La hipótesis de partida de esta tesis nace de la observación de una constante educativo-territorial fundamental: el fracaso y abandono escolar en los centros educativos de los barrios desfavorecidos superan notablemente a los de otras zonas de la ciudad. Llegado a la edad adulta, su antiguo alumnado ve inexorablemente condicionadas sus posibilidades de acceso al mercado de trabajo y, por tanto, también de movilidad ascendente en la escala social, terminando por afincarse en el mismo contexto urbano y en las mismas condiciones socioeconómicas en las que se ha criado. De esta manera, se alimenta el círculo vicioso: niño o niña pobre, nace en un barrio pobre, va a una escuela pobre, la abandona a una edad temprana, no encuentra trabajo, acaba siendo adulto o adulta pobre, transmite la misma problemática a la siguiente generación y, consecuentemente, contribuye forzosamente a la perpetuación de la marginalidad.
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