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Resumen de Hepatografía con lipiodol ultra-fluido

Eugenio Arevalo Jiménez

  • Las conclusiones que se derivan de este estudio, pueden dividirse en tres apartados.

    El primero en el que se discuten las indicaciones de la hepatografía con L.U.F. comparativamente a los otros hepatogramas en uso.

    Un segundo grupo en el que se resalta la inocuidad del método después del estudio morfológico, funcional y de la microrrespiración celular del hígado.

    Y un tercer apartado en el que destacamos los signos y las fases más interesantes a valorar en orden a un diagnóstico etiológico y topográfico.

    I GRUPO 1. El hepatograma con L.U.F. nace como una necesidad de aumentar el poder diagnóstico de los hepatogramas actualmente en uso (esplenoportografía, arteriografía selectiva y gammagrafía).

    2. De los hepatogramas que utilizamos actualmente, la esplenoportografía y la arteriografía selectiva estudian fundamentalmente la angioarquitectura y sus alteraciones; siendo la gammagrafía la que verdaderamente nos proporciona una visión del parénquima. No obstante, el grosor de la glándula hace que el poder resolutivo de esta inocua exploración se vea disminuido.

    3. La hepatografía con L.U.F. nos ha permitido una vez seleccionada la dosis óptima, detectar procesos expansivos inferiores a 2 cms. de diámetro.

    4. La hepatograma con L.U.F. se caracteriza por la introducción en hígado, vía porta, de un contraste oleoso yodado (ésteres etílicos de ácidos grasos del aceite de adormidera yodados). Las características del contraste, enlenteciendo el tiempo de impregnación de pequeñas ramas, y sobre todo, alargando el tiempo sinusoidal constituyen la originalidad del método.

    5. La hepatografías con L.U.F. pueden obtenerse a través de las siguientes vías: esplénica, umbilical, ileoportal y por las venas epiploicas.

    6. Sobre todas las vías de administración preferimos la esplémica, por no tener que hacer uso de ningún acto quirúrgico, por pequeño que sea.

    7. Aconsejamos la práctica de una hepatografía convencional (contraste hidrosoluble). Evitando realizar esta exploración en presencia de hipertensión portal con vías de derivación hepatofugal.

    8. La dosis viene condicionada por la replección bajo el intensificador de imágenes de la glándula hepática, no sobrepasando los 0,5 ml por kilo de peso.

    9. Esta técnica no excluye a los hepatogramas actualmente en vigor, sino que los complementa.

    II GRUPO 10. El estudio morfológico con microscopía óptica, permite afirmar que el contraste oleoso se encuentra en las primeras 48 horas a nivel de las pequeñas ramificaciones portales. A partir del tercer día, mediante la técnica del Sudán III, puede detectarse en el interior del hepatocito y en las células de Kupffer, en forma de pequeñas gotas.

    11. El hecho de haber encontrado contraste no solo en las células, sino también en los canalículos biliares, hacen sospechar que la eliminación se haga, además de por vía hemática, por vía biliar.

    12. Según hemos podido comprobar por microscopía electrónica no se producen lesiones en las células hepáticas, que pueden llamarse específicas del L.U.F.

    13. La microscopía electrónica nos ha permitido observar alteraciones mitocondriales inespecíficas y reversibles, probablemente debidas a la anoxia momentánea provocada por la embolia grasa.

    14. Las pruebas de función hepática practicadas no muestran afectación.

    15. Si hemos observado una depresión de las microrrespiración que se ha ido recuperando, hasta alcanzar su valor normal a los 15-20 días.

    16. Este estudio morfológico, funcional y de la microrrespiración del hepatocito, junto con la experimentación clínica nos permite afirmar que la exploración es inocua.

    17. No obstante, la prudencia nos aconseja desistir de esta exploración en los sujetos con insuficiencia hepática.

    III GRUPO 18. El alargamiento del tiempo de hepatograma parenquimatoso o sinusoidal nos condiciona la posibilidad de practicar cortes tomográficos, lo cual permite un mayor poder resolución al hepatograma.

    19. Gracias a esta posibilidad de realizar tomografías hepáticas, se pueden diagnosticar procesos expansivos de hasta 1 cm. de diámetro.

    20. Su mejor indicación son las tumoraciones de diámetro inferior a 7 cms. donde se muestra superior a todas las técnicas existentes.

    21. En el estudio de procesos expansivos de pequeño volumen aconsejamos radiografías con distinta penetración del tiempo sinusoidal y la práctica de tomografías. Siguiendo esta técnica se obtienen una serie de imágenes que hemos denominado con los términos de “apolillado”, “queso de gruyere”, “nódulos solitarios”, etc.

    22. Sin embargo en las grandes tumoraciones (quistes hedatídicos, abscesos, hepatomas, etc.) la mayor densidad de este contraste permite, en el tiempo de pequeñas y medianas ramas portales, al estar muy condicionad su distribución al flujo hemático, la comprobación de hipertensiones sectoriales.

    23. Las distorsiones de la portoestructura son más nítidas que con los contrastes hidrosolubles. Siendo su lectura más fácil de realizar, y por tanto, mayor su poder diagnóstico.

    24. En los grandes quistes de lóbulo derecho, el estudio topográfico, al delimitar su tamaño y topografía, son de extraordinaria utilidad a la hora de elegir la vía de abordaje y la técnica a realizar.

    25. La permanencia del contraste en el parénquima hepático nos hace posible conocer la evolución de las lesiones ante nuestra terapéutica médica (citostáticos, para las metástasis) o quirúrgica (cavidades residuales, quistes hidatídicos, abscesos, etc.)


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