La implantología oral ha tenido un gran desarrollo desde el descubrimiento de la osteointegración, lo que permite que a día de hoy haya numerosos pacientes en todo el mundo, ya sean edéntulos totales, parciales o unitarios, beneficiándose de un tratamiento que se ha incorporado de forma rutinaria a la práctica odontológica.
Para que la terapia implantológica sea exitosa a nivel clínico, debe producirse la osteointegración del implante. La osteointegración depende en gran medida de la morfología del implante y de su superficie, siendo ambos factores determinantes. Distintos estudios, junto con la experiencia clínica han permitido evidenciar que diferentes diseños macroscópicos y tratamientos de superficie pueden favorecer y acelerar la oseointegración, mejorando la respuesta ósea.
Los tratamientos de superficie permiten generar mayores rugosidades a nivel microscópico, lo que favorece la carga de los implantes, dado que hay una mejora en la estabilidad primaria y en la oseointegración, mejorando la unión hueso-implante. Por todo ello, la estructura de superficie del implante ha sido uno de los elementos modificados con más frecuencia para aumentar el éxito clínico de la terapia con implantes. Los métodos para producir rugosidad de superficie son numerosos, desde procesos de sustracción, como el arenado o el grabado ácido, a procesos de adición, como el plasma spray de titanio o los revestimientos de cerámicas bioactivas.
Numerosos estudios han demostrado que los tratamientos de superficie de los implantes tienen un gran efecto sobre los acontecimientos tempranos tales como la adsorción de proteínas, formación de coágulos de sangre, y en el comportamiento celular que ocurre tras la implantación, estos eventos tienen un impacto efectivo sobre la migración, adhesión, y la diferenciación de las células mesenquimales, acelerando y aumentando la respuesta celular de los osteoblastos. Estudios in vitro han concluido que la superficie rugosa tratada aumenta la colonización de células encargadas de la remodelación ósea, sin que eso justifique una mayor colonización bacteriana que pueda llevar a la aparición de periimplantitis.
Estudios con modelos animales permitieron cuantificar el BIC en implantes con superficie rugosa, siendo éste mayor que en superficies mecanizadas, al igual que con parámetros como el torque de desinserción, que también presento valores superiores en los grupos de superficie grabada.
En base a los avances en la investigación de las superficies de los implantes dentales con diferentes tipos de procedimientos, el objetivo del siguiente trabajo de investigación doctoral era la evaluación de la respuesta biológica de diferentes superficies de implantes en el tejido óseo de animales de experimentación.
Un total de 40 implantes fueron utilizados en los 20 conejos o especímenes con diferentes superficies, mecanizadas, anodizadas, grabadas y arenadas. Los animales fueron preparados para el experimento mediante tranquilización (medetomidina y ketamina, vía intramuscular) e inducción anestésica con mascarilla de isofluorano al 5% hasta alcanzar efecto. El mantenimiento de la anestesia se realizó con mascarilla de isofluorano al 2%. El abordaje fue un abordaje lateral distal del fémur, incidiendo lateralmente la piel y el tejido subcutáneo para posteriormente disecar la musculatura y exponer mediante un elevador del periostio la superficie lateral del cóndilo femoral lateral. Se procedió al fresado del hueso a baja velocidad según indicación del fabricante del implante control y objeto del estudio con el empleo de un motor modelo Intrasurg 300 de la marca Kavo. Una vez colocado el implante, en sentido lateromedial, se procedió a la sutura de la herida mediante el empleo de vicryl 3-0 en planos profundos y nylon 3-0 para la piel. Tras el cierre de la herida volvimos a aplicar povidona iodada sobre la herida y esperamos la recuperación anestésica para reintegrarlos a su alojamiento, donde continuaron durante todo el periodo experimental. Como medida preventiva para evitar contaminaciones secundarias se administraron dosis de antibióticos durante 3 semanas tras la cirugía. En todos los animales se insertó un implante en cada fémur distal. En total se colocaron 40 implantes (10 implantes de cada superficie testada) en 20 animales. El periodo de ensayo utilizado fue de 4 y 10 semanas.
Tras el periodo de ensayo se procedió al sacrificio de los animales mediante el uso de una sobredosis de barbitúricos por vía intravenosa (Dolethal, Vetoquinol, Francia). Posteriormente se recuperaron los fémures distales mediante disección y el empleo de una sierra de huesos. Los especímenes fueron sumergidos en una solución de formaldehido en solución neutra al 4% durante 7 días hasta el momento de su procesado. Para su identificación utilizamos un código compuesto por un número y una letra. El número indicaba el animal (1 al 20) y la letra si era la extremidad derecha o izquierda (R ó L).
Se utilizó un programa de software estadístico Minitab 13.1 (Minitab, Pensilvania, EE.UU.) Para observar si las diferencias entre las diferentes superficies de eran estadísticamente significativas se procedió a realizar un análisis de la varianza con el test de comparación múltiple de Fisher con muestras pareadas y no pareada.
El Comité Ético de Experimentación de la Universidad Internacional de Catalunya examinó el proyecto de investigación doctoral y autorizó su realización ya que cumplía los requisitos exigidos para experimentación animal según las normativas vigentes en España y la Unión Europea.
Los 4 tipos de implantes con sus correspondientes superficies, consiguieron oseointegrarse de forma satisfactoria. Los tejidos respondieron de forma adecuada a la inserción de los implantes. Las características macroscópicas eran similares, en relación a su diseño roscado, presentando una respuesta biológica semejante lo que se correspondía con el porcentaje de contacto hueso-implante. Los resultados histomorfométricos del presente estudio doctoral demuestran que significativamente los valores mayores de BIC son representados por la superficie arenada, tanto a las 4 y 10 semanas de implantación, 67 ± 10 y 77 ± 9, respectivamente.
Las conclusiones del presente estudio doctoral indican que la totalidad de los especímenes presentaron una anatomía normal con un proceso de cicatrización ósea habitual alrededor de los implantes insertados. Los 4 tipos de superficies (mecanizada, arenada, grabada y anodizada) demostraron su biocompatibilidad y se oseointegraron demostrando una respuesta biológica favorable. La superficie obtenida por arenado con alúmina consiguió establecer un contacto hueso-implante superior a las demás superficies ensayadas.
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