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La impulsividad como modulador de los diferentes fenotipos clínicos en el paciente obeso

  • Autores: Cristina Banzo Arguis
  • Directores de la Tesis: Francisco Javier Quintero Gutiérrez del Álamo (dir. tes.), Pedro Manuel Ruiz Lázaro (dir. tes.)
  • Lectura: En la Universidad de Zaragoza ( España ) en 2016
  • Idioma: español
  • Tribunal Calificador de la Tesis: Javier Correas Lauffer (presid.), Mariano Velilla Picazo (secret.), Carlos Mur de Víu (voc.)
  • Materias:
  • Texto completo no disponible (Saber más ...)
  • Resumen
    • “La impulsividad como modulador de los diferentes fenotipos clínicos en el paciente obeso” Los diferentes subtipos de trastornos alimentarios (bulimia nerviosa, trastorno por atracón, etc) suponen un gran impacto en la calidad de vida de las pacientes que los padecen. De la misma forma, el sobrepeso y la obesidad afectan a dos tercios de la población y se asocian a multitud e importantes enfermedades orgánicas que reducen la esperanza de vida de forma significativa.

      En líneas generales, los pacientes con obesidad son personas que no consiguen controlar su alimentación y que comen cantidades de comida más abundantes que las que desearían, con sensación de pérdida de control ante la ingesta de alimentos y que pueden llegar a sentirse avergonzados, irritados consigo mismos y culpabilizados por ello. Otros pacientes que padecen obesidad, no reconocen su hábito de cometer atracones, pero sí el hecho de “picotear” sin solución de continuidad entre una comida y otra.

      Con todo ello, es fácil intuir la estrecha relación existente entre la impulsividad y la obesidad. A partir de aquí podemos establecer dos modelos posibles: uno en el que la impulsividad actúa como un factor de riesgo para padecer un trastorno de la conducta alimentaria asociado a una obesidad, y un segundo modelo que propone que la impulsividad actúa como un modulador con influencia en la expresión de la patología alimentaria.

      Por otro lado, la mayor parte de las conductas asociadas a los trastornos de control de los impulsos son conductas habituales para la mayoría de los individuos (el juego, el consumo de alcohol, la realización de compras, el uso de Internet...). Desde esta perspectiva, el “acto de comer” también es una de esas actividades habituales para las personas, pudiendo resultar patológicas en los casos en los que una persona no es capaz de controlar su ingesta de comida, también cuando no es capaz de parar de comer aunque se lo proponga, si no puede controlar el consumo de determinadas comidas y/o que todo ello ocasione consecuencias negativas para sí mismo o para los demás.

      En esta línea de pensamiento, el “acto de comer” podría incluirse en las características de un “trastorno del control de impulsos” y su consecuencia, la obesidad, puede presentarse en forma de bulimia nerviosa, trastorno por atracón o en un tercer grupo diagnostico en el que podríamos encuadrar el “comer impulsivo”. Por tanto, es razonable plantear que existe un subgrupo de obesos que, al igual que hacen los pacientes bulímicos o con trastorno por atracón con/sin obesidad, esté ingiriendo comida desde una perspectiva de uso “abusivo”, es decir, de la misma manera que un adicto utiliza la cocaína o un jugador patológico el juego.

      Todo ello cobra relevancia desde la reciente inclusión del juego patológico (el más frecuente de todos los trastornos del control de los impulsos) en el epígrafe de “Trastornos relacionados con el uso de sustancias” de la última edición del DSM-5.

      De la misma forma, se ha documentado que la impulsividad es un factor de riesgo para desarrollar trastornos alimentarios y que, tanto la obesidad, como la bulimia nerviosa o el trastorno por atracón, se han relacionado con facetas impulsivas en los sujetos que las padecen. En este sentido, se ha utilizado la escala de Barrat en su versión 11 (BIS-11), en muestras clínicas de trastornos de la conducta alimentaria y de obesos. En estos estudios se han analizado sus tres sub-escalas: impulsividad cognitiva (“dificultad para concentrarse o focalizar la atención”), impulsividad motora (“actuar sin pensar”) e impulsividad no planificada (“falta de orientación hacia el futuro”).

      Existen publicaciones recientes que usaban el BIS-11 y particularmente la subescala de impulsividad cognitiva, que se relaciona con varias medidas de sobrealimentación, mientras la subescala de impulsividad no planificada no estaba relacionada. Además, las puntuaciones en la escala de impulsividad motora están aumentadas en los individuos que presentan trastorno por atracón, bulimia nerviosa y anorexia nerviosa purgativa.

      Se ha propuesto que existen interacciones entre las subescalas del BIS-11 que no se han utilizado con anterioridad, ya que se hacía una utilización exclusiva del BIS-11 total. Por una parte, los pacientes que puntúan alto en la subescala de impulsividad cognitiva se asocia con un patrón de ingestas anormal, con tendencia a la sobrealimentación moderada; pero si se combina con impulsividad motora, aumenta el riesgo de padecer sobrepeso y de presentar atracones, así como una mayor severidad de la clínica alimentaria y de otra psicopatología.

      Asimismo se ha referenciado que la impulsividad cognitiva puede incrementar la probabilidad de localizar la atención en estímulos altamente calóricos, incluso se ha planteado que pudiera ser útil para valorar la “palatabilidad” de algunos alimentos.

      Con lo cual habría sujetos con una mayor susceptibilidad de ser atraídos por alimentos con alta palatabilidad y actuar como detonante de las ingestas, de la misma forma, habría otros sujetos que presentarían más “craving” alimentario. Ambas circunstancias determinarían mayor vulnerabilidad para padecer sobrepeso u obesidad en los sujetos, a la par que serían más resistentes a los tratamientos convencionales.

      A partir de este contexto, intentaremos valorar un grupo de mujeres con obesidad, teniendo en cuenta el posible papel de la impulsividad (evaluada con el BIS-11) en relación al patrón alimentario y a la psicopatología asociada (sintomatología de ansiedad, clínica depresiva, TDAH, “craving alimentario”, etc). De la misma forma exploraremos como el “rasgo impulsivo” podría modular parámetros antropométicos y de calidad de vida en estas pacientes.


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