Los valores dominantes en los países europeo-occidentales son consensuales. No quiere decir esto que no se produzcan conflictos, sino que estos conflictos están confinados a unos limites y que se presentan de una forma latente. El modo corporatista de hacer la política no resuelve los conflictos sino que los desplaza. Esta es una paradoja de los regímenes democráticos-parlamentarios, en las que los gobiernos, supuestamente formados para promulgar normas generales son reacios a actuar independientemente y buscan el acuerdo o beneplácito de los intereses organizados a los que afectan. Así se difumina la idea de gobierno central, cuyos perfiles se confunden con los de los grupos organizados de interés en un proceso sutil de adopción de decisiones que no viene fiscalizado a través de un conocimiento publico extenso y pormenorizado.
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