En este trabajo, se ofrece un análisis taxonómico completo de hasta 1370 dientes de múridos procedentes de 14 niveles paleontológicos diferentes localizados en el sureste ibérico. Este material se obtuvo a partir de un proceso de lavado y tamizado del sedimento rico en fósiles, al que le siguió un trabajo de triado, preparación y conservación, e identificación taxonómica.
Las distintas localidades han proporcionado asociaciones de micromamíferos de edades que van desde el Mioceno superior hasta el Pleistoceno inferior, identificándose un total de 19 especies de múridos. Los miembros de esta familia constituyen una herramienta imprescindible para el estudio bioestratigráfico de medios continentales, especialmente del Mioceno superior y Plioceno, y por tanto para la datación de sedimentos de este intervalo temporal. A partir del conjunto de taxones identificados, que incluye el resto de roedores y en algún caso también los insectívoros, se realizan correlaciones bioestratigráficas con yacimientos de otras áreas de la Península Ibérica por medio de la comparación de sus faunas. En primer lugar se han estudiado los niveles del Mioceno superior de la sección de Romerales, en la cuenca de Fortuna, incorporando un análisis paleoecológico por medio de las asociaciones de micromamíferos, que ha posibilitado inferir las condiciones ambientales reinantes durante el Mioceno superior en el sureste peninsular. En este contexto, se ha estudiado también la sección de Sifón de Librilla, localizada en la misma cuenca de Fortuna. Esta secuencia ha proporcionado un registro bioestratigráfico muy detallado desde el Mioceno superior hasta el Plioceno inferior, ligado a un marco magnetoestratigráfico bien calibrado. Esto ha permitido establecer claves para diferenciar el Mioceno superior del Plioceno inferior en depósitos continentales. La disposición de esta sección, con un registro continental de más de 2 millones de años, ha permitido también explorar un marco cronológico para las diferentes especies de roedores identificadas en los distintos yacimientos, así como revisar las relaciones filogenéticas entre especies de los géneros Apodemus, Stephanomys y Paraethomys. Otro de los yacimientos estudiados ha sido el de Puerto de la Cadena, localizado en la cuenca de Murcia-Carrascoy. En este caso, se ofrece una síntesis sedimentológica, magnetoestratigráfica y paleontológica con la finalidad de clarificar su edad y de realizar correlaciones entre las escalas marina y continental. Basados en la sucesión de roedores del Mioceno superior y Plioceno de la cuenca de Guadix-Baza, se presenta la primera biozonación calibrada para el Neógeno superior de esta área mediante el cruce de información magnetoestratigráfica y bioestratigráfica. Se definen así hasta nueve biozonas correlacionadas con la escala de tiempo geomagnética en base a los análisis paleomagnéticos llevados a cabo en las secciones de Negratín, Botardo-1 y Gorafe, que se suman a los ya publicados de las secciones de Zújar y Galera. En la cuenca de Guadix-Baza destaca la localidad de Baza-1, que incluye la colección de vertebrados más numerosa y diversa del Plioceno inferior de esta región. Su estudio ha permitido mejorar el conocimiento de las asociaciones faunísticas presentes en dicha época, así como abordar una aproximación a las condiciones ambientales dominantes en el sureste ibérico durante la formación del yacimiento. Por lo que respecta al Pleistoceno inferior de esta zona, el trabajo se ha centrado en el yacimiento de Quibas, una localidad kárstica que ha librado una variada fauna de vertebrados. En esta tesis se describe por primera vez la fauna de roedores del relleno conocido como Gruta-1, que incluye cuatro especies, dos de ellas múridos. La asociación permite situar este yacimiento a finales del Pleistoceno inferior, correlacionable con los yacimientos arqueo-paleontológicos de Barranco León-5 y Fuente Nueva-3 en Orce (Granada), y la Sima del Elefante en Atapuerca (Burgos). Asimismo, se ha realizado una reconstrucción paleoambiental por medio de dicho conjunto, posibilitando el establecimiento de un contexto ambiental para la Sierra de Quibas durante el Pleistoceno inferior.
