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Estudio del tratamiento de la violencia machista en los informativos de televisión

  • Autores: Susana Moreno Pachón
  • Directores de la Tesis: Max Römer (dir. tes.), Elisa González Galán (codir. tes.)
  • Lectura: En la Universidad Camilo José Cela ( España ) en 2016
  • Idioma: español
  • Tribunal Calificador de la Tesis: María del Carmen García Galera (presid.), Antonio Nicolás Marchal Escalona (secret.), Alicia Gómez Montano (voc.), Gonzalo Velasco (voc.), Ana M. Garrocho Salcedo (voc.)
  • Programa de doctorado: Programa Oficial de Doctorado en Publicidad y Relaciones Públicas
  • Materias:
  • Texto completo no disponible (Saber más ...)
  • Resumen
    • “Ana Orantes Ruiz, de 60 años, falleció ayer calcinada en la localidad granadina de Cúllar Vega. Su ex marido, José P.A., la prendió fuego después de rociarla con gasolina en el chalé que compartían, la mujer arriba y el marido abajo, desde la separación. El hombre se entregó a la Guardia Civil después de perpetrar su venganza por las declaraciones de la víctima a un popular programa de televisión regional. Allí narró los malos tratos a los que estuvo sometida por el agresor durante los largos años que duró el matrimonio” (El País, 18-12-1997).

      Esta noticia, aparecida en todos los medios de comunicación el 18 de diciembre de 1997 pone voz y rostro a la violencia machista, que siempre había estado encerrada en el ámbito privado de la familia. A partir de ese momento, la sociedad toma conciencia de la gravedad de una lacra que era necesario combatir gracias a que los medios de comunicación incluyen la violencia machista en sus agendas y dejan de tratar el asunto como un suceso que se explota en un programa de carga emocional para trasladarlo a las páginas y secciones de Sociedad en los periódicos e informativos de televisión respectivamente.

      Hasta el momento, la práctica periodística de los años 60 y 70 seguía la corriente objetivista basada en la máxima “los hechos son sagrados, pero las opiniones libres”, por la cual el periodista capta la realidad y la muestra al público sin ningún tipo de distorsión. Sin embargo, con los años 80 irrumpe una nueva visión de la relación entre los hechos y el periodista que los investigadores recogen en la teoría del Enfoque o Framing, planteada por Bateson (1972) en la disciplina de psicología cognitiva, aplicada por Goffman (1974) al campo de la Sociología y trasladada por Tuchman al ámbito periodístico a través de un símil en el que compara la noticia con una ventana que nos muestra la realidad.

      Por tanto, este autor rechaza la corriente objetivista y plantea que las noticias son percepciones de la realidad influidas por la ideología del periodista, su estilo, su lenguaje, el uso de fuentes, el funcionamiento del medio en el que trabaja y muchos otros condicionantes objetivos y subjetivos.

      El caso de Ana Orantes dibuja un antes y un después en el tratamiento de la información sobre violencia machista renovando el fondo y la forma de las noticias y, a nuestro modo de ver, dejando paso a la teoría del Enfoque. A partir de esa muerte, la visibilidad de la lucha contra esta lacra social aumenta en los medios de comunicación, y la conciencia colectiva despierta provocando una serie de cambios a partir de 1997.

      A día de hoy los medios han evolucionado, pero siguen apareciendo elementos distorsionadores que apartan la atención de la sociedad del verdadero problema. La vocación didáctica de los mass media debe dar un paso más para eliminar esa lacra, reenfocando las noticias para criminalizar al agresor y evitar el efecto narcotizante, resituándolas en lugares preferentes dentro de los medios de comunicación y sacudiendo a la opinión pública para que no tolere ni justifique en ningún modo este triste fenómeno.

      En el caso de la violencia machista, parece que nos acercamos a la fase de “decrecimiento del interés público” a tenor de la valoración del problema que hacen los ciudadanos a través del CIS que, en su Barómetro de julio de 2015, situaba la violencia contra la mujer a partir del puesto 25 de la percepción que los españoles tienen de los principales problemas de nuestro país. Nos hemos propuesto comprobar qué responsabilidad tienen los medios de comunicación en esta baja percepción. Hemos elegido el medio televisivo en concreto por ser el cauce más influyente entre la ciudadanía: Según datos del Observatorio de Violencia sobre la Mujer (2012), un 88,2% de los ciudadanos se informa de los casos de violencia de género en primer lugar a través de la televisión. Este mayor impacto se produce porque la imagen desencadena una percepción y respuesta más directa, de manera que hay que cuidar mucho más el enfoque de la noticia, eliminar los datos superfluos, los testimonios que puedan justificar la actitud del agresor, las expresiones condenatorias hacia la víctima y los recursos narrativos morbosos.

      Hemos seleccionado todo el año 2012 y las cinco cadenas de televisión nacionales (Televisión Española, Antena3, Telecinco, Cuatro y LaSexta) y hemos analizado los 3.660 informativos emitidos de lunes a domingo en las ediciones de mediodía y noche, bajo criterios cuantitativos en los que hemos incluido la observación de 8 variables distintas. La investigación se ha completado con una parte cuantitativa que han aportado las entrevistas con 26 preguntas a los responsables de los servicios informativos de las cinco cadenas, y cuatro expertos en violencia de género (dos de ellos del ámbito judicial, uno del ámbito policial y otro del ámbito político).

      Lo primero que detectamos es que los análisis cuantitativo y cualitativo discurren por caminos diferentes: una cosa es lo que reflejan las estadísticas, y otra es la opinión que hemos recogido al respecto y el resultado de las dos encuestas con las que hemos trabajado. Es decir, se reconoce que en la última década los medios de comunicación han llevado a cabo importantes esfuerzos por definir mejor el concepto de violencia machista e introducirlo en las agendas políticas, pero nos encontramos en un estancamiento del que es necesario salir con nuevo retos y planteamientos.

      Por lo que respecta a los elementos con los que cuenta el periodista para hablar de violencia machista, este estudio pone de manifiesto que no todos son los adecuados: Utilizar imágenes del cuerpo de la víctima (se ha hecho hasta en el 53% de las ocasiones durante 2012) roza el sensacionalismo y perjudica a la mujer asesinada; incluir testimonios de vecinos y allegados solo contribuye a que la audiencia busque atenuantes para el agresor; arrancar el texto de las noticias señalando a la víctima más que al agresor, así como la ausencia de imágenes de juicios a los verdugos, contribuyen a retratar el problema de la violencia machista sea percibido por la ciudadanía como un hecho lejano e impune. Además, el hecho de no disponer de datos de sentencias condenatorias dejan una explicación incompleta del triste fenómeno.

      Por el contrario, emplear testimonios de expertos en la materia, señalar al agresor como el verdadero protagonista de la historia, colocar las noticias fuera de la sección de Sociedad y destacarlas en titulares, disponer de imágenes del momento del juicio al agresor (respetando la presunción de inocencia) y disponer de códigos de autorregulación comunes a todos los canales, sí demostrarían un frente común de lucha contra esta lacra.

      A lo largo de esta investigación comprobamos en qué porcentaje se cumplen unas y otras prácticas y ponemos de manifiesto la diferencia entre lo analizado estadísticamente y el discurso contrario que ofrecen los responsables de las televisiones nacionales del país.

      Analizamos, además, la efectividad de las campañas contra el maltrato en televisión y el grado de cumplimiento de protección a las víctimas, educación en igualdad en las aulas y métodos de prevención de la violencia como necesidades complementarias al papel que desempeñan los medios de comunicación para forjar una sociedad de respeto e igualdad entre sexos.


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