El director de escena belga Alain Platel (1956) inspirado en su pasado como psicopedagogo rescata su experiencia con niños discapacitados y descubre su interés por el poder emocional de los deforme, a lo que él denomina ¿la belleza en la fealdad¿. Busca un lenguaje físico que haga conectar a los seres humanos en un nivel profundo e íntimo más allá de las palabras, un lenguaje que nos aproxime en sensibilidad y solidaridad. Se inspira especialmente en la música y propone un gran contraste entre música clásica e imágenes banales. Juega con los dos polos, desde el placer hasta el sufrimiento y en su afán de comunicar y compartir con el público, surge el poder comunicador de las emociones.
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