El manejo del CHC constituye un reto para el clínico, al depender no sólo de su extensión local o a distancia, sino que está también condicionado en gran parte por la función hepática y el estado general del paciente. Esto crea una diversidad de situaciones clínicas y pacientes que obliga a tener en cuenta muchos factores a la hora de decidir la pauta de actuación.
El CHC tiene una incidencia en aumento en los países desarrollados y a pesar de lso avances en screening, diagnóstico y las nuevas terapias disponibles sigue presentando una alta mortalidad, de tal forma que todavía en lso grupos de trabajo más punteros, sólo se puede ofrecer un tratamiento potencialmente curativo a 1 de cada 4 pacientes.
Las terapias ablativas locales y la QE endovascular se han convertido en alternativas terapéuticas de primera línea, cuyo desarrollo está logrando supervivencias equivalentes a las quirúrgicas en el caso de las terapias ablativas de tumores resecables y un aumento en las supervivencia y calidad de vida en los tumores irresecables tratados mediante QE hepática. Su aplicabilidad es alta, ya que menor 20% de los pacientes son buenos candidatos a resección, debido a una pobre reserva funcional hepática o la presencia de HTP y el transplante hepático que ofrecería la mejor solución ya que la mayoría de los pacientes tienen cirrosis de base está muy limitado por la escasez de donantes.
Hoy en día sigue sin existir un algoritmo terapéutico y validado universalmente para el manejo del CHC, debido a la diversidad de los pacientes, los múltiples tratamientos disponibles y los distintos condicionantes de cada zona.
Estas razones nos han motivado a estudiar la experiencia de la colaboración de la Unidad hepática y la Sección de Radiología Vascular Intervencionista del Hospital General Universitario de Alicante en el tratamiento percutáneo y endovascular del CHC, a evaluar nuestros resultados confrontándolos con los delos est
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