María Antonia Herradón Figueroa
Juan José García García (1893-1962), que volcó su pasión cread ora en el campo de los metales durante casi cincuenta años, es uno de los grandes olvidados del panorama artístico nacional. Este desconocimiento de su figura y de su obra contrasta, sin embargo, con la fecundidad de su producción, confirmada por los más de mil dibujos y los centenares de fotografías que custodia desde el momento mismo de su muerte la Fundación que lleva su nombre.
Este artista madrileño estampó su firma JVAN/JOSÉ en centenares de trabajos de muy variada índole, cualidad que no s habla de una personalidad artística especialmente versátil. Además, su campo de acción se centró en las artes decorativas, una categoría artística prácticamente ignorada por la historiografía tradicional. Por si todo ello no fuera suficiente, su tiempo vital nos coloca ante un período de nuestra historia del arte que apenas en las últimas décadas ha empezado a ser estudiado, sobretodo en lo que se refiere a lo acontecido en Madrid, ciudad en la que nuestro artista vivió durante toda su vida.
La biografía artística de Juan José se ha abordado fijando un marco cronológico general en el que encajan una serie de grupos de piezas, previamente establecidos, a fin de que se adviertan las relaciones existentes entre su producción y el medio artístico, político y social del tiempo que le tocó vivir. Todo ello con el objetivo de articular sus trabajos en ese ¿campo artístico¿ del que hablan Castenuovo o Borrás Gualis.
La imbricación de la biografía del artista con su privativo campo artístico no sólo facilita el análisis y la comprensión de su obra sino que también obliga a tener en cuenta otras muchas cuestiones que, de manera casi inevitable, han acabado concurriendo en esta investigación. Es el caso, por ejemplo, de la escurridiza condición de las artes decorativas en relación con el mercado del arte en general y con las instituciones académicas del momento. O de la estrecha y aparentemente cordial convivencia que se estableció entre la estética tradicional y la estética moderna , una de las características que, en nuestra opinión, mejor define en España los tres lustros anteriores a la Guerra Civil. También de la percepción que nuestro protagonista tuvo de sí mismo como artista. Y del alcance objetivo del concepto de arte...
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