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Resumen de La Lonja de Sevilla. Arquigrafía de un edificio

Antonio Campos Alcaide

  • La información sobre la Lonja está muy dispersa en libros y artículos sobre aspectos parciales del edificio, la publicación de referencia sobre el edificio es el libro de Antonia Heredia Herrera publicado en Arte Hispalense por la Diputación de Sevilla, en el que da un repaso completo aunque poco profundo a la historia del edificio. Partiendo de este trabajo, fuimos descubriendo que el resto de publicaciones son reiteraciones sobre los mismos temas con alguna aportación tangencial producto de investigaciones sobre el Alcázar de Sevilla, Catedral o el entorno de la Lonja, en las que aparecen nuevos datos relevantes sacados de fuentes ajenas al Archivo de Indias.

    En nuestra investigación volvemos sobre los documentos originales entre los años 2000 y 2002, pero en esta ocasión no con mirada de Historiador sino de Arquitecto y después de años con trabajos intermitentes, de nuevo en 2017 sobre los más significativos para examinarlos de nuevo ya con el conocimiento adquirido en todos estos años. Nunca antes de la obra entre 2000 y 2005 se pudo hacer una investigación arqueológica extensiva sobre todo el solar de la Lonja de Mercaderes que nos permitirá interpretar las preexistencias.

    Este trabajo ha sido importante en la redacción de la Tesis, pero lo realmente inédito es el análisis arquitectónico de toda esta documentación para descubrir relaciones y consecuencias espaciales que nos permitieran “dibujar la historia”, que hasta ahora se había contado con fechas y hechos.

    Siendo el dibujo el instrumento más específico del arquitecto para describir los objetos, procesos e ideas y tomando como cierta, aunque sólo sea para esta ocasión, la expresión “una imagen vale más que mil palabras”, usamos este recurso para explicar cómo y porqué fue proyectada, construida y reformada la Lonja de Mercaderes en sus cuatro siglos de existencia; además de explicar cómo era este sector de la ciudad cuando se comenzó a construir la Lonja, como eran sus relaciones con el puerto que comunicaba Sevilla con el mundo y con la indias, donde comerciaban los Mercaderes y por qué se resistían a ocupar su nuevo emplazamiento, más alejado de la Alcaicería de la Seda.

    Las necesidades de los usuarios de cualquier edificio son cambiantes y su materialidad sometida a un proceso de continua transformación, del que sacamos fotos fijas con dibujos de cada reforma sustancial:

    - Proyecto renacentista inicial de Juan de Herrera del que no se conservan las trazas y nunca se ha dibujado una hipótesis completa.

    - Edificio construido con cambios en la situación de las escaleras, sustitución de las cubiertas inclinadas de teja y artesonados de madera por bóvedas de piedra ya manieristas.

    - Conclusión de la obra con remates piramidales en las esquinas y adornos barrocos interiores en puertas y escaleras y exteriores en la bóveda y linterna de la misma.

    - Ocupación del edificio como casa de vecinos en el Siglo XVII.

    - Reforma de la planta alta a finales del Siglo XVIII para instalar el Archivo General de Indias y demolición de los muros transversales de tres de sus cuatro crujías exteriores.

    - Alteraciones espaciales al final del Siglo XIX y principios del XX para la incorporación de las galerías exteriores de circulación alrededor del patio, como espacios cerrados interiores del edificio con funciones de depósito de documentación y trabajo.

    - Estado actual fruto de las últimas obras de rehabilitación llevadas a cabo entre los años 2000 y 2005.

    Forman también parte de la Tesis una colección de dibujos inéditos que describen otros aspectos desarrollados en el cuerpo escrito de la misma:

    - Relación con la Ciudad, alternativas para su implantación.

    - Arqueología, preexistencias, planos del entorno previos al comienzo de las obras y nueva implantación.

    - Planimetría de toda la serie histórica desde el Proyecto de Juan de Herrera hasta nuestros días.

    - Análisis gráfico de la serie de planimetría histórica.

    - Análisis gráfico sobre la paulatina transformación espacial, circulaciones, alteraciones compositivas para cerrar la planta primera con bóvedas de piedra, etc.

