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Representaciones de la cultura negra en la poesía dominicana

  • Autores: Alain Bienvenu Atouba Edjeba
  • Directores de la Tesis: Evarista Guerrero Guerrero (dir. tes.)
  • Lectura: En la Universidad de Salamanca ( España ) en 2016
  • Idioma: español
  • Tribunal Calificador de la Tesis: Carmen Ruiz Barrionuevo (presid.), María Dolores Adsuar Fernández (secret.), Vicente Cervera Salinas (voc.)
  • Materias:
  • Enlaces
    • Tesis en acceso abierto en: GREDOS
  • Resumen
    • El presente trabajo versa sobre las representaciones de la cultura negra en la poesía dominicana. Escritores reconocidos como Mario Vargas Llosa en La fiesta del chivo (2000) o Gabriel García Márquez en El otoño del patriarca (1975) reconocen que se inspiraron de la dictadura de Trujillo para la creación de sus novelas. No obstante, la literatura dominicana no es solamente reflejo de las dictaduras, sino también de mitos, de leyendas, ritmos frenéticos como la bachata, el son, en definitiva, de sincretismo, producto de mezcla entre los indígenas, conquistadores y esclavos africanos. Este último detalle, junto con la vecindad problemática con Haití está al origen de los conflictos por una redefinición racial del ser dominicano. La literatura de este país plantea entonces varias visiones de lo que los intelectuales han ido fraguando para moldear la dominicanidad.

      La ideología antinegra y antihaitiana ha sido una constante en los fundadores de la identidad nacional dominicana a través de la historia. A causa de ella se ha negado o silenciado la influencia africana visible en la mezcla racial que caracteriza a los dominicanos actuales. Así mismo se ha rechazado y minimizado los elementos de la amplia cultura negra presente en el país. Se ha establecido una jerarquización de las razas donde el negro ocupa el último peldaño. En los pensadores predominan nociones como frontera, raza combinadas en binomios barbarie/civilización, desarrollo/atraso, etc. Estas consideraciones nos llevan a pensar que el papel social y político de la literatura se hace imperante cuando los autores son nativos de países con problemas y cuando se distinguen y se definen a sí mismos como portavoces de los sin voz, como eco de una conciencia colectiva que emerge en la sociedad. Las obras que emanan de ello tendrán entonces la misión de responder a cuestiones concretas. Aunque están situadas en la temporalidad de una causa, su funcionalidad no eclipsa la exigencia estética que les confiere su estatuto de obra literaria. Los poetas dominicanos Manuel del Cabral, Juan Sánchez Lamouth y Norberto James Rawlings emergieron en las letras nacionales al tomar partido por las comunidades negras en su país. El racismo bajo todas sus formas y el destino reservado a ciertos pueblos a causa del color de su piel, hicieron sin duda alguna un ineludible combate por la pluma, la emergencia de una poesía que favoreciera una conciencia colectiva, el anclaje de identidades particulares en el seno de la comunidad nacional. Por eso los tres autores que mencioné empezaron a hacer poesía negrista o negra. La lectura de sus libros me llevó a elegir el tema de la representación de la cultura negra en la poesía dominicana. Algunas motivaciones derivan de las experiencias personales, de mi gusto por la escritura poética.

      He establecido tres ejes: el primero examina cómo los escritores destruyen el mito del negro revelando las contradicciones internas, el segundo examina si la deconstrucción de la representación del negro no influye sobre la evolución de la estética poética dominicana; en cuanto al tercero, procura saber si los problemas planteados por las cuestiones de identidad no pueden proyectarse en el género poético y encontrar ahí mismo un campo de debate, de reflexión que proporcione preguntas pertinentes y respuestas válidas.

      He pretendido dar cuenta de lo esencial del discurso poético de los tres escritores utilizando como clave de acercamiento la representación de la cultura negra para poder llegar, al final, a extraer del análisis de esta categoría una visión con diferentes perspectivas. De hecho, dicha representación despliega en los textos una variedad de instrumentos, motivos y recursos temático-formales que hace falta identificar, describir y examinar. El estudio se articula en torno a tres manifestaciones (correspondientes a los tres autores) de la condición del negro y de su cultura. Por eso, la presente investigación se considera como una exploración de la capacidad del discurso poético para hablar del negro, caracterizarlo y representarlo en el marco de la textualidad. He indagado los modos de figuración poniendo de manifiesto los distintos ejes de significación que han ido construyéndose a lo largo de los discursos poéticos en los libros que examinamos.

