Desde las primeras civilizaciones organizadas, la inquietud de los hombres por alcanzar objetivos deseados y nunca antes conseguidos, así como la aspiración de éstos por controlar la manera de lograr dicha empresa, ha constituido todo un hándicap sociológico que se ha venido reproduciendo a lo largo de la historia, hasta nuestros días, en todos los órdenes de la vida.
El modo de afrontar esos retos, ha constituido también una difícil tarea en la que se ha encontrado inmerso, con especial protagonismo, el comercio de épocas pasadas y el mundo de los negocios en otras más recientes y contemporáneas. En concreto, los negocios inicialmente y más tarde las empresas, en su afán por lograr los retos formulados y de controlar las acciones necesarias para conseguirlos, han venido utilizando, en algunos casos de forma tácita, y en otros de manera expresa, la concepción intangible de sistemas de gestión como el medio genérico desde el que aprovechar y desarrollar el potencial y las capacidades existentes en las organizaciones.
Uno de los procedimientos insertos en esta noción denominada sistema de gestión que mayor peso histórico ha tenido en el mundo moderno, y que como veremos a lo largo del presente trabajo, aún continua teniendo, es la gestión presupuestaria. A través de ésta, fundamentalmente desde el nacimiento de la empresa como unidad económico-social con fines de lucro, se ha pretendido establecer científicamente las líneas generales y particulares de actuación a corto, medio y largo plazo, asignar correctamente los recursos necesarios para alcanzar los objetivos determinados y ambicionados por los titulares y dirigentes corporativos, y evaluar los resultados logrados, así como el rendimiento alcanzado, transcurrido el periodo de tiempo considerado.
Tanto ha sido esto así que, si bien se puede afirmar que para la empresa en su conjunto la gestión presupuestaria ha constituido, y de hecho constituye, el eje central de la mayoría de los sistemas de gestión empresarial, así como la esencia de las políticas de gestión de prácticamente todas las empresas del mundo actual, durante las últimas décadas, principalmente en el siglo XX, el mundo de la empresa se ha acostumbrado a un protocolo presupuestario tal, que para muchos académicos y profesionales, ha obstruido e incluso en algunos otros casos diezmado la capacidad de desarrollo de las organizaciones.
Tradicionalmente, se ha aceptado la idea de que, para las empresas y su correcta evolución, la gestión presupuestaria constituye un procedimiento necesario a partir del que tomar decisiones acertadas y a través del que controlar las funciones llevadas a cabo por las mismas. A pesar de todo, si bien a lo largo de la segunda mitad del pasado siglo XX ya recibió bastantes críticas desde la investigación y la experiencia profesional, no es hasta los años noventa cuando la sistemática presupuestaria comenzó a sufrir los ataques más agresivos y el mayor número de opiniones en contra. En este sentido, son cada vez más numerosas las posturas críticas al respecto de su proceso de elaboración, así como sobre el beneficio que del mismo se extrae.
Se postula que, a pesar de los significativos avances que en los sistemas de gestión se han producido en las últimas décadas, la sistemática presupuestaria se ha alejado de su concepción original y quedado obsoleta ante los nuevos acontecimientos socio-económicos, políticos, geográficos, medioambientales y gubernamentales. La realidad sobrepasa una y otra vez a los presupuestos. Reproduciendo a Peter F. Druker (véase Hope, 2006), en la moderna sociedad post-capitalista se da por hecho que el conocimiento ha de ser actualizado continuamente, para de este modo no incurrir en estados de obsolescencia que contribuyan a generar desajustes entre presupuesto y realidad.
Las críticas convergen en que se trata de un procedimiento que compromete en exceso los recursos corporativos y que con excesiva frecuencia sus objetivos se encuentran desvinculados de las estrategias diseñadas por la empresa. Es decir, se asignan y consumen más recursos de los necesarios, al tiempo que prima la consecución del presupuesto sobre el logro de las metas estratégicas.