    - Serie de planos constructivos: materialización de la plataforma de asiento, cimentaciones, construcción de bóvedas, estereotomía, decoración y complejidad geométrica.

    - Estudios comparativos con otros edificios de la misma época, uso, situación urbana o sistemas constructivos.

    Hemos puesto especial interés en la investigación sobre los arquitectos que participaron en los principales hitos de su construcción y reforma entre los que destaco a Juan de Herrera, Alonso de Vandelvira, Miguel de Zumárraga y Lucas Cintora.

    Las principales fuentes que nos han permitido la investigación han sido la documentación existente en el propio Archivo General de Indias sobre la vida del edificio y la observación directa durante cinco años de obras en los que el edificio estuvo “abierto en canal” y a nuestra disposición para tomar datos y hacer comprobaciones. Otras fuentes relevantes proceden del Archivo Histórico Municipal de Sevilla, concretamente la Sección XI “Papeles del Conde del Águila” muy útil para desentrañar el proceso de reconversión de la planta primera en el Archivo General de Indias y el estudio de la copia del Tratado sobre las Trazas de Cortes de Piedra de Alonso de Vandelvira que se conserva en la Biblioteca de la Escuela de Arquitectura de Madrid y al que he tenido acceso siempre que lo he requerido. Otras fuentes más dispersas están relacionadas en el apéndice Fuentes Documentales.

    Nos despertó especial curiosidad la lectura de la carta que publicó Lucas Cintora en 1786 titulada "Justa repulsa de ignorantes y de émulos malignos, carta apologética-crítica en que se vindica la obra que se está haciendo en la Lonja de Sevilla”, que fue prohibida y retirada. En el escrito muestra un profundo conocimiento del edificio y de la tratadística arquitectónica, contestando a las críticas que se habían vertido sobre su actuación. Con su atenta lectura hemos comprendido aspectos del edificio difíciles de desentrañar sin esta ayuda y nos solidarizamos con él, como tantos otros, por no haber sido comprendido en su tiempo y ser muy valorada su obra pasados los años e incluso su vida.

    También han ocupado nuestro tiempo los pasos de Andrés y Alonso de Vandelvira desde mi tierra, Jaén, a Sevilla y Sanlúcar de Barrameda siguiendo el rastro de la construcción de sus bóvedas que después serian descritas en el “Libro de traças de cortes de piedras”, escrito por Alonso de Vandelvira. En este tratado están las bases, tipos y conocimientos imprescindibles para la construcción de las bóvedas de la planta primera de la Lonja.

    El documento final tiene un marcado carácter cronológico en el desarrollo de sus capítulos, aunque existe un volumen de trabajo e información equivalente en los apéndices, que por tratar asuntos tangenciales al núcleo central de la Tesis Doctoral hemos preferido colocar en esta disposición. Por ser parte esencial en la investigación previa que nos ha permitido dibujar la evolución de la Lonja, colocamos como primer apéndice una cronología en la que hemos invertido gran parte de nuestros esfuerzos y pensamos que será un instrumento valioso para los investigadores que continúen nuestro trabajo y un listado al que recurrir para todos los interesados en el edificio.

    El descubrimiento de América y todos sus consecuentes son hechos netamente renacentistas, un momento en el que el hombre quiere salir del oscurantismo medieval y descubrir nuevos horizontes, comprender el mundo más allá de los dogmas religiosos que dominaron la explicación de todo, desde la forma de la tierra hasta las entrañas del cuerpo humano y con esta nueva mentalidad se inicia el proceso para la construcción de la Lonja en el Siglo XVI. En el mismo sentido, la decisión política de crear un archivo con los papeles de Indias en el Siglo XVIII, vuelve a ser un símbolo de la llegada del pensamiento ilustrado a nuestro país, por mar vienen y van las mercancías y los papeles de Indias, que no se quedan en la administración que las genera, sino que para la Corona Española tienen tal valor, que se articulan los mecanismos necesarios para que puedan quedar resguardados en la metrópoli, entrando por el río Guadalquivir en Europa.

