Este tiene como objeto poner en evidencia las tensiones existentes en la propuesta rawlsiana y sus paradojas; así como enfatizar que no logra desembarazarse de rastros de metafísica para que la totalidad de su argumentación se sostenga, al tiempo que se procura validar la concepción política de «la razón pública» y el hecho del «consenso entrecruzado» dentro de una sociedad pluralista, como articulaciones que permiten un diálogo real y eficaz entre los liberales y los exponentes de la doctrina de la ley natural, presentando al denominado «segundo Rawls» ¿el que comparece en El Liberalismo Político¿ como un mediador intelectual entre ambas tradiciones, proponiendo que de su lectura se desprenda una interpretación del fenómeno distributivo y político como un fenómeno material y sustancialmente comunicativo, de apertura dialógica entre dos cosmovisiones distintas pero no por ello antagónicas; con la hipótesis de que es posible llegar a una propuesta que pudiera ser calificada como un «liberalismo de ley natural». Pero para poder lograr una comprensión cabal de esta tentativa resultaba necesario exponer con claridad la racionalidad con la que se despliega la obra del profesor de Harvard. La investigación intenta hacer comprensible a este «segundo Rawls», ya que el primero, anclado a su obra Una Teoría de la Justicia resultó denso, turbio y en ocasiones inconsistente. La racionalidad rawlsiana encuentra su nuevo epicentro en la «Razón Pública» y en un «consenso entrecruzado»; ya no como una propuesta heurística, de tipo ideal e hipotética, sino como un hecho histórico, verificable. Son las instituciones básicas las que dan fe de ello y por tanto, habría que averiguar que posibles conexiones podrían existir entre este planteamiento y aquél que nutrió la tradición occidental desde antiguo, dando soporte al pensamiento político y jurídico, la tradición clásica de la Ley Natural.
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