Concretamente a este respecto, tal y como tendremos oportunidad de exponer en el presente trabajo, se distinguen dos corrientes críticas que, aunque parten de filosofías diferentes, participan de la premisa de que presupuestar del modo que se ha venido haciendo tradicionalmente, se ha quedado desfasado para el nuevo contexto productivo al que se enfrenta la empresa moderna.
En cuanto a las filosofías referidas, una de dichas corrientes, a la que denominaremos moderada, participa de la ideología de perfeccionar la gestión presupuestaria a través del desarrollo de nuevas metodologías, herramientas técnicas y principios de gestión. Respecto a la segunda, a la que calificaremos de renovadora, cimienta su doctrina en la paradójica y antagónica idea radical de abolir el sistema presupuestario empresarial, y suplantarlo por una serie de principios asentados sobre la base de aplicar procesos adaptativos y descentralizados de gestión. Gran parte de la culpa de que esto suceda, se les ha venido imputando a los directores financieros (véase ej. Charan y Colvin, 1999; Horváth y Sauter, 2004; Hope y Fraser, 2004; Hope, 2006; Axon, 2007). En opinión de algunos tratadistas, los directores financieros han convertido los presupuestos en contratos de rendimiento fijo que obligan a los responsables de las empresas a todos los niveles, a comprometerse con unos rendimientos financieros establecidos de ante mano. Ante esta situación, y como alternativa a la sistemática presupuestaria tradicional, desde las posiciones críticas antes señaladas, se propone orientar a las empresas hacia un nuevo marco presupuestario más dinámico, perfeccionado, adaptativo y descentralizado. Es decir, se trata de ofrecer modelos alternativos de gestión, cuyas principales premisas se cimienten en la determinación de objetivos y recompensas relativas, en la puesta en práctica de una planificación continua orientada a la estrategia, en apoyar la mejora continua gradual y la innovación, en la asignación de recursos según demanda, en desarrollar y defender un estado de conductual coherente, en la coordinación multifuncional de la empresa, en añadir valor a la empresa al tiempo que se planifica y presupuesta, y en una gran variedad de controles multinivel. En definitiva, transferir la responsabilidad sobre el beneficio institucional desde el centro corporativo hasta las unidades de negocio.
Sin embargo, y a pesar de que esta alternativa de gestión es aceptada y reconocida por buena parte del mundo de los negocios, la mayoría de las empresas a nivel mundial continúan utilizando la sistemática presupuestaria desde una perspectiva tradicional si bien, con alguna que otra evolución significativa. En general, se puede decir que hoy en día los presupuestos siguen jugando un papel sumamente importante en la mayoría de las empresas y que incluso ha ganado importancia en lugar de perderla. ¿Por qué?. Quizás, porque aún hoy se siguen viendo más riesgos que oportunidades, ante la idea de llevar a cabo una nueva configuración de los sistemas presupuestarios, tal y como muestran ciertas investigaciones recientes.
Todo lo descrito, por tanto, parece suscitar un dilema en la comunidad científica y profesional relativo a si continuar apostando por un marco presupuestario tradicional, o encaminar los esfuerzos profesionales hacia el desarrollo de uno nuevo más dinámico, adaptativo y descentralizado.
Aquí es donde, ante esta situación, queremos enmarcar nuestra investigación, ya que consideramos de interés científico para nuestro área de conocimiento, en primer lugar, realizar un exhaustivo estudio de ambas corrientes científicas y de las disyuntivas de gestión por éstas presentadas, y por ende, una exploración del estado actual de la gestión presupuestaria corporativa internacional, tanto desde la perspectiva académica, como desde la profesional, con el objetivo principal de investigar, en segundo lugar, la situación actual y dirección tomada por la investigación española en este tema, y el estado de la práctica en aquellas empresas de mayor capacidad estratégica, operantes en nuestro país.
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