    Al contemplar el plano actual de la ciudad en este sector produce extrañeza la orientación del Archivo de Indias que aparece girado con respecto a los elementos principales que lo rodean, sobre todo la Catedral. En nuestra investigación hemos podido comprobar que todas las edificaciones previas a la Lonja tenían esta misma orientación y por tanto la inserción girada no obedece a una decisión proyectual sino a la tendencia natural de acomodación a la geometría preexistente de toda actividad humana. Los edificios que ocupaban anteriormente este espacio seguían una lógica de ocupación paralela a la muralla de la Calle Santo Tomás, que sirvió de apoyo a las primeras edificaciones.

    No creemos que Juan de Herrera tuviera en consideración las preexistencias para proyectar la Lonja, más bien pensamos que proyectó un edificio ideal ajeno a todo, una lámina en un Tratado de Arquitectura. Fue después, una vez conocidas las trazas, cuando se valoraron hasta cuatro ubicaciones posibles y una vez elegida la de las Herrerías Reales se replanteó sobre el terreno para comprobar cuántas manzanas y edificios había que demoler para su construcción, la ciudad se tiene que acomodar al proyecto de la Lonja y no al contrario.

    Es más, el carácter insular del edificio proyectado requería la demolición indiscriminada de todo lo existente, no solo para levantar en su lugar el edificio, sino para generar suficiente espacio vacío a su alrededor, situación de insularidad que sigue manteniendo hoy como un hecho aislado dentro del recinto amurallado, y que representa una nueva forma de proceder en el casco histórico, nunca antes ensayada en la ciudad de Sevilla. La plataforma donde se levantará el edificio se consigue demoliendo todas las preexistencias hasta una altura prefijada y sobre el nivel resultante se construye el edificio exento, con una leve concesión al entorno, sus muros son paralelos a la muralla almohade de la calle Santo Tomás, igual que todas las fábricas de las edificaciones que se derriban.

    La dinámica de utilización e intervención en el edificio a lo largo de sus cuatro siglos de existencia, ha sido el acotamiento paulatino de recintos interiores mediante la construcción de muros que ciegan el espacio libre bajo los arcos que soportan las bóvedas. El proceso comienza en la planta alta durante su construcción y en la baja durante los primeros años de ocupación del edificio por la fachada norte.

    La segregación y ocupación de espacios siempre se produjo en la crujía exterior, de mayor dimensión, reservando para las circulaciones las galerías interiores que daban al patio. En 1800 se comienza la colonización de esta galería de la planta alta cerrándola al patio con muros de fábrica y ventanas y transformando este espacio de circulación exterior, en uno interior de trabajo y almacenamiento. El proceso para “interiorizar” todos los espacios del edificio culmina en 1914 cuando, con proyecto de Aníbal González Álvarez-Ossorio, se demuelen los muros construidos en la galería de la planta alta y se cierran con carpinterías de hierro y cristal todos los arcos al patio en ambas plantas, quedando incorporadas al interior del edificio todas las galerías de circulación. Se pierde, ahora completamente, la diafanidad con la que el edificio se proyectó, se construyó una Lonja y el edificio acabó siendo un Palacio.

    El Tratado de cortes de piedra de Alonso de Vandelvira, “Libro de traças de cortes de piedras”, es una recopilación de los conocimientos adquiridos de su padre, sistemáticamente ordenados y mejorados con su propia experiencia y el conocimiento de otros tratados de Arquitectura Europeos como el de Fhilibert de L´Horme o el de Hernán Ruiz II, que tuvo que conocer muy bien puesto que se estuvo formando con él durante unos años en su gabinete de Sevilla. Su padre, Andrés de Vandelvira desarrolló una intensa actividad constructiva que no le permitió el trabajo teórico, sin embargo Alonso de Vandelvira, y en general los arquitectos de su generación, no disfrutaron de las mismas oportunidades debido a la nueva coyuntura socio-política que les toco vivir y compaginó la construcción de los encargos del Duque de Medina Sidonia en Sanlúcar de Barrameda y Cádiz con la tratadística sobre el trabajo de la piedra y la construcción de bóvedas, cúpulas, escaleras, etc.

    Tuvo la oportunidad de poner en práctica estos conocimientos, primero como Aparejador y después como Maestro Mayor de la Lonja de Sevilla, aunque la ejecución material de las bóvedas vaídas estuvo a cargo de su sucesor, Miguel de Zumárraga, una vez que Alonso de Vandelvira renunció al puesto de Maestro Mayor por ser incompatible con sus obligaciones en Cádiz.

