La evolución de la tecnología audiovisual y el desarrollo de un mercado plagado de nuevas ofertas y modos de consumo condicionan la producción cinematográfica de los noventa. La industria no arriesga y se aferra a fórmulas de éxito que traen consigo la repetición y el agotamiento. El individuo vive inmerso en una cultura iconocéntrica y fagocita imágenes con tal rapidez que es difícil atrapar su atención. En este contexto, Coppola afronta un reto doble, de un lado, revista de manera creativa la tradición y ofrece una nueva visión de un arquetipo clásico, y de otro, mantiene el equilibrio entre producción artística y éxito comercial. Esta tesis describe el proceso de construcción de Drácula de Bram Stoker en torno a dos ejes. El primero es la adecuación de los dispositivos del cine postmoderno y la articulación de un tejido fílmico que pretende emocionar al espectador. Y el segundo es la transformación de una historia de terror en una fábula maravillosa de amor inmortal. El film es un ejercicio visual enciclopédico que recupera la inconografía de finales del XIX y construye un drama romántico en el que los personajes y los microcosmos se ajustan los parámetros de esta visión decadente. Desde este primas, la figura del héroe maldito se impone frente a los representantes de la sociedad occidental y destaca el tratamiento de los personajes femeninos. Drácula de Bram Stoker despliega un abanico de modelos femeninos que ilustran la sexofobia romántica y aportan una gran carga erótica a la película.
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