En los doscientos años que transcurrieron entre 1764 y 1964, la literatura gótica nació, se desarrolló, alcanzó las mayores cotas de popularidad y se difundió por todos los países de Europa y Norteamérica. La primera de las fechas propuestas marca el punto de partida de este nuevo género literario, nacido con la publicación de la novela The Castle of Otranto, de Horace Walpole; la segunda es la fecha de la defunción de una de las mayores renovadoras de la novela y el relato góticos durante el siglo XX: la escritora católica americana Flannery O’Connor (1925-1964).
Más allá del desarrollo de la novela gótica en Europa, con nombres como Ann Radcliffe, Matthew Gregory Lewis o William Godwin , las aportaciones hechas al otro lado del Atlántico han revestido una importancia capital para el desarrollo del género, marcando, en muchas ocasiones, los mayores avances que en él se han logrado. En el momento en el que la literatura norteamericana consiguió desligarse de su progenitora británica, la novela gótica siguió dos caminos en ocasiones bien diferenciados: el caracterizado por lo sobrenatural y lo aristocrático en el Viejo Continente y la línea más realista y más burguesa del Nuevo. Este camino se consiguió con autores tales como Charles Brockden Brown, Washington Irving, Nathaniel Hawthorne, William Gilmore Simms o Edgar Allan Poe .
Ya en el siglo XX, una de las mayores manifestaciones de la literatura estadounidense va a ser la literatura sureña, surgida en el siglo XIX como una más de las literaturas regionales de Norteamérica. No será hasta la aparición de la obra del Premio Nobel William Faulkner que esta literatura abandone el provincialismo y alcance categoría mundial. Sin embargo, tanto la obra de Faulkner como la de su discípula Flannery O’Connor ha sido principalmente estudiada e interpretada siguiendo las pautas aplicadas a toda la literatura sureña: raza, historia, nostalgia, género, etc. Sin negar la veracidad y necesidad de estos postulados, nuestro póster (y tesis doctoral) plantean una visión de la obra de Miss O’Connor que, muchas veces, se ha pasado por alto: la influencia que ejerció sobre ella la literatura gótica. Desde las ambientaciones del gótico radcliffeano, hasta los grandes temas de los autores más clásicos del Renacimiento Americano (religiosidad puritana en Hawthorne, terror psicológico en Poe, etc.) pasando por otros “menores” como el intervencionismo sobrenatural de Brown, las novelas y los cuentos de Flannery O’Connor han sabido recoger una serie de tradiciones góticas que, unidas al background sureño de la escritora, han dado como resultado una obra gótica con características propias y que a día de hoy se considera como una renovadora del género.
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