad de los mercaderes de Burgos en el siglo XV. En cambio, al analizar el libro de exportaciones de lana del puerto santanderino pudimos comprobar que si la lana salía efectivamente por el puerto santanderino la mayor parte de los volúmenes era transportado por naves de Laredo. Por otra parte, el estudio de las cuentas aduaneras arroja otro tipo de datos que confirma el papel preponderante de Laredo en el tránsito comercial puesto que los ingresos realizados en ese puerto indican que era el puerto más dinámico de las Cuatro Villas de la Costa de la Mar. Todo parece apuntar a que se había establecido un circuito comercial triangular en el que la lana salía de Santander hacia Flandres, Bretaña o Inglaterra gracias a las naves laredanas y, desde allí, esas mismas naves volvían a Laredo donde se introducían los productos destinados al mercado castellano.

    Las cuentas aduaneras señalan también que Laredo constituía una puerta de entrada alternativa al puerto de Bilbao para los mercaderes más importantes de Castilla. Para llevar a cabo todos los trámites necesarios para encaminar todos los productos desde los muelles de Laredo hasta las grandes ciudades castellanas hemos identificado a cinco grandes factores laredanos que actuaban por cuenta de esos grandes mercaderes para distribuir los paños, las telas o las mercaderías hacia los principales centros urbanos como Burgos, Valladolid o Medina del Campo. Pero, el traspaís económico de Laredo era mucho más amplio que las principales ciudades y villas de la Meseta castellana abarcando un sinfín de pueblos y aldeas diseminadas entre el mar y la cuenca del Duero.

    Junto con el tráfico comercial, la formación de armadas para la corona era sin duda la actividad de mayor relieve en el puerto de Laredo.

    Sabemos que Laredo, al igual que el resto de los puertos de las Cuatro Villas, fue potenciado en época medieval por la corona mediante un fuero que permitió consolidar el asentamiento de un núcleo urbano. El objetivo era el de crear una red portuaria capaz de suministrar fuerzas navales en apoyo a la Reconquista. Este papel en la logística militar se mantuvo cuando la corona de Castilla quedó ligada a los territorios del ducado de Borgoña por alianzas matrimoniales. La conexión entre ambos territorios se hizo aún más necesaria a mediados del siglo XVI cuando los territorios flamencos se sublevaron. A partir de ese momento el despliegue de fuerzas militares y el envío de tropas y de material se convirtió en una prioridad para la corona. Para llevar a cabo esta empresa los puertos cantábricos representaron una alternativa eficaz puesto que desde allí se podía embarcar tropas, armamento y dinero directamente hacia Flandes u otras partes de la Europa atlántica.

    La rebelión de Flandes vino acompañada de una rivalidad con la Inglaterra de Isabel Ia. El problema es que ese nuevo adversario llevó a España hacia un campo de batalla diferente: el mar. Los ataques corsarios ingleses llegaron incluso a afectar puertos peninsulares como La Coruña o Cádiz. En pocos años Felipe II se enfrentó a la necesidad imperiosa de defender sus flotas y las costas de sus reinos. Para ello era preciso disponer de naves en número suficiente para detener las agresiones de ingleses, hugonotes y flamencos. Los puertos cantábricos constituyeron un elemento clave para satisfacer esta demanda en barcos gracias a la abundante presencia de madera y de hierro vizcaíno. Los astilleros de Guarnizo y Colindres cerca de Santander y Laredo conocieron un auge de su actividad proveyendo varios galeones de gran resistencia que llegaron participar en la Gran Armada.

    El aumento de la inseguridad marítima a partir de los años 1560-1570 obligó también a la corona a pensar en la defensa de las costas. En este sentido vimos que Laredo presentaba un problema serio al tener una bahía directamente abierta sobre el mar. La ventaja de poder atracar sin necesidad de esperar la subida de mareas se convertía ahora en un obstáculo: era imposible defender convenientemente el sitio laredano con la artillería que se usaba en esa época. Esta circunstancia se plasmó en un informe de los ingenieros italianos enviados por Felipe II para diseñar un sistema defensivo con la construcción de fortificaciones costeras. En 1572, siguiendo las recomendaciones del ingeniero italiano El Fratini se decidió trasladar el centro de formación de armadas desde Laredo hacia Santander. Las consecuencias de perder el papel de puerto principal en la reunión de flotas militares eran fáciles de adivinar. Este cambio supuso un nuevo factor agravante para la economía de la villa laredana ya afectada por la caída del tráfico comercial.