      Al considerar el texto como mecanismo productivo de construcción y de conocimiento del mismo, como proceso receptivo y en tanto que acto de comunicación, creí necesario un acercamiento pluridisciplinar. Por eso elegí un método sincrético apoyándome en nociones tales como historicidad de Hans Robert Jauss, la deconstrucción, la poética de la relación de Edouard Glissant. La deconstrucción me permitió igualmente realzar la condición tropológica del lenguaje, acercándome a la estilística. En algunos casos, me resultó válida la noción de “sujeto lírico” de Cristián Gallegos Díaz porque hay en algunos textos coincidencias entre identidad del poeta y del hablante lírico a través de la mención de sus nombres y apellidos en el poema.

      He estructurado el trabajo en tres apartados. El primero, titulado “Identidad y Raza en República Dominicana” recuerda en primer lugar los diferentes procesos migratorios que conformaron esta isla como tierra de encuentros de varios grupos étnicos, portadores de culturas diferentes. Luego examina los orígenes del conflicto dominico-haitiano. A continuación muestro cómo la nación se construyó en República Dominicana a base del concepto de raza y en oposición con el país vecino. Para cerrar esta primera parte, exploro la relación entre literatura e identidad. Me apoyo en tres autores para destacar las líneas definitorias de la reflexión sobre la dominicanidad. El primer crítico Manuel Núñez parte de una metáfora sobre el tiempo y el paisaje para profesar un nacionalismo defensivo y ofensivo por el cual se debería rechazar el contacto con los negros haitianos considerados como emblemas de la barbarie, del retraso y contaminantes para la sociedad dominicana. En la misma perspectiva se orienta el pensamiento de Federico Henríquez Gratereaux. El símbolo del ciclón hace del haitiano un peligro, una amenaza para el país. Fíjense que los títulos de sus libros respectivos son El ocaso de la nación dominicana y Un ciclón en una botella. A estas consideraciones surgen entonces imágenes del ámbito médico que insisten en la necesidad de sanear, limpiar el país de las impurezas y enfermedades del haitiano. El último autor es Andrés L. Mateo: considera que la alteridad, percibida como testimonio de comprensión de la particularidad de cada uno, es consubstancial con la identidad. Si es cierto que esta última es una construcción de la imagen específica que un grupo quiere reenviar a otros, se debe convenir que la alteridad, entendida como reconocimiento del Otro en su diferencia, es la otra cara de la misma realidad. Apoyándose en la alteridad es como se puede comprender e interpretar la coexistencia de las identidades diferenciadas en un espacio social determinado. Basándose en el principio de que la identidad de una comunidad no es una realidad fija sino dinámica, además resultado de un proceso continuo de construcción mediante la relación con otras, Andrés L. Mateo rechaza la negación de los que son diferentes y la violencia que puede nacer de ella. Construye pues un discurso de integración mencionando a todos los inmigrantes que residen en el país así como todos los miembros de la diáspora dominicana.

      En la segunda parte abordo como lo indica su título “Representaciones de la cultura negra en la poesía dominicana: Manuel del Cabral y la aproximación humana y social al negro”. Antes de pasar al análisis de los textos, me pareció necesario hacer un breve recorrido de la evolución de la poesía negra en el Caribe, para luego situar a los autores del corpus dentro de la trayectoria de la poesía negra en República dominicana. Después evoco el contexto histórico-literario de la “Generación” de Manuel del Cabral subrayando la poesía negrista como respuesta a los conflictos de la identidad dominicana. Termino esta segunda parte con el acercamiento a los textos.

      La tercera parte, titulada “otras representaciones de la cultura negra en la República Dominicana: algunos casos representativos”, está centrada en la obra de dos escritores: Juan Sánchez Lamouth y Norberto James Rawlings. Empezando por Juan Sánchez Lamouth. Hablo en primer lugar de su vida y de su trayectoria literaria. Luego muestro cómo su poesía participa de la visibilidad de lo oscuro en República Dominicana. Al final enfatizo que en su escritura, surge un nuevo lenguaje poético que lucha contra la subalternidad de la mujer. El segundo autor de este apartado, Norberto James Rawlings considera la poesía como tribuna para la afirmación de la cocalidad. Señalo primeramente apuntes biográficos y bibliográficos. A continuación, revelo las manifestaciones de la cocalidad en República Dominicana a través de sus poemas. Después recalco su lenguaje poético como modalidad de valoración de la mujer cocola en República Dominicana. Finalmente muestro en qué medida su poesía refleja el deseo de integración de los cocolos en el país.

