«Que él la llevaría a la más rica y más viciosa ciudad que había en todo el universo mundo, que era Nápoles».
La definición de Nápoles descrita por Miguel de Cervantes en su obra maestra sitúa con firmeza al lector en las callejuelas de la capital virreinal, donde domina el adverbio más. La genialidad literaria permite al autor resentar al público con pocas palabras una ciudad entre las más fascinantes y discutidas de su época. El escritor relaciona las características, a su parecer, más significativas de Nápoles con el universo-mundo; el punto de comparación contiene una fuerte dualidad: anclada en aguas del Mediterráneo, la ciudad es al mismo tiempo un territorio de la Casa de Austria.
El sistema imperial fundado por Carlos V se extiende en una superficie intercontinental, donde conviven pueblos con tradiciones y culturas heterogéneas. El universo-mundo de Cervantes hace referencia sobretodo al espacio político, en el que nunca se pone el sol. La presentación del escritor evidencia la imagen peculiar de la capital virreinal en el inmenso imperio.
La integración del Reino de Nápoles sigue un camino complejo, que culmina con el asedio francés de la capital. En el ámbito de los territorios italianos sujetos a los Habsburgo el Mezzogiorno aparece como un caso particular, que mantiene una fisionomía institucional y política propia a pesar de las aspiraciones imperiales. La investidura como virrey de don Pedro de Toledo certifica el status de Nápoles, el reino se convierte en una articulación predominante de la monarquía compuesta. La expansión de la Sublime Puerta marca el destino del sur italiano, las costas napolitanas distan pocas millas de los Balcanes y de los puertos magrebinos. El segundo sentido del universo-mundo citado por Cervantes se refiere a un área geográfica específica: el Mediterráneo.
Durante décadas, la región representa el escenario privilegiado de un careo entre dos modelos de vida. El autor del Quijote conoce bien la gran frontera, que en su vida atraviesa vestido con los hábitos más variopintos: cortesano de la nobleza italiana, soldado de Su Majestad y esclavo de los berberiscos. En el siglo XVI el espacio mediterráneo es recorrido por fuerzas centrífugas, que enfrentan los proyectos universales de las dinastías imperiales.Las tensiones y encuentros entre los dos titanes del Mediterráneo prosiguen a lo largo de las innumerables rutas que surcan el mar.
En la época virreinal la península italiana más que una bota se parece a un brazo extendido hacia el corazón del mar: los Alpes musculosos representan la articulación del hombro con el busto europeo, mientras el Reino de Nápoles es una mano que con Pulla indica hacia levante y con Calabria protege su cuerpo de la Berbería.
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