Cada vez es más evidente la reticencia o la apatía de las personas a involucrarse en procesos de construcción de una ciudadanía activa que permita concretar proyectos de bien común. Persiste un atraso importante en el desarrollo de la ciudadanía civil y social, lo cual se expresa en la desigualdad frente al acceso a la justicia y la permanencia de la pobreza y la inequidad.
Después de casi dieciocho años de restaurada la democracia en Chile, el peso de la dictadura ha dejado una huella difícil de borrar en la conciencia y en las emociones de los/as chilenos/as. Hoy se requiere con urgencia una ciudadanía activa, políticamente formada e informada, consciente de su capacidad para influir sobre asuntos de comunidad y de gobierno La narrativa de la democracia es importante para la escuela y la educación porque, el ejercicio de la ciudadanía democrática es un rol que se aprende interactuando con otros, tanto en el plano de los deberes como de los derechos y los conocimientos, valores y actitudes que la sustentan. Por eso, cualquier proyecto educativo escolar que intente formar ciudadanos activos debe incorporar en su discusión, elaboración y puesta en práctica aquellos elementos fundamentales que conforman el ejercicio de una ciudadanía democrática en un mundo marcado por el cambio. Un gran componente de esta narrativa son los conocimientos, las acciones y las actitudes que se aprenden en la educación formal, que pueden apoyar a la consolidación de la democracia y el respeto a los derechos humanos.
Situar, en el centro del currículo la formación ciudadana significa asumirla y convertirla en un conocimiento básico que no solo dialogue con los otros saberes del currículo, sino que los convierta en componentes de ésta, es decir que permita tener claro la contribución que esos saberes hacen a la formación de ciudadanos democráticos con poder, sujeto de derechos y de deberes, vigilantes de su entorno, éticamente responsables, capaz de reconocer al otro como legitimo otro, tolerante, que no discrimina y que es respetuoso de la diversidad social y cultural del entorno en que se sitúa.
Sin duda que en este desafío, el sistema educativo formal tiene un peso fundamental en la configuración de una ciudadanía democrática, sin embargo es de justicia reconocer las mediaciones que en ese sentido ofrecen otros agentes de socialización del entorno en el que sitúan las personas, como lo es por ejemplo, la familia, los medios de comunicación, algunas asociaciones, grupos artísticos, entre otros.
Si la democracia- como dice Dahl (1999:40) es una forma de pensarnos, de estar y de actuar, la escuela democrática será una comunidad que se organiza de manera colaborativa en pro de alcanzar determinados fines al interior de ella, a través de procesos de discusión y revisión permanente que harán más fácil el control del poder, como asimismo garantizará el derecho de todos a participar.
En otras palabras, de acuerdo a como la persona significa o se representa la democracia es como vive la democracia, por eso nos interesa indagar en las representaciones que entorno a la democracia construyen alumnos y profesores en la escuela/universidad ya que las concepciones y apreciaciones que se construyen marcan las actitudes en las prácticas cotidianas de los sujetos. No obstante indagar esas construcciones supone un esfuerzo que a veces va más allá de una mirada desde el punto de vista de las formalidades de las relaciones educativas en la escuela, supone observar toda la cultura que se vive en ese medio educativo.
Si nos situamos en la formación tanto de alumnos como de profesores y la analizamos desde las representaciones de significados y los procesos relacionados con la subjetividad que ese contexto involucra, se comprueba que el proyecto curricular de todo establecimiento educacional nunca es neutro. Habitualmente lo educativo y lo curricular queda definido por la toma de posición valorativa e ideológica con respecto a una determinada selección, organización y transmisión de la cultura. Las metas que se que se plantean siempre responden a intereses que orientan la selección y organización del programa educativo; se seleccionan determinados contenidos y se excluyen otros, los contenidos se asumen como verdades absolutas que legitima el sistema social-económico-cultural que impera y por tanto las lógicas temporales que operan se ajustan a una lógica mercantil, la estructura espacial perfila formas de sumisión y dominación en cuanto a que se desarrollan, por ejemplo, relaciones verticales entre profesores y alumnos/as o entre profesores y equipo directivo, o entre profesores y familia. Esto dice que desde los elementos del currículo, unidos por la acción de los profesores, alumnos y comunidad educativa, se define y resignifican el ser y el hacer de una sociedad democrática como también el ser ciudadano en esa sociedad.
Hoy, los programas de formación inicial de profesores en Chile, se encuentran en proceso de revisión, evaluación y acreditación, y entre otras demandas, se le solicita la inclusión efectiva de los temas de ciudadanía, ausentes o poco visibles en el currículo de formación inicial de los maestros. El informe entregado por la Comisión de Formación Ciudadana convocada el año 2004 por el Ministerio de Educación chileno así lo demuestra.