      Al término del estudio se ha podido ver que Manuel del Cabral, Juan Sánchez Lamouth y Norberto James Rawlings han ido conformando cada uno un estilo con sus propios registros poéticos vivenciales o imaginarios. De hecho, su mirada, cuando expresa carencias del entorno geográfico y humano refleja dolor poético que inspira compasión. Se nota cierta capacidad de emocionar a través de las imágenes y del lenguaje elegido. Hay una convergencia de los diferentes modos de hacer, de la diversidad de lenguajes que destacan la fuerza de la poesía y, en algunas ocasiones, la voluntad del artista ya que los propios poetas acaban insertándose en los escenarios de sus composiciones. Por algunos motivos estilísticos y temáticos, quieren dar a conocer la dominicanidad en todas sus dimensiones, reivindicando una identidad más abarcadora que pueda ampliar las posibilidades de intercambio cultural. Rescatar la cultura negra en su poesía infunde rasgos como el sincretismo religioso, la mezcla racial, los diferentes ritmos e instrumentos musicales de origen africano, la oralidad, el culto a los muertos, la importancia de los antepasados, los cuentos, los mitos, las leyendas, las celebraciones del vodú, la diversidad de sabores de la cocina dominicana, etc. Los tres autores se unen en un concierto poético a tres voces donde el canto se eleva denunciando el sufrimiento y va buscando la igualdad, la libertad que los tres consideran inalienable por naturaleza. Con estos elementos que he mencionado, hay armonía en la melodía cantada por los tres.

      Sin embargo se puede destacar, en algunas palabras, elementos particulares de cada una de esas voces poéticas.

      Manuel del Cabral Manuel del Cabral se fija en el negro haitiano trabajando en las plantaciones dominicanas. Para él la esencia dominicana es la mulatez. Para ello es imprescindible el negro. Recupera entonces, los instrumentos, los bailes, las tradiciones, la manera de hablar particular de los negros y la incorporación de voces de origen africano. Puedo decir que plantó las simientes de la poesía negra en un invernadero al cual Juan Sánchez Lamouth y Norberto James Rawlings fueron a buscar semillas para cultivar, aportando nuevas matices, ampliando el escenario de las colectividades negras y diversificando orientaciones iniciadas por Manuel del Cabral. Juan Sánchez Lamouth La poesía de Juan Sánchez Lamouth se caracteriza por una especie de recreación de la historia. Basándose en hechos reales como la esclavitud, la plantación, la dictadura y la era postdictatorial, vuelve a conceptualizar los sucesos para criticar la explotación, la marginación de que es víctima toda la comunidad negra. Varios artistas están convocados en sus escritos y adopta sus posturas para compaginarlas con su afán de denuncia. Su voz poética es fructífera y crea matices múltiples que evidencian en él una gran capacidad para renovar los temas. La diversidad de manifestaciones denota la apertura a varias tendencias, escuelas y corrientes literarias, lo que amplía las perspectivas creando una pluralidad de lenguajes en su poesía. Con el recurso frecuente a la luz, las tinieblas, el cielo, la altura, la imagen del Cristo, se construye un discurso en que el tratamiento de los temas sociales nacionales es mucho más metafórico.

      Norberto James Rawlings La poesía de Norberto James Rawlings está habitada por la pérdida y la búsqueda. El ser humano que conforma la voz lírica de su obra fue condenado a recorrer los caminos. Se entiende que su antología esté titulada Los inmigrantes. Éstos a veces se encuentran con la incomprensión de las conductas humanas. Por eso, los temas tratados nos pasean desde la recreación de la realidad hasta la reflexión, pasando por la traducción intelectiva de los fenómenos sociales, culturales de su grupo étnico. Su deseo es reafirmar su comunidad con sus propios valores dentro de la dominicanidad y eso, desde lo ético y lo estético. Por su condición de inmigrante, se puede decir que en la poética de Norberto James Rawlings, el movimiento es importante y se extiende en dos vertientes: en el plano horizontal, se instaura la imagen del camino a recorrer para que los negros salgan de las condiciones desfavorables e inhumanas en las que viven. En el plano vertical, hay una idea de elevación, se trata de salir de la oscuridad (representante de cualquier forma de limitación de la libertad, de cada uno de los motivos que impiden el pleno desarrollo social, cultural, político y económico de República Dominicana) para elevarse hacia la luz. Esta elevación debe y puede hacerse contando con el negro.

      En definitiva, con la obra de los poetas que he estudiado, se nota el deseo del reconocimiento de la influencia negra en la cultura nacional. Los autores han evocado algunos hechos históricos para demostrar que las culturas se atraen y se enlazan a pesar de que ideologías monstruosas traten de dividir la humanidad en razas, de jerarquizar a estas últimas y de segregar a los seres humanos por su color, su estatuto social, su religión, etc. Los poemarios rompen un largo silencio y callan la voz de los que niegan y rechazan la diversidad de la las colectividades que conforman la dominicanidad. En los libros de nuestros autores se nota que el imaginario igualitario de las identidades quiere estilizar una apertura sobre las memorias en diálogo. Para ellos, muchas de las temáticas actuales del mundo, a saber: religiones, culturas, memorias, historias, migraciones, poéticas de las alteridades y los desafíos de la mundialización, se hallan en el crisol de este país de tres pueblos. De haberlo sabido manejar, República Dominicana sería el modelo donde el resto del mundo podría mirar para la convivencia y la paz entre los hombres.


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