    La cubrición de la Lonja de Mercaderes con Indias pone en práctica los conocimientos plasmados en el Tratado de Cortes de Piedra de Alonso de Vandelvira y los trazados de todas las bóvedas de la planta alta están descritos en su Tratado, siendo la culminación de la experimentación iniciada por su padre en la Iglesia de El Salvador y el Hospital de Santiago en Úbeda, La Catedral de Jaén, Iglesia de San Francisco en Baeza, etc.

    Alonso de Vandelvira dejó la alta Andalucía para iniciar una carrera profesional propia que le llevó de nuevo a Sevilla cuando estaba acabando su Tratado de cortes de piedra, que se puso en práctica en la Lonja. Tras 21 años de trabajo en ella, quedó impregnado de su arquitectura “Herreriana” y algunos de sus detalles son reconocibles en su obra posterior, en Sanlúcar de Barrameda la Iglesia de Nuestra Señora de la Caridad y en Sevilla la Iglesia del Sagrario en el mismo solar que la Catedral, proyectada junto con su sucesor como maestro Mayor de la Lonja, Miguel de Zumárraga, y Cristóbal de Rojas con el que finalmente se marcha a Cádiz.

    La obra se adentra en el Siglo XVII y en el labrado de estas bóvedas altas se observan rasgos claramente “manieristas” en la composición. El edificio conserva interiormente la impronta de Juan de Herrera hasta la altura de las cornisas de planta alta y a partir de esa cota Miguel de Zumárraga ensayará, llevándola hasta el límite, la decoración de bóvedas vaídas tallándolas de mil formas y sin que coincida la urdimbre de la talla con la geometría de las dovelas.

    Durante las obras se suceden varios Maestros Mayores, entre los que destaca Alonso de Vandelvira que ejerce como tal a partir de la muerte de Juan de Minjares en 1599. Ya era aparejador desde 1589 y hasta ahora se ha obviado su importante participación en la obra siendo, como creemos, el promotor intelectual de las grandes modificaciones del proyecto de Juan de de Herrera. Miguel de Zumárraga sustituyó a Alonso de Vandelvira en 1609 y hasta su muerte en 1630, prácticamente acabó las fábricas del edificio con gran maestría en la ejecución de las bóvedas, y mucho ingenio práctico para llevar a término la cubrición del edificio mediante bóvedas vaídas de piedra “grapeada” sin apenas encofrados ni cimbras, alcanzando el mayor grado, por nosotros conocido, de perfección técnica y posibilidades decorativas en la ejecución de bóvedas vaídas de piedra.

    Es quizás en este momento cuando se alcanza la plenitud del trabajo con la piedra para cubrir espacios mediante bóvedas y cúpulas, liberando su decoración de las servidumbres gótico-medievales donde las nervaduras estructurales marcaban las pautas decorativas. Ahora la estereotomía estructural de las dovelas es independiente de las infinitas posibilidades para la decoración geométricas sobre el intradós de la bóveda. Por otra parte las nuevas tipologías “por hiladas cuadradas”, dibujadas y construidas anteriormente por los Vandelvira, permiten economizar y casi hacer desaparecer las costosas cimbras de madera que acaparaban, en muchos casos, más de la mitad del costo de construcción de las bóvedas.

    Una vez conseguido este elevado grado de destreza en el manejo de este duro y pesado material, con la llegada del barroco las bóvedas de piedra son desplazadas por las bóvedas encamonadas, mucho más económicas y fáciles de ejecutar. Se trata de la sustitución de una tecnología basada en la talla de la piedra, por otra de madera revocada y decorada con yeserías y pinturas. Pasados los siglos, las de piedra han demostrado su valía por la durabilidad y su aspecto imperturbable durante siglos, superando incendios, abandono y patologías.

    Aunque muy distintas en su diseño y construcción, se recuperan estas bóvedas “de obra” para la cubrición de grandes edificios públicos con la “bóveda a la catalana” usada por el Modernismo Catalán a finales del siglo XIX y principios del XX, exportada por Guastavino a los grandes edificios públicos de Estados Unidos.

