Según la OMS se estima que entre 18 a 20 millones de personas padecen esta enfermedad. Teniendo en cuenta que cuenta que puede ser mortal tanto en su fase aguda (2-8%, principalmente población infantil) como en la crónica (20%), es lógica la preocupación que esta parasistosis suscita entre las autoridades sanitarias de los países afectados. Para el tratamiento de la enfermedad los fármacos empleados son principalmente dos: nifurtimox y benzonidazol. Ambos eliminan los síntomas si se administran durante la fase aguda, acortando el curso de la infección, pero tienen escasa actividad en la fase crónica. Además existen cepas resistentes incluso en la fase inicial de la enfermedad. Estos factores determinan que las dosis administradas y la duración del tratamiento sean elevadas, lo que facilita la aparición de importantes efectos secundarios, que obligan en muchos casos a suspender el mismo. Dada esta situación, se mantiene un campo abierto para la investigación de sustitutos, cuyos beneficios en términos económicos y sociales son de vital importancia.
Desgraciadamente y a pesar del gran número de compuestos ensayados, pocos han alcanzado la fase clínica. Ante la escasez de alternativas, es evidente la urgente necesidad de desarrollar nuevos fármacos. Los métodos para el cribado farmacológico de nuevos productos son numerosos y variados. En este aspecto, el desarrollo de modelos "in vitro" supuso un gran avance respecto a las pruebas "in vivo", al disminuir considerablemente el tiempo invertido y el coste de las técnicas.
Pero la cuantificación de los parásitos y la reproducibilidad siguen siendo un problema en las técnicas de uso habitual.
Algunos de los métodos disponibles son especialmente laboriosos, principalmente las técnicas de cribado sobre amastigotes intracelulares, que en general emplean el recuento microscópico para la evaluación de la actividad de un compuesto. Valiéndonos del notable impulso que la biotecnología ha pr
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