Con el siglo XVII se efectúa un cambio de gusto, una renovación del estilo arquitectónico, el clasicismo, que se configura durante el reinado de Felipe III procedente del foco de la Meseta Norte y que se extiende hacia las regiones septentrionales de la Península, incluida Aragón a donde llega a finales de la década de 1590. De este nuevo vocabulario constructivo son un magnífico ejemplo la mayoría de los conventos turiasonenses estudiados, y que han merecido, en primer lugar, un estudio pormenorizado, y en conjunto, posteriormente.
Estos asentamientos religiosos corresponden a tres de las órdenes reformadas o creadas durante la Contrarreforma: el Colegio de la Compañía de Jesús dedicado a San Vicente mártir y fundado en 1591; el cenobio de capuchinos de San José, establecido en la ciudad en 1599; el convento de carmelitas descalzas de Santa Ana, en 1599; la clausura de carmelitas descalzas de San Joaquín, en 1632; y el convento de carmelitas descalzos de Santa Teresa de Jesús, trasladado a Tarazona en 1680 desde la cercana localidad de Novallas.
Además de analizar la introducción de este nuevo lenguaje arquitectónico en los cenobios turiasonenses, se procede a estudiar la pintura y la escultura que los decora. Asimismo, nos situamos en la Tarazona de los siglos del barroco dando noticia exacta del origen y primeros pasos de estas construcciones y de la composición de los diferentes elementos, e indagamos en su transformación a lo largo del tiempo, llegando hasta nuestros días. De igual forma, recreamos el fecundo ambiente artístico turiasonense de los siglos XVII y XVIII.
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