    Son por tanto Andrés y Alonso de Vandelvira los principales impulsores de las bóvedas vaídas en el Renacimiento Español, partiendo de las bóvedas de piedra nervadas góticas, avanzan en su diseño y construcción hasta llegar a casi la plenitud, quedando relegada esta técnica a los pocos años de la muerte de Alonso de Vandelvira en 1625 por las nuevas cubriciones de doble capa barrocas, interiormente bóvedas encamonadas de madera revestidas con yeso y cubiertas exteriormente por estructuras de madera acabadas con faldones de teja.

    Cuanto más lógico es pensar que Alonso de Vandelvira, Maestro Mayor, y Miguel de Zumárraga su Aparejador durante varios años hablaran del Tratado de Cortes de Piedra que había escrito el Maestro Mayor y de las bondades de construir con bóvedas de piedra, en comparación con la cubrición de madera proyectada por Juan de Herrera que ellos deben de construir, y cuantas veces a lo largo de los años que trabajaron juntos habrán considerado la conveniencia de sustituir una cubierta por otra. Estos datos nos llevan a pensar que en el trinomio comúnmente dado por la historiografía oficial sobre los artífices de la Lonja de Mercaderes y el Archivo de Indias, se debe desplazar a Miguel de Zumárraga en favor del injustamente olvidado Alonso de Vandelvira, quedando por orden de actuación y méritos Juan de Herrera y su gabinete en el Alcázar de Madrid, Alonso de Vandelvira, Miguel de Zumárraga y Lucas Cintora.

    Según escribe Lucas Cintora en su Carta Apologética-Crítica, la planta alta de la fachadas exterior de la Lonja tiene más de los “tres cuartos de altura” que señalan los cánones. Analizando esta cuestión, comprobamos que no sólo no es más pequeña, sino que supera en dimensión a la baja y la razón vuelve a ser el cambio de las cubiertas de madera por las bóvedas de piedra, estas últimas más altas. Los sucesores de Juan de Herrera en la obra tienen que “estirar” la primera planta y colocar pesadas balaustradas para esconder los promontorios que generan los trasdós de las bóvedas para que la imagen del edificio no quedara desvirtuada. Para minimizar los empujes de las bóvedas en planta alta se construyen vaídas, siguiendo los modelos del Tratado de Alonso de Vandelvira en vez de en artesa como en la planta baja. Esta nueva geometría las hace más peraltadas, siendo necesario estirar la planta alta para que no se perciban desde el nivel de la calle.

    Muy poco tiempo después de finalizar su construcción, el edificio se queda prácticamente sin ocupación institucional como consecuencia del traslado de la cabecera de las flotas a Cádiz y el declive de la ciudad de Sevilla, al perder gran parte de su comercio con Indias. A medida que las instituciones van dejando espacio, este se va ocupando por familias que lo subdividen y deterioran. Será durante el reinado de Carlos III cuando se proyecta la reconversión de la Lonja de Mercaderes en el actual Archivo General de Indias, con Lucas Cintora como Arquitecto elegido para llevar a cabo la transformación que a día de hoy seguimos disfrutando, la ejecución de una galería corrida en forma de U en la planta alta donde inicialmente se ubicaron los depósitos de documentación.

    Lucas Cintora era un arquitecto de reconocido prestigio en la Ciudad cuando recibió el encargo de la remodelación de la Lonja de Mercaderes, sin embargo en una ciudad como Sevilla, tan impermeable y crítica con toda innovación arquitectónica, la rehabilitación y transformación de la Lonja en Archivo desató una crítica tan feroz, que el arquitecto se vio obligado a redactar una carta en defensa de su actuación y prácticamente acabó con su actividad profesional en la ciudad. A partir de ese momento empezaron las revocaciones en cascada de los cargos que ostentaba hasta ese momento, fundamentalmente Maestro Mayor de algunas instituciones y muy poco después de su trabajo en el Archivo murió siendo aun relativamente joven, no sabemos si los agravios recibidos por la obra de rehabilitación que llevó a cabo y que actualmente valoramos positivamente, pudieron influir en este fatal desenlace.

