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La vida cotidiana en el mundo rural de Andalucía oriental: resistencias cotidianas, políticas del “consenso”, control socio-moral y aprendizaje democrático (1939-1979)

  • Autores: Gloria Román Ruiz
  • Directores de la Tesis: Miguel Ángel del Arco Blanco (dir. tes.), Miguel Gomez Oliver (dir. tes.)
  • Lectura: En la Universidad de Granada ( España ) en 2018
  • Idioma: español
  • Tribunal Calificador de la Tesis: Francisco Cobo Romero (presid.), Teresa María Ortega López (secret.), Daniel Lanero Táboas (voc.), Ángela Cenarro Lagunas (voc.), Peter Anderson (voc.)
  • Programa de doctorado: Programa de Doctorado en Historia y Artes por la Universidad de Granada
  • Materias:
  • Enlaces
    • Tesis en acceso abierto en: DIGIBUG
  • Dialnet Métricas: 4 Citas
  • Resumen
    • Esta tesis doctoral trata de atender a la forma en que los hombres y mujeres del mundo rural andaluz experimentaron la dictadura franquista, esto es, a sus múltiples vivencias subjetivas e individuales durante el periodo 1939-1979. Para ello, parte de la hipótesis de que quienes vivieron bajo el régimen de Franco albergaron actitudes sociopolíticas plurales y cambiantes hacia la dictadura. Las percepciones populares fueron mutando en función de las diferentes características y medidas que fue adoptando el franquismo, así como a lo largo de su dilatada existencia. De esta forma, un mismo individuo pudo sostener simultánea o sucesivamente actitudes consentidoras y disidentes respecto a distintas políticas y en distintos momentos de la dictadura. E incluso cuando se mostraron aquiescentes o resistentes no lo hicieron sin fisuras, sino que dejaron espacio para las “zonas grises”. En definitiva, se trata de rescatar la prácticas políticas e infrapolíticas que los habitantes “normales” pusieron en marcha en el transcurso de sus vidas cotidianas, sin perder de vista la complejidad y el dinamismo del sentir popular hacia el régimen.

      En primer lugar, partimos de la hipótesis de que a pesar de vivir encorsetados bajo estructuras dictatoriales, los hombres y mujeres del agro que vivieron en la España de Franco lograron mantener su capacidad de agencia y plantear pequeñas acciones de resistencia en el ámbito de sus vidas cotidianas cuando estimaron una situación como injusta o perjudicial. Y lo hicieron con el objetivo de preservar o mejorar sus condiciones materiales de vida, pero también de defender sus valores ideológicos, hallar espacios de libertad en los que no tener que ocultar su verdadera identidad, o mantener su dignidad. Así, de un lado, expresaron su malestar o descontento con la autarquía y la política agraria de la década de los cuarenta, la política de repoblación forestal impulsada por la dictadura desde los años cincuenta, la contaminación radiactiva que trajo consigo el accidente nuclear de Palomares (Almería) de 1966, o el sindicato vertical en el campo. De otro lado, exteriorizaron su disconformidad con el relato oficial mantenido por la dictadura acerca de los días de la guerra y la posguerra; con la religiosidad oficial, lo sagrado y el nacionalcatolicismo; o con la pretensión de regular o prohibir fiestas populares como el carnaval por su supuesto componente subversivo.

      En segundo lugar, asumimos que la dictadura puso en marcha una serie de medidas encaminadas a “seducir” a la población, en buena medida para tratar de frenar las expresiones críticas y de atraer a los sujetos resistentes a la causa de la “Nueva España”. En este sentido, destacaron las políticas sociales, caso de la beneficencia de posguerra canalizada a través de Auxilio Social, las “traídas de aguas” a los pueblos desde comienzos de la década de los sesenta y, sobre todo, de la construcción de viviendas sociales, que cobró especial impulso a partir de 1960. De forma complementaria, el régimen de Franco adoptó otras estrategias para su propia legitimación y perduración en el tiempo, como la socialización juvenil a través de las delegaciones falangistas del Frente de Juventudes (FJ) y la Sección Femenina (SF), o el sindicalismo agrario de las Hermandades Sindicales de Labradores y Ganaderos (HSLG). En esta tesis doctoral nos preguntamos por los resultados y por las recepciones “a ras de suelo” de todas estas políticas y estrategias del “consenso”, tratando de dilucidar hasta qué punto resultaron exitosas a la hora de convencer a la población.

      Paralelamente a la puesta en marcha de estas políticas que proyectaban la cara más magnánima del régimen, la dictadura de Franco practicó un fuerte control socio-moral sobre la población, especialmente sobre las mujeres. Y en aquella ardua tarea de vigilancia y castigo de los comportamientos estimados transgresores de la moral del nacionalcatolicismo contaron con la inestimable colaboración de los vecinos “corrientes”. Estos “guardianes de la moral” sin uniforme desplegaron sus cinco sentidos tanto en los espacios públicos como en los privados de la vida cotidiana y se valieron de mecanismos de control como la denuncia, la delación, el rumor o el chisme. En caso de ser descubiertos, los contraventores de la moral normativa se exponían a la sanción popular de su propia comunidad, que a menudo resultaba más temida incluso que la de carácter oficial. El hecho de que, a pesar de vivir en un clima altamente asfixiante, fueran capaces de preservar su moral individual cuando ésta entraba en contradicción con la moral hegemónica franquista pudo allanar el posterior camino hacia la conquista de las libertades individuales y la liberación sexual de los años setenta.

      Por último, esta investigación se interroga por las formas en que los habitantes del agro se familiarizaron con pautas pre-democráticas durante el tardofranquismo y la transición. Para ello ahonda en algunas de las principales “escuelas de democracia” en el mundo rural, como el aula escolar, el centro cultural, el tajo, la parroquia o el salón parroquial; y arroja luz sobre el papel desempeñado por los “maestros” o agentes democratizadores, caso de muchos profesores, alumnos, trabajadores o párrocos rurales. Se trata de dilucidar cómo, a través de la articulación del conflicto, los habitantes del agro aprendieron valores y prácticas democráticas como la participación, la negociación o el debate; y tomaron conciencia de que sus problemas cotidianos no podrían ser resueltos bajo la dictadura. Además, analizamos las interconexiones ciudad-campo, partiendo de la hipótesis de que el mundo rural no se movilizó siempre ni exclusivamente ante los ecos que llegaban desde el ámbito urbano, sino que en ocasiones tuvo dinámicas específicas.


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