La comisión, formada por 17 personas (representantes de los ámbitos educativos, políticos, jurídico. Medial, religioso, estudiantil, de derechos humanos y gremial) Pese a su composición política e ideológicamente plural, la comisión arribo, a través de un proceso deliberativo sostenido, a un diagnostico y propuestas consensuadas.
Las principales propuestas fueron: a. La definición acordada por todos los sectores de un concepto de ciudadanía democrática, que integro nociones y énfasis propios de las tradiciones liberal (titularidad de derechos que debe hacer valer frente al Estado), democrática (la ciudadanía como pertenencia a una comunidad que se auto gobierna) y republicana (la ciudadanía como ámbito de virtudes especificas.
b. Necesidad de ajustes a la secuencia planteada para la formación ciudadana en el nuevo curriculum, vigente desde 1988, enfatizando un cierre al final de la educación media, centrado en institucionalidad democrática.
c. Reparo de dos vacios observados en el curriculum educar acerca de riesgos para la democracia, y sobre conductas antisociales y fundamentos del sistema penal-, así como enriquecimiento de los contenidos sobre economía, observados como insuficientes ; y d. Sugerencias metodológicas sobre enseñanza escolar de ciudadanía, centradas en un abordaje que combina clases lectivas y estudio formal tradicional, con debates y experiencias (de servicio a la comunidad y de participación en instancias de gobierno estudiantil).
La trascendencia política y educacional del proceso seguido y sus resultados es, en el contexto chileno, de la mayor importancia: acuerdo amplio y profundo, en una sociedad hasta hace muy poco profunda y trágicamente dividida, sobre lo que el sistema escolar debe procurar formar, intelectual y moralmente, en los ciudadanos de la nueva generación.
Esta comisión reconoce la importancia de la escuela como un espacio de construcción ciudadana y señala que concebir la escuela nada mas como una extensión del hogar o de las preferencias de los padres, impide apreciar los vínculos que, desde antiguo, median entre la experiencia escolar y la vida cívica, entre la experiencia de la escuela y la calidad futura de la vida ciudadana. Olvida también que la experiencia escolar es la promesa que la sociedad hace a sus nuevos miembros de que su posición futura dependerá no de la cuna en la que haya venido al mundo, sino de su desempeño en esa experiencia cognitiva y común que es la escuela. La educación posee, a fin de cuentas, una dimensión social o ciudadana que una sociedad democrática preocupada de sus instituciones y de sus prácticas de convivencia, no debe descuidar (Peña 2005:76) Respecto del currículo de formación de profesores pone en evidencia que hasta ese momento las orientaciones rectoras acerca de los temas de ciudadanía en la formación de profesores tienen un carácter difuso que, debiera ser corregido, precisando más el sentido y focos de la misma. Tales orientaciones combinan objetivos generales de formación en unas habilidades reflexivas, de participación y de compromiso social de los futuros docentes, que, siendo valiosas y fundamentales en sí, no se refieren a los focos temáticos ni a las habilidades específicamente relacionadas con el funcionamiento político de un orden que experimente cambios profundos que desafían la pertenencia y las lealtades que fundan la comunidad política (Peña. 2005:35) Entre sus recomendaciones, invita a las Universidades a formar profesores políticamente sensibles, con dominio de un conjunto de competencias y conocimientos necesarios para encarar los nuevos desafíos de la ciudadanía en condiciones del Chile y el mundo actual. Esto implica, independiente de la especialidad que atienda la formación del profesorado, integrar al currículo de formación inicial contenidos conceptuales generales que hasta el momento no han sido objeto de discusión y análisis en dichos currículos. Por ejemplo economía, política ciudadana, la cultura del país, el desarrollo sustentable, el desarrollo humano, etc. Asimismo exige la necesidad de revisar y dar sentido a un currículo que enfatice el análisis crítico de estos temas y su relación con la formación ciudadana de los alumnos/as. Además de una gestión y organización escolar que apoye procesos democráticos en su interior.
Una redefinición de que es la educación ciudadana supone que los profesores, aquellos en ejercicio y los que se están formando, necesitan aprender los nuevos contenidos y re-adecuar su pedagogía. Esto requiere por parte de los docentes, estudio y preparación. Por parte de la administración, condiciones que permitan tal proceso, instancias de educación provistas por especialistas, alianzas con actores locales que posean experiencias y programas ya ensayados, recolección de experiencias desarrolladas por los docentes que reflejen lo que es posible y como lograrlo.
Un aporte a los debates surgidos en torno al tema que nos ocupa, es indagar las representaciones que en torno a la ciudadanía democrática, construyen alumnos universitarios, alumnos de Educación Media (Secundaria) y profesores desde lo que ocurre en dos ámbitos: en el de la vida escolar/universitaria, y en el currículo oficial desarrollado en el contexto escolar, ya que, desde los hallazgos que se alcancen se podrá aportar a la mejora de los currículos que actualmente orientan la formación de los profesores en la Universidad de La Serena. El estudio de las representaciones elaboradas por los sujetos, permitirá descubrir el sentido que para ellos tiene el ejercicio de la ciudadanía democrática, no solo en la escuela sino en la sociedad chilena.