    No hay que olvidar también que el paso de tropas y la presencia de oficiales en Laredo varios meses al año tuvieron consecuencias sociales importantes para los laredanos. En ese sentido la población de Laredo vivió los mismos perjuicios que los demás lugares por donde pasaban los soldados. La documentación permite reconstruir un ejemplo ilustrativo de los enfrentamientos que opusieron a los vecinos de la villa con los militares cuando la organización de armadas en Laredo llegó a su momento más álgido, en 1557-1558. Entre el otoño y la primavera de ese período varias altercaciones, en las que llegaron a perder la vida varias personas, sacudieron la villa laredana. Estas reyertas eran el resultado de la gestión logística militar. Los oficiales buscaban mantenimientos para el sustento y alimento de las tropas o procedían a levas apremiantes de soldados y de marineros para pilotar las naves que componían las flotas militares. La población laredana se vio particularmente sometida a este tipo de presión: los hombres constituían una valiosa mano de obra para conducir las naves. Estas levas de marineros afectaban a toda la economía de Laredo. Los marineros reclutados para las expediciones militares, al estar ausentes, no podían participar en las diferentes costeras. Pero las consecuencias podían ser aún peores puesto que los marineros laredanos embarcados estaban particularmente expuesto al ataque enemigo. El caso más llamativo fue aquel en el que cientos de ellos perdieron la vida cuando estaban en el puerto flamenco de Brielle en 1572.

    No obstante, la documentación nos permitió también matizar este punto de vista. La presencia de los militares tuvo también consecuencias económicas benéficas para parte de la población. Varios artesanos carpinteros o herreros sacaron beneficios de trabajos de reparación por cuenta de la armada. Las cuentas arrojadas por la contabilidad militar indican que la formación de una armada suponía la intervención de decenas de vecinos de la villa y habitantes comarcanos que proveían y suministraban carne, pescado, aceite, vinagre y demás alimentos necesarios al sustento de los hombres. A estos proveedores había que sumar los que proveían el material necesario para el viaje como toneles para transportar el agua y los alimentos, las botas para el vino o la sidra, el cáñamo para llevar las municiones, etc. Los laredanos fueron una pieza clave en la preparación de estas flotas con la fabricación del bizcocho de mar por las mujeres de la villa y de los alrededores, así como por proponer a los militares en alquiler lonjas para almacenar los alimentos y la artillería necesaria al viaje.

    Por fin no hay que olvidar el papel despeñado por los vecinos de Laredo en la defensa activa del reino frente a los enemigos mediante el corso. La crisis comercial del último tercio del siglo XVI había ahogado el tráfico entre España, los territorios flamencos y los puertos de Bretaña. Esta situación abocó la población laredana a buscar nuevos recursos para poder obtener ingresos. Encontraron la respuesta en el contexto político puesto que el rey necesitaba contrarrestar los ataques enemigos corsarios. Para ello era necesario replicar con las mismas armas y técnicas. El corso representó una solución tanto para la corona como para los marineros laredanos. Éstos convenientemente provistos de una licencia real se dedicaron en la década de los años 1590 a abordar naves enemigas en las que encontraban el trigo necesario al abastecimiento de la villa. Por su parte el rey obtenía con esas capturas artillería y presos que se podían intercambiar por marineros españoles apresados por el enemigo.

    De todo esto pudimos concluir que Laredo conoció un auge económico intenso y fugaz que no pudo mantenerse frente a la crisis que azotó España en el último tercio del siglo XVI debido a la fragilidad de su estructura. El puerto Laredo estaba mal comunicado debido a una geografía accidentada. La necesidad de recurrir a mulas y el estado pésimo de los caminos suponían un obstáculo de peso para el tráfico comercial. Si el tránsito conoció un auge significativo en ese período era fruto de la influencia de la familia Velasco a la que pertenecían los condestables de Castilla por el interés personal que sacaban del tránsito de mercancías por sus tierras. Una vez que el tráfico comercial declinó con las revueltas en Flandes el declive económico se hizo patente. Pero hasta ese momento se puede considerar el puerto de Laredo como un elemento clave en la economía comercial de Castilla. Los factores laredanos estaban en relación con los principales mercaderes de Burgos, Valladolid o Medina del Campo para despachar sus lienzos y sus mercaderías hacia los principales centros distribuidores de la Meseta.

    La importancia demográfica de Laredo la había designado como puerto de referencia en la formación de flotas militares. Pero la estructura geográfica de la bahía laredana impidió que se pudiera defender. Santander tomó el relevo en la logística militar dejando al puerto laredano sin una de sus actividades principales. Además, las múltiples epidemias que afectaron a la villa en ese último tercio del siglo XVI acabaron de aniquilar la economía de Laredo arrastrando la villa marinera hacia una quiebra que no pudo superar en el siglo XVII.


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