La Guerra Fría, no sólo fue un enfrentamiento polítíco-militar entre dos grandes superpotencias, también fue el marco de una cruda batalla ideológica entre dos modelos políticos, sociales y económicos totalmente antagónicos. El mundo intelectual se dividió en el mismo plano que la división política.
La Revolución Soviética hipnotizó la imaginación de todos los progresistas del mundo y les condujo a aplaudir la transformación gigantesca que exigía sobre la condición humana. Tras la Gran Guerra se habían perdido los viejos valores. Pero esa necesidad moral fue captada y manipulada, a un nivel desconocido hasta entonces, por el genio propagandístico de la Internacional Comunista Willi Münzenberg.
Tras la II Guerra Mundial Estados Unidos y Gran Bretaña temiendo que el mito de la superioridad ética y cultural comunista arraigase en toda Europa impulsó desde 1940 el deslizamiento de intelectuales hacia su campo. Así el Congreso por la Libertad Cultural, gracias a muchos trotskistas exiliados, creó una nueva ideología, la izquierda no comunista, que en América fue la base del Partido Socialdemócrata Americano, Fromm creó el programa político, que entraría a formar parte del Partido Demócrata, donde Fromm participó como asesor en la presidenciales de 1968. Posteriormente una facción más dura dentro del Congreso por la Libertad Cultural y del Partido Demócrata se escindieron tanto para llevar a Ronald Reagan a la Presidencia de los Estados Unidos con el Partido Republicano como al nacimiento del movimiento neoconservador.
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