El punto de partida de esta tesis es la preocupación, todavía muy presente en la cultura australiana, por ensayar diferentes posibilidades de definición de lo que puede significar el ser australiano en el mundo contemporáneo. En ella, trato de des-construir los modos más tradicionales de enfocar lo australiano para buscar nuevas perspectivas desde las que poder ofrecer un edificio en que la identidad del país pueda sustentarse de manera más realista y sólida. Para ello, me apoyo en dos de las novelas (las que pueden ser consideradas más australianas) de una autora tan significativa en el panorama australiano de hoy como es Janette Turner Hospital. A partir de estos textos, la tesis investiga los modos en que los conflictos relativos a la construcción de una identidad nacional se analizan a través de los problemas de identidad personal que sufren los personajes, y que se ponen de relieve en sus dificultades de auto-definición y autoafirmación, sus sentimientos de culpa, vergüenza e inseguridad, su utilización de diversos mecanismos de defensa y su delegación de cualquier responsabilidad personal. Dichos conflictos encajan a la perfección con los que ha atravesado el país y que se reflejan, por una parte, en su relación con Europa (muy especialmente, con Gran Bretaña) y Estados Unidos y, por otra, en la establecida entre los australianos blancos y los pueblos aborígenes. Esta última dio lugar a una identidad profundamente marcada por el trauma; mi tesis presta también atención, en consecuencia, tanto a este trauma fundacional de la nación como a las posibilidades de resiliencia que se abren frente a él tal y como, en mi interpretación, se reflejan en los textos.
Por otra parte, la definición o construcción de cualquier identidad, ya sea individual o nacional es, inevitablemente, una cuestión de límites. Mi tesis aborda los modos en que los límites son especialmente relevantes en lo tocante a la identidad australiana, además de estar sumamente presentes, de un modo muy consciente, en la narrativa de Turner Hospital. El paisaje australiano parece ya indicar, por medio de su peculiar naturaleza (en especial, los desiertos y los bosques tropicales, donde los vínculos potencialmente infinitos sustituyen a cualquier idea de frontera o separación), la dificultad de establecer límites. Lo mismo sucede con la historia de Australia que, en cuanto que historia traumática, produce fragmentación y confusión más que límites claros, como demuestra el hecho de que las fronteras del país estén todavía en proceso de evolución.
Como se desprende de lo anteriormente dicho, el concepto de límite puede presentarse como algo positivo y sano, que aporta sentido de identidad y claridad, o como algo negativo, rígido, que constriñe. A ambos puntos de vista, y a su proyección, de múltiples modos, en las novelas objeto de estudio, se les presta atención en la tesis. Igualmente, se exploran los diferentes significados que los límites tienen tanto para la comunidad blanca como para la aborigen (donde adquieren vital importancia en ese conjunto de creencias que se ha dado en llamar Dreaming o Dreamtime ¿ ¿el tiempo de los sueños¿).
Por otra parte, la tesis explora las imágenes centrales de las novelas, la fotografía y los mapas. Muy ligada a los límites, esta imaginería lo está también con la mirada, de modo que se estudia igualmente la doble articulación de la mirada como instrumento al servicio del poder institucional o como herramienta flexible para la subversión. Del mismo modo, he dedicado considerable espacio a la estructura de las novelas, que no puede ser sino una cuestión de límites. En este sentido, he investigado los procedimientos, poco ortodoxos, que Turner Hospital utiliza para estructurar sus novelas, tales como su peculiar uso del tiempo, del espacio, o de ciertos símbolos. Además de estos procedimientos, defiendo que la estructura de las novelas descansa también sobre un andamiaje construido sobre esa peculiar manera de relacionarse con la vida a la que antes me he referido como Dreaming.
Para llevar a cabo los diferentes aspectos de mi trabajo de investigación, he utilizado los procedimientos de la crítica colonial y post-colonial, la teoría del trauma y de la resiliencia, muy ligada esta última la crítica de corte ético, que también he utilizado abundantemente, en especial el concepto de la responsabilidad. A su vez, la preocupación con el asunto de la responsabilidad no puede sino acabar desembocando, especialmente en el siglo XXI, en la ecocrítica, instrumento que también he utilizado y que se revela, en muchos sentidos, como una versión moderna de la sabiduría aborigen ya contenida en el Dreaming. Por último, y partiendo también del concepto de responsabilidad, he utilizado igualmente el aparato teórico de la Terapia Gestalt.
