Heidegger se interesa por el concepto aristotélico de verdad con el fin de abandonar la concepción tradicional caracterizada en función de tres prejuicios: la afirmación de que el lugar originario de la verdad es el juicio, la definición de la verdad como adecuación del juicio con su objeto y la atribución a Aristóteles de ambas tesis. El contexto en el que se gesta esta noción de verdad puede delinearse recorriendo la filosofía de los siglos XIX y principios del XX, atendiendo especialmente a la denominada polémica del psicologismo. Los daños de lucha contra el psicologismo cristalizan en la identificación de la verdad con la validez, con el ser ideal, que produce el rechazo de Heidegger para quien es necesario volver al primitivo concepto de verdad entendida como aletheia, desvelamiento. Para abandonar esta concepción, Heidegger se esfuerza por mostrar la falsedad del tercer prejuicio comentando el libro VI de la Ética a Nicómaco en el que Aristóteles trata de las virtudes dianoéticas (episteme, sophia, phronesis, tecne y nous) interpretadas ahora como modos de ser descubridor del Dasein. A la exposición detallada de cada una de ellas le sigue el intento por determinar cuál es el modo mkás elevado de desvelamiento. La discusión termina por establecerse entre la sophia y la phronesis. La interpretación de Heidegger exige atender a dos cuestiones presentes en el pensamiento de Aristóteles: la verdad práctica y el concepto de práxis. La primera constituye un modo de darse la verdad que no está vinculado con el enunciado predicativo; la segunda permitirá determinar las relaciones que Aristóteles establece entre teoría y práxis.
Heidegger se acerca al De Interpretatione para mostrar, a través de una peculiar interpretación del lógos apofántico, que, en Aristóteles, el enunciado no es el fenómeno originario de la verdad.
Heidegger se esfuerza por retrotaer al ámbito antepredicativo la peculiar estructu
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