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Resumen de "Visiones del alma. De lo sublime y lo ""numinoso"" en la obra de Mark Rothko"

Helena Cañadas Salvador

  • En Visiones del alma, de lo sublime y lo “numinoso” en la obra de Mark Rothko partimos con la voluntad de pensar cuál es la aventura que vivimos ante una obra de arte con sed de Absoluto, comprometida con la expresión de un mundo interno y en íntima conexión con lo misterioso y en la que el artista explora nuevos modos de expresión, libres y abstractos. Cuando la obra de arte, en definitiva, se vuelve hacia lo que podríamos pensar sin imagen, pintando lo invisible.

    Es la obra de Mark Rothko la que nos ha llevado a la voluntad de explorar por qué el arte tiene la habilidad de emocionarnos y dejar en nosotros una huella profunda. Por eso, partimos del deseo de explorar el encuentro entre obra y espectador, conscientes del reto que supone elaborar un análisis que se funda en la emoción estética. Así, pensar cómo podríamos ponernos frente a estas obras y encontrar un sentido, a pesar de, y asumiendo, un aturdimiento y una desorientación que les es esencial. De manera que podamos encontrar vías que nos ayuden a pensar cómo podemos vivir las obras en su misterio.

    Es así que en el primer capítulo de la tesis, la obra de Mark Rothko es la que nos guía en su presentación, siendo como es nuestro objeto de estudio principal. Tomando las pinturas como punto de apoyo, deberemos conjugar en el discurso múltiples niveles de información, ya sea consideraciones relativas tanto al contexto histórico y artístico, como a su propia trayectoria individual y personal. Esto no se debe simplemente a una presentación del artista, que podría encontrar, no obstante, una justificada presencia en la tesis, sino que se hace necesario estando la creación artística de Rothko inseparablemente unida a su existencia. Dejando que las obras guíen el análisis desde un punto de vista cronológico, se hace oportuno distinguir y caracterizar brevemente las diversas etapas creativas por las que su obra evoluciona.

    Se llega, así, al necesario análisis de la obra de Rothko a través de los “riesgos de lo sublime” que tomamos especialmente de Baldine Saint Girons. Lo sublime revela unas impresiones y sentimientos cercanos a lo que sucede ante una obra de Rothko. Asimismo, permite situarnos en una perspectiva que no se funda en lo bello, pues no podría ésta dignificar la experiencia que tenemos. De manera que nos vemos llevados a analizar cómo lo sublime podría convocarse en los lienzos de Rothko, especialmente en su segunda etapa creativa por la madurez estilística y consagración que representa, para completar el estudio de su obra en este primer capítulo.

    Después de este necesario recorrido, en el segundo capítulo tomamos ya un punto de vista eminentemente estético, dirigiendo la atención al necesario acto que el espectador contemporáneo debe realizar para encontrar un sentido en su experiencia con las obras. De la mano de lo sublime, emprendemos un rumbo que lleva la reflexión a encontrar otros posibles horizontes de significación. Ciertamente, lo sublime hace gala de una ambivalencia, de una riqueza y complejidad, que podría consentir que lo abordemos desde otras esferas del pensamiento. Así, la reflexión que se anticipa a este punto avanza hacia la otra gran perspectiva que nos guía; la religión. Relación que intuimos, en parte, gracias al sentimiento de “lo numinoso” descrito por Rudolf Otto. Nos adentramos, pues, en un análisis que busca poner en conversación la obra de Rothko y el acto estético con la via mistica. Lo hacemos tomando los estudios de Amador Vega como punto de partida fundamental, pues éstos son centrales para pensar la obra de Rothko desde una estética de la negatividad, fundada en la teología mística apofática. Aquí, el punto de vista de la experiencia estética permite abrirse hacia nuevas vías de comprensión. Así pues, en el estudio propuesto en el segundo capítulo, buscamos esos tiempos que nos guíen ante una obra de arte, entre lo sublime y la mística. Noche oscura del alma, de San Juan de la Cruz, evoca las fases místicas. Sirve tan solo para presentar las noches que estructuran nuestro análisis y que hemos llamado “Noche purgativa“, “Noche iluminativa”, “Noche unitiva” retomando esas fases místicas a las que añadimos la “Noche formativa”. Por lo tanto, se hará necesario encontrar una articulación en el discurso que sepa crear esos tiempos compartidos, donde estas dos grandes líneas de interpretación que nos guían puedan coincidir sin negarse, enfatizando sus semejanzas. Aquí podremos empezar a constatar si, como sospechamos, el acto estético de lo sublime que piden las obras de Rothko puede desvelar una experiencia que se refleja en la mística. Preguntarnos de manera más amplia, si, de algún modo, experiencia estética y experiencia religiosa pueden llegar a crear una emoción análoga en el arte del siglo XX.

    Si bien el segundo capítulo sienta las bases por las que elaboramos esta hermenéutica para vivir la obra de Rothko, en el tercer y último capítulo recuperamos lo expuesto para ilustrarlo mediante el análisis de la Rothko Chapel. El último capítulo de la tesis se plantea, pues, como el estudio en profundidad del último gran proyecto de Rothko, dado que supuso la culminación de sus anhelos en su carrera artística. De manera que, ejemplificando las diferentes “noches” o etapas por las que entendemos que deberíamos pasar para mirar las obras de Rothko, buscamos no sólo demostrar un modo apropiado para confrontar su obra en la Chapel que confirme nuestra suposición inicial, sino que creemos que nos es igualmente posible acercarnos a una práctica que nos enseña a respetar el nuevo juego del arte contemporáneo. Cerramos, así, el círculo que empezaba en el primer capítulo de la tesis volviendo a las obras mismas, nuestro objeto de estudio principal y el gran legado de todo artista. Gracias al estudio llevado a cabo, entendemos que debemos disponernos a la obra, sin buscar un sentido para atribuirle, aceptando una desorientación primera, para llegar a aceptar otras relaciones posibles y ver finalmente con una visión eminentemente espiritual. Así, aprender a vivir la obra de Rothko y de un cierto tipo de arte contemporáneo proponiendo nuevos modos de acceso y constatando una experiencia que pude ser religiosa, aunque secular.

    Lo que las obras de Rothko nos enseñan es que el arte debe vivirse. Debemos vivir la obra en su misterio, dándonos a ella sin estar predeterminados por lo que de ella sabemos. Necesitamos nuevas definiciones, nuevas actitudes, nuevas miradas, en definitiva, pues es lo que Rothko parece pedirnos con su obra. Atento desde cierto momento a las condiciones con las que su pintura se presenta y recibe, estaba reformulando nuestra experiencia, enseñándonos modos de acceso hoy del todo necesarios. Nuestra mirada ha de ser otra, por eso, necesitamos crear un nuevo instrumento interpretativo que sepa, en medio del descrédito actual, elaborar una guía para la visión que nos prepare frente a las obras para ver, ver mucho más de lo que creeríamos poder ver en un primer momento.


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