El cambio del paradigma de la conciencia al del lenguaje explicita -en las dos grandes tradiciones de la filosofía del lenguaje, le hermenéutica y la analítica- el tránsito del sujeto al lenguaje y el abandono de la perspectiva del sujeto. Con la desaparición del "sujeto" a secas tiende también a desaparecer el sujeto moral y a tomarse sin sentido la propia perspectiva moral: sin sujeto y sin necesidad de sujeto la perspectiva moral parece perder todo asidero. Sin embargo, los cambios que se producen al interior del "giro lingüístico", fundamentalmente a partir del segundo Wittgenstein -y, en particular, en la tradición anglosajona de la filosofía del lenguaje-, hacen posible volver a pensar en los sujetos en su calidad de actores y pacientes, habitantes, ahora, del "punto de vista humano".
De lo que se trata, entonces, es de indagar en esas concepciones del lenguaje que o dan cabida expresa al punto de vista de los sujetos y, con ello, a los intereses, propósitos y necesidades de los seres humanos reales -sujetos hablantes-, o permiten aproximarse a esas cuestiones como cuestiones que pueden ser tratadas con sentido. Ello es esencial para una perspectiva que ve en los derechos humanos productos humanos éticos y morales.
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