Lo importante en el tema que nos convoca, es por una parte, identificar como se vive la ciudadanía democrática en la escuela/universidad pero también como se reflexiona y construye significado respecto de ella, y por otra comprender como, a través del tiempo, el tema de formación ciudadana ha estado presente en el currículo oficial de la educación chilena.
¿Por qué investigar nuevamente en esta temática en Chile, en la ciudad de La Serena y en el ámbito educativo-formal? - porque Chile es un país convencido de que invirtiendo en la educación de los todos los/as ciudadanos/as fortalece y recrea una democracia con más ciudadanía.
- porque en tiempos de dictadura, en la ciudad de La Serena (una de las ciudades más importantes del país) la educación en ciudadanía democrática fue afectada y un buen número de profesores fue acallado, perseguido, encarcelado (como en otras ciudades del país) e incluso fusilado, dejando esa experiencia, hasta hoy, una estela de miedo a participar o a hablar que aún persiste en los hijos de aquellos profesores que lo vivieron. Por eso se realiza un estudio de las representaciones que elaboran las personas que asisten a algunas escuelas/universidad de La Serena como un caso aplicado y no como un estudio de caso, son personas que si bien no todas vivieron directamente los embates de la dictadura indirectamente las han sufrido a través de las experiencias vividas por sus padres, familiares directos o amistades cercanas.
- porque la de ciudadanía democrática puede ser aprendida y acrecentada a través del currículo y el espacio educativo escolar/universitario, si es que la escuela/universidad se plantea, como un lugar donde en la práctica educativa cotidiana no solo se enseñe teóricamente las dimensiones y valores que conforman la ciudadanía democrática sino que se vivan en cada uno de los espacios y tiempos educativos.
- porque los profesores, como seres políticos, son agentes fundamentales en la práctica de una ciudadanía democrática, de respeto a los derechos humanos y los derechos del niño en la escuela, y en ese sentido requiere de una formación acorde con esa práctica docente.
- porque la universidad, como otra de las instituciones comprometidas y/o responsables de la calidad de la democracia del país, debe asumir un rol militante con las exigencias de la formación de profesionales capaces de contribuir a la democracia y al respeto a los Derechos Humanos y los derechos del Niño.
- porque nos preocupa que, a pesar de los esfuerzos realizados por los gobiernos democráticos en Chile, principalmente a través de las acciones emprendidas por el Ministerio de Educación y las Reformas Educativas impulsadas; las conductas y los valores democráticos sean poco visibles en la conducta de las personas que conforman las comunidades educativas, especialmente en alumnos y profesores.
- Porque falta esta y muchas más investigaciones para avanzar en la consolidación de una democracia real en las escuelas/universidades.
Hoy se dice que el joven pasa de la democracia y sus valores; sin embargo cuando generamos junto a ellos un ambiente de confianza, seguridad y dialogo descubrimos que la solidaridad, participación, igualdad, libertad, justicia, cooperación, forman parte de su consciente cognitivo pero no necesariamente de su conducta cotidiana en la escuela, o si llega a serlo, está restringido a las conductas y manifestaciones de agrupaciones muy particulares con un especial significado afectivo para ellos.
Mi interés investigativo es comprender por qué se produce aquello, por qué la práctica de la ciudadanía democrática y los valores asociados a ella se hacen invisibles en determinados espacios y con determinadas personas, aun cuando se intencionan desde el currículo.
En este sentido las interrogantes que guían la tesis son:
- ¿Qué presencia han tenido los temas de ciudadanía democrática en el currículo oficial en Chile, antes de la dictadura, durante la dictadura y en el currículo actual? - ¿Qué plantean los documentos oficiales que actualmente regulan el currículo en los diferentes niveles educativos del sistema escolar? - ¿Qué significados de la ciudadanía democrática construyen los alumnos de las carreras de Pedagogías, los alumnos de Enseñanza Media y los profesores de colegios públicos, a partir de las experiencias formativas que viven en la escuela/universidad y de la educación que entregan respectivamente? - ¿Cómo se vive el discurso oficial de la democracia y sus valores en las relaciones cotidianas del centro escolar/universitario? - ¿Cómo significan la ciudadanía democrática profesores y alumnos? Estamos claros que el fortalecimiento de la democracia a través de la educación formal (escuela/universidad) tiene muchos actores, sin embargo, los más importantes y centrales del proceso educativo son los alumnos y sus profesores. Por eso esta preocupación y futura ocupación del desarrollo del tema en y con ellos. Formar personas convencidas de la importancia de trabajar por construir modos de convivencia social posibilitadores de formas dignas de vida, es una tarea que en la Universidad y en la escuela debe surgir del convencimiento profundo y experimentado en la vivencia de que la propia dignidad ha sido respetada a través de un estilo educativo respetuoso de los derechos de la persona.
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