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Resumen de Metafísica de la felicidad de Carlos Cardona. Una cuestión controvertida

Rosario Sánchez Muñiz

  • La obra de Carlos Cardona posee una profunda unidad interna derivada de sus convicciones metafísicas, por lo que en el presente trabajo he seguido la secuencia cronológica de sus libros para entresacar de ahí su doctrina sobre la felicidad que se dibuja en el horizonte de su ética-metafísica, Cardona no trata directamente el tema de la felicidad porque lo considera un efecto, una consecuencia.

    A través de nuestro recorrido descubrimos su enfoque particular, que se sitúa en continuidad con Tomás de Aquino, tomando en cuenta el dato revelado, no como principio a partir del cual se prueban otras verdades, sino como ilustración de que su investigación se refiere a la totalidad de lo que existe, a este respecto se declara deudor de Gilson.

    Bastantes de sus juicios se presentan en tono polémico, haciendo referencia al pecado original. De esta manera Cardona corre el riesgo de dejar descontentos a todos, pues a los defensores de la pureza del saber filosófico, la consideración de las verdades reveladas, aunque sea extrínseca, se les antojará una injerencia indebida de la fe en los dominios que corresponden al entendimiento y la razón: por lo que la presunta filosofía de Cardona quedará descalificada. En el extremo opuesto, quienes están habituados a poner entre paréntesis la caída original, y, como consecuencia, desconocen el alcance del entendimiento sanado, considerarán que lo que Cardona expone como fruto del saber natural, en el fondo proviene de la fe.

    Para él la confusión proviene de que se vive con categorías distintas de aquellas con las que se piensa cuando se escriben los libros; una de las consecuencias más escandalosas de su forma de pensar es la prioridad concedida al amor en el quehacer filosófico en dos sentidos: como tema casi prioritario de sus escritos más metafísicos y la pretensión de que el motor y, en cierto modo, la condición indispensable (aunque no suficiente) de la rectitud del saber, es asimismo un buen amor. Frente a ciertas objeciones originadas por esta postura, Cardona no excluye el momento estrictamente teorético del buen hacer filosófico, más bien estima que, justo para serlo, ha de estar orientado por el amor. Y como lo verdadero no se distingue de lo bueno, el amor a la verdad lleva consigo, casi en perfecta identidad, el amor a la realidad tal como es y, muy en particular, a cada persona.

    Estimo que ¿para señalar los momentos centrales que estructuran mi propia investigación sobre la felicidad¿ no es necesario exponer sino el siguiente párrafo, con el que asimismo resumo lo fundamental del pensamiento de Cardona al respecto: «El hombre sabe ya quién es, de dónde viene y a dónde va, y sabe que para ir debe querer: sabe que es una empresa confiada a su libertad. Dios le llama y le auxilia, pero ha hecho al hombre amoroso y requiere su amor para la unión de amistad a que le destina. Sólo amorosamente se llega al Amor. A Dios sólo se le puede conocer si se le ama, porque Dios es Amor» .


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