Mi estudio me ha llevado a concluir que, si tomamos ambas novelas de modo conjunto, puede observarse un doble movimiento que tiende a hacer vacilar los límites del poder instituido. Por una parte, la progresión de The Last Magician a Oyster dibuja una evolución desde el padre colonial (cuyo dominio se refleja en la lectura metafórica de The Last Magician que he llevado a cabo en mi primer capítulo) hacia la madre post-colonial. Se trata de una evolución hacia valores ligados a la naturaleza y a la des-construcción de polaridades culturalmente muy bien establecidas en Occidente, y que, por lo tanto, nos acerca, de nuevo, a los valores de las comunidades aborígenes. Por otra parte, y como ampliación del movimiento anterior, puede trazarse también una evolución desde el poder externo y sus diversas manifestaciones (que determinan desde la economía mundial hasta los aspectos más íntimos de la vida de las personas) hacia modos de poder más bien internos, incluyendo el poder de los sentimientos y las emociones, la intuición y la naturaleza. En esta lectura, las novelas nos invitan a recuperar el poder interno, no como opuesto a, sino como condición sine qua non para poder ejercer también cualquier tipo de poder social o económico. Muy en la línea, de nuevo, del pensamiento aborigen (así como también de la Gestalt o de otras filosofías como el Zen), las novelas desafían la polaridad dentro/fuera, individual/nacional, sobre la que se asientan nuestras sociedades. En este sentido, se defiende una posición más cercana a Foucault que a Levinas; una posición, quizá, más realista en su concepción de la responsabilidad (que, de nuevo, se acerca más bien a la propuesta por la psicoterapia Gestalt), ya que descansa, no sobre una idea de la responsabilidad hacia el Otro como ilimitada, a lo Levinas, sino basada en la consciencia y la responsabilidad individual desde el aquí y ahora.
Aunque, por supuesto, estas conclusiones aspiran a ser de utilidad general, no limitada a lo australiano, su relevancia es especialmente clara en lo que atañe a este país. Se trata, básicamente, de hacer una invitación para que Australia pueda poner fin a ese deseo, tan resaltado por estudiosos y críticos, de ¿estar a la altura de¿, de ¿ponerse al nivel de¿. Este deseo resalta de manera especial en las relaciones del país con Gran Bretaña y Estados Unidos, pero también con los países asiáticos de los que, si bien Australia se encuentra geográficamente más cercana, no por ello deja de ocupar una posición igualmente conflictiva en lo que a identidad nacional se refiere. A nivel alegórico, las novelas nos muestran cómo, si un país ha de madurar, tendrá que hacerlo del mismo modo que las personas: resistiéndose, oponiéndose, eligiendo lo que quiere llegar a ser en lugar de tratar de vivir con arreglo a los deseos de otros.
Se trata, en definitiva, de esa necesidad, compartida por los personajes de las novelas de Turner Hospital, de recuperar el propio centro. Tal necesidad coincide con la expresada en la ¿Declaración Australiana para la Reconciliación¿: ¿Deseamos un futuro en el que todos los australianos disfruten de sus derechos, acepten sus responsabilidades, y tengan la oportunidad de actualizar todo su potencial¿. Se habla aquí de la responsabilidad hacia el otro como consecuencia necesaria de la aceptación de la responsabilidad sobre uno mismo, que es, en el fondo, la única manera de sanar el trauma y de que puedan crearse nuevos mapas y nuevas imágenes de Australia con el fin de configurar nuevas identidades posibles y trazar límites más sanos.
Para algunos, esto debe intentarse desde posiciones de las que disiento por parecerme innecesariamente radicales. Tal es el caso de quienes, como Judith Wright, mantienen que, para que se complete el proceso de Reconciliación, la mente europea debe morir, absorbida por el suelo australiano contra el que luchó. Mi tesis se mueve más en el entorno de posiciones como la articulada por Homi Bhabha y su búsqueda de un ¿tercer espacio¿ híbrido que, en Australia, estaría alimentado tanto por las identidades negras como por las blancas. Para ello, sería necesario desdibujar las fronteras excesivamente claras de culturas que han vivido enfrentadas durante largo tiempo. Es igualmente necesario que el australiano blanco se decida a poner en práctica el enraizamiento, tan gestáltico, en el aquí y ahora, en lugar de vivir, como ha sucedido durante muchas décadas, atrapados por las imágenes del ¿allí y entonces¿ (trampa en la que caen también, repetidamente, los personajes de las novelas).
Para concluir, sostengo que las novelas de Turner Hospital invitan al lector a superar las polaridades (nacionales, geográficas, culturales, emocionales¿) que nos limitan, lo que equivaldría, por usar la formulación de Dilma Rousseff, a ¿romper los límites de lo posible¿. Ésta es la razón por la que, en medio de los oscurísimos mundos que retrata en sus novelas hay, a pesar de todo, un rayo de esperanza que se plantea, con enorme fuerza, como un imperativo ético. Sólo desde aquí es posible empezar a re/des/construir una nueva identidad que nos lleve, tanto a nivel individual como a nivel nacional, del trauma a la resiliencia.
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