Zubiri plantea la voluntad de fundamentalidad a partir del despliegue de la inteligencia sentiente. Reinterpretando la diferencia ontológica heideggeriana en términos de talidad y transcendentalidad, Zubiri afirma que la singularidad de la impresión humana radica en que no se agota en los contenidos concretos que la afección sensible nos presenta, sino que también se nos da una formalidad inespecífica que trasciende todo contenido y que identifica como presencia de la realidad en la impresión. Por otra parte, la dimensión transcendental de la persona supone el progresivo despliegue de la voluntad de fundamentalidad constitutiva del hombre que nos sitúa en el problemático horizonte de la realidad-fundamento. Es la coactualización del problema de Dios como fundamento en la actualización del problema del hombre. En definitiva, más allá de planteamientos ontoteológicos, lo que la intelección muestra en este caso es la realidad de Dios como posible fundamento en la construcción del yo.
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