La sección de Romerales contiene tres niveles fosilíferos que han proporcionado un total de 549 dientes de pequeños mamíferos pertenecientes a 11 especies diferentes, cuatro de ellas múridos. El conjunto de rodedores determina que la sección pertenece al Turoliense superior (Mioceno superior). Las condiciones ecológicas de la cuenca de Fortuna en ese momento estaban dominadas por un ambiente herbáceo abierto bajo un clima templado, habiendo un ligero decrecimiento de la temperatura y humedad desde el nivel más antiguo al más reciente.
La sección de Sifón de Librilla es excepcional dada su gran extensión y continuidad estratigráfica. Esta sección ha proporcionado un registro bioestratigráfico detallado distribuido a lo largo de ocho niveles fosilíferos. Todo ello se asocia a un estudio paleomagnético que permite datar con precisión cada uno de los niveles paleontológicos con independencia de la bioestratigrafía. Así se ha aprovechado esta oportunidad única de cruzar los resultados magnetostratigráficos y bioestratigráficos para establecer un marco fiable para la datación de yacimientos. En total, se han recuperado 757 restos de roedores pertenecientes a 23 especies diferentes, de las cuales 13 son múridos. Las distintas asociaciones de roedores permiten asignar los niveles de SIF-1, SIF-3 y SIF-52 al Turoliense superior (Mioceno superior) en un estado previo a la llegada de Paraethomys. Los niveles de SIF-61 y SIF-79 pertenecen también al Turoliense superior, en este caso a un estado posterior a la llegada de Paraethomys. Los niveles de SIF-413, SIF-430 y SIF-P se asignan al Rusciniense inferior (Plioceno inferior). El análisis de la asociación de roedores de SIF-413, el primer nivel plioceno de la secuencia, permite reconocer como elemento clave para diferenciar el Mioceno superior del Plioceno inferior en depósitos continentales, la primera presencia del múrido Occitanomys brailloni. De acuerdo a los datos obtenidos, se concluye que el límite Mioceno-Plioceno coincide con el límite MN13-MN14.
El yacimiento del Puerto de la Cadena ha ofrecido abundantes restos tanto de pequeños como de grandes vertebrados, algunos de ellos de origen africano. Se han recuperado 118 dientes de pequeños mamíferos pertenecientes a siete especies, dos de ellas múridos. Se concluye que el yacimiento se formó hace unos 4,9 millones de años.
El yacimiento de Baza-1 ha proporcionado un total de 447 fósiles pertenecientes a 16 taxones de pequeños mamíferos, siendo seis de ellos múridos. Esta asociación determina que se trata de un yacimiento del Rusciniense inferior (Plioceno inferior), haciéndolo particularmente interesante por la escasez de niveles de esta época. Así, se contribuye a la continuidad del registro estratigráfico de las Cordilleras Béticas. El conjunto de especies indica que el yacimiento de Baza-1 se depositó en un entorno dominado por un hábitat herbáceo abierto bajo condiciones cálidas y secas.
La escala magnetobioestratigráfica propuesta para el Mioceno superior y Plioceno de la cuenca de Guadix-Baza está compuesta por nueve biozonas, basándose en una sucesión de roedores que se extiende desde hace unos 6 Ma hasta hace 2,6. Se incluye información relacionada con los pequeños y grandes mamíferos identificados en el Neógeno superior de la mencionada cuenca, permitiendo calibrar la edad de muchas de estas asociaciones. Las correlaciones entre las escalas marina y continental indican que la MN13 se correlaciona con el Messiniense superior, la MN14 con el Zancliense inferior, la mayor parte de la MN15 con el Zancliense superior, y la parte más alta de la MN15 y la MN16 con el Piacenziense.
Por último, se han recuperado 204 dientes de roedores del yacimiento de Quibas/Gruta-1 pertenecientes a cuatro taxones diferentes, siendo dos de ellos múridos. La asociación permite inferir una edad de entre 1,2 y 1,4 Ma (Pleistoceno inferior). De acuerdo a las proporciones relativas de cada taxón y según las afinidades ecológicas de cada uno de ellos, se realiza una reconstrucción paleoambiental que sugiere la presencia de un ambiente forestal en mosaico con presencia de pastos húmedos a lo largo de corrientes o lagunas en la Sierra de Quibas en el momento de la formación del yacimiento. Todo esto bajo unas condiciones climáticas algo más frías y más húmedas que en la actualidad.
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