    Como contrapunto a estas críticas diremos que Lucas Cintora recupera, de alguna forma, el argumento inicial del proyecto de Juan de Herrera, un edificio diáfano, en este caso una planta que parece que tiene esa inercia formal. El proyecto recorre el camino inverso al convencional en la estructuración de este tipo de edificios, convertir la secuencia espacial mil veces repetida en palacios, hospitales y otros, en un espacio único que genera un recorrido lineal sin muros interpuestos.

    Del análisis de la mencionada carta “Apologético-Crítica” en defensa de su trabajo se desprende un profundo conocimiento de la construcción y el funcionamiento estructural del edificio, así como de composición arquitectónica.

    En ella justifica con lenguaje científico, aunque al alcance de casi todos, como la demolición de los muros transversales y su sustitución por arcos para hacer las salas de la planta primera corridas y diáfanas, no afectaría a la estabilidad estructural del edificio y por tanto todas las alarmas surgidas en los círculos de poder o influyentes de la ciudad, infundadas.

    Como revancha por las críticas recibidas, analiza compositivamente el edificio y hace un meditado análisis sobre la alteración de proporciones que, con respecto a los cánones, sufrió el edificio a consecuencia de la modificación del proyecto de Juan de Herrera, sustituyendo los artesonados de madera por las bóvedas de piedra que finalmente se construyeron. No hacen falta conocimientos específicos para comprender que los artesonados proyectados por Juan de Herrera tendrían un espesor de no más de 50-60 Cm. por encima del nivel de las cornisas, mientras que las bóvedas se alzan más de cuatro metros en su coronación, lo que obligó a su constructor; Miguel de Zumárraga; a emplear algunos artilugios constructivos como la inserción de balaustradas sobre la cornisa, que no llegan a neutralizar esa diferencia de espesor. Como indica Lucas Cintora, a pesar de todos los artilugios constructivos, la planta superior es excesivamente alta con respecto a la baja, según los cánones clásicos de proporciones con los que Juan de Herrera proyectó el edificio. Para alojar las bóvedas se peralta el segundo cuerpo de las fachadas, haciéndolo incluso más alto que el primero, desproporción que advierte Lucas Cintora y que pasa desapercibido a la mirada común. La altura de más se camufla con un remate ejecutado sobre las ventanas de la planta alta, que no tienen las de la planta baja. La composición de la fachada al patio conserva mejor las proporciones de los órdenes elegidos, porque las bóvedas de la galería al patio tienen poca luz y por tanto menos peralte que los constructores fueron capaces de integrar dentro del orden.

    Hemos abordado en esta Tesis cuestiones específicamente arquitectónicas olvidadas por otras disciplinas, como el análisis arquitectónico del propio edificio, su implantación urbana y los procesos constructivos. La ausencia de trabajos que traten sobre estos temas, los errores de interpretación detectados en algunos trabajos y nuestro interés por las relaciones entre el edificio y su entorno, rellenan el hueco que dejan tradicionalmente los historiadores, apoyándonos en las dos herramientas que nos son más útiles, el dibujo y el análisis gráfico.

    En nuestra investigación hemos vuelto sobre los documentos originales para confeccionar una cronología que nos permitiera gestionar nuestra propia base de datos y servir de soporte científico a la representación de la Lonja en los principales hitos de su historia. Con el estudio de la campaña arqueológica sobre el Archivo de Indias, el Metrocentro en la Avenida de la Constitución y la Cilla de la Catedral frente a su fachada norte, hemos dibujado una hipótesis sobre la configuración de este sector en los años previos a la construcción de la Lonja, concretamente 1579, y la transformación que operó sobre el plano de la ciudad.

    Ya dijimos que hemos tratado de “dibujar la historia” haciendo siete fotos fijas de los hitos principales de la arquitectura de la Lonja: Proyecto de Juan de Herrera, edificio realmente construido, conclusión de la obra con detalles decorativos barrocos, deterioro del edificio y ocupación como casa de vecinos en el Siglo XVII, reforma de la planta alta a finales del Siglo XVIII para instalar el Archivo General de Indias, alteraciones espaciales en el Siglo XIX y principios del XX y estado actual. Los dibujos se han integrado en el cuerpo escrito de la Tesis para facilitar su comprensión y lectura, y se incluyen en el anexo de Iconografía.


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