Pensadores comunitaristas com a. Macintyre, m. Sandel y r. Taylor han destacado que el liberalismo, al separar la ética de la política, es incapaz de lograr estabilidad. Sin embargo, sostengo que posturas como las de p. Petit, j. Rawls y r. Dworkin ofrecen una respuesta suficientemente sólida al problema de la estabilidad. De todos modos, considero que la separación entre ética y política les genera un veradero problema: el de la fuerza categórica. En elmarco de una sociedad injusta, que se encuentre convencido por la teoría republicana (petit) o la liberal igualitarista (rauls y dworkin) no encontrará razones normativas para participar en acciones tendentes al logro de la justicia. Sostengo que para poder superar el problema de la fuerza categórica es necesario leer las relaciones políticas de modo análogo a cómo leemos las relaciones de amistad. Un aspecto central para que valoremos las relaciones de amistad es que exista una disposición recíproca a realizar un conjunto de acciones por y/o con el amigo. Esta disposición implica que, en caso de que nuestro amigo esté angustiado, intentemos hacer algo más allá de las perspectivas de éxito. En el mismo sentido sostengo que para que las relaciones poíticas puedan ser normativamente valiosas, es condición necesaria que los miembros tengan una disposición a satisfacer las necesidades básicas de todos ellos. Si esto es así, la participación política deviene obligatoria en tnto la relación exige actuar más allá de las perspectivas de éxito.
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