Introducción.
El número de estudios sobre seguridad clínica se ha incrementado de forma exponencial desde que se puso de manifiesto que en EEUU fallecían más pacientes por errores clínicos en los hospitales que conductores en las carreteras y autopistas norteamericanas, sin embargo, se ha prestado poca atención al impacto y el apoyo que se debe prestar a los profesionales que se ven involucrados en un evento adverso con consecuencias graves para un paciente. Los profesionales de la salud constituyen las segundas víctimas de los EA. Cuando se produce un EA no cabe duda que la primera víctima es el paciente que sufre las consecuencias directas y puede llegar a tener secuelas importantes durante mucho tiempo o, incluso, perder la vida. Pero, hemos de ser conscientes de una “segunda víctima” del EA: el profesional sanitario que se ve involucrado en el mismo.
Aunque disponemos de alguna información sobre dichas consecuencias en los profesionales lo cierto es que, por tratarse de un tema tradicionalmente de difícil abordaje, existen lagunas sobre cuál es la reacción de los profesionales y la mejor manera de ayudarles para reintegrarse a su actividad profesional con las mayores garantías.
Hipótesis y objetivos.
La hipótesis básica de la investigación es que las recomendaciones para atender a las segundas y terceras víctimas de la atención sanitaria (instituciones sanitarias), realizadas por expertos ayudarán para la prevención y el afrontamiento de las consecuencias de los EA en los Profesionales y las instituciones.
El Objetivo General fue contribuir al desarrollo de una cultura positiva (proactiva) de seguridad del paciente y de una política institucional a través del abordaje la atención a las segundas y terceras víctimas tras la ocurrencia de un evento adverso grave.
Material y método.
El Estudio consta de dos fases, en la primera fase se abordó la problemática de las segundas víctimas en nuestro país, recogiendo recomendaciones de expertos con el propósito de ayudar a directivos de centros sanitarios, jefes de servicio y a los propios profesionales a guiar sus actuaciones y sus decisiones en el caso de ocurrencia de un EA con consecuencias graves o muy graves para un paciente. Para ello se llevó a cabo la técnica de investigación cualitativa Metaplan.
En la segunda fase se utilizó la técnica Delphi, determinando de esta manera el grado de acuerdo entre los participantes respecto de un tema propuesto y una serie de cuestiones específicas más dirigidas a la implantación de medidas cuando se ven afectados profesionales y la institución.
Resultados.
Los resultados de nuestro estudio, sugieren un alto grado de consenso en todos los grupos sobre actitudes o valores que deben compartir las organizaciones y que coinciden con principios éticos poco discutibles de veracidad, transparencia, y reparación del daño.
Así mismo existe elevado consenso entre los profesionales consultados en la importancia del manejo cuidadoso de la información tanto clínica como pública y la necesidad de establecer planes para el afrontamiento de los EA con consecuencias graves para los pacientes.
Conclusiones.
Los expertos consultados han alcanzado un amplio consenso sobre las propuestas de relación honesta y sincera con el paciente, en un clima organizacional que promueva la cultura de la seguridad.
Hay amplio acuerdo entre los participantes sobre la necesidad de establecer estructuras de apoyo y atención integrales a las segundas víctimas guiadas preferentemente por profesionales cercanos, sensibles y entrenados para estas situaciones.
Se plantea como necesidad el manejo de la información a los pacientes de manera cuidados, así como la necesidad de entrenamiento en habilidades de comunicación.
Se recomienda la necesidad de establecer un plan que incluya las mejores prácticas para enfrentar las consecuencias de los efectos adversos que comprenda a los principales grupos de interés: el paciente y la familia en primer lugar, pero también al profesional afectado, otros profesionales, la organización y los medios de comunicación.
Son necesarias estrategias a nivel organizacional de apoyo a la segunda víctima para cuidar a los trabajadores de la salud y para mejorar la calidad de la atención. Los programas deben incluir el apoyo proporcionado inmediatamente después del EA, así como en el medio y largo plazo.
Los criterios priorizados, son coincidentes con los de otras experiencias que han abordado la atención a las segundas víctimas.
Es notoria la necesidad de seguir investigando como afectan que los programas incipientes de atención a los profesionales, los nuevos estándares de los órganos reguladores y agencias de calidad y los cambios normativos a los profesionales, pacientes y organizaciones.
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