En esta tarea de investigación, no puede dejar de puntualizarse, que el avance de la ciencia y de las tecnologías han ampliado enormemente la capacidad del Estado en la recolección de la prueba en el marco de un proceso penal, generando una notable modificación de las posibilidades de injerencia dentro de diversos ámbitos, tradicionalmente fuera del accionar de terceros. Y, en este avance, adquiere especial relevancia la información que puede obtenerse del cuerpo humano, tanto del imputado como de la víctima. Piénsese en las posibilidades que otorga la medicina forense aportando los medios para determinar la autoría en un hecho delictivo, la habitualidad en el consumo de sustancias prohibidas o la utilización del propio cuerpo para el transporte de las mismas, la existencia de maniobras abortivas ilícitas, la intoxicación de una persona en un momento determinado, llegándose incluso a obtener información para el proceso analizando la actividad cerebral de un sujeto a través de las neuroimágenes o resonador magnético cerebral.
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