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Paradigma de la cohesión europea. Posible transferencia a América Latina

  • Autores: Juan de Dios Izquierdo Collado
  • Directores de la Tesis: Antonio Pedro Baylos Grau (dir. tes.), Rubén Darío Torres Kumbrián (codir. tes.)
  • Lectura: En la Universidad de Castilla-La Mancha ( España ) en 2013
  • Idioma: español
  • Tribunal Calificador de la Tesis: José Antonio Nieto Piñeroba (presid.), Manuel Jacinto Roblizo Colmenero (secret.), Tomás Fernández García (voc.)
  • Materias:
  • Texto completo no disponible (Saber más ...)
  • Resumen
    • La Cooperación española ha dado el salto cualitativo de país receptor (1983) a país donante, incorporado a la corriente internacional de análisis científico de resultados, con presupuestos que rondan el 0.5% del PIB. Es, precisamente, el análisis crítico de las propias agencias internacionales y de los indicadores de impacto de la política de cooperación lo que lleva a cuestionar si no es necesario efectuar reformas que impliquen mayor incidencia real en los países receptores. No sólo la gobernanza, pieza capital, sino orientación de las inversiones al modo de las políticas de cohesión europea que inciden de forma vertical en el aumento de las reformas estructurales y el aumento de las capacidades productivas y de la renta. Además de la cooperación en la línea de la ayuda humanitaria necesitamos una cooperación que entienda las inversiones en Dde forma cada vez más científica, dando posibilidades de aumento de productividad y mejora de las posibilidades de competitividad.

      El paradigma de la Cohesión Económica, Social y Territorial puede ser transferido, con adaptaciones administrativas, organizativas, institucionales y económicas a Latinoamérica. Nada so opone jurídicamente y el beneficio económico para todos los socios ha quedado evidente en su aplicación a la situación europea.

      La implementación de la misma adquiere mayor virtualidad si se logra una zona de cohesión euroamericana, en la que América del Norte esté plenamente incluida.

      Además de los aportes económicos necesarios existen factores favorables que requieren y dan consistencia a la Cohesión Euroamericana: Hastío de transferencias de políticas miméticas que no contaban ni con base analítica suficiente ni con fundamento presupuestario.

      Madurez de la experiencia europea sobre cohesión, que sirve como banco de pruebas y realidad visible de la evolución de los países y regiones que tenían y tienen atraso estructural.

      Evolución muy positiva institucional, económica y comercial de América Latina, susceptible de ser golpeada por la globalización o favorecida por una globalización que incorpore la cohesión.

      Administración estadounidense, susceptibles de comprender mejor que sólo el mercado no es la inversión más inteligente y de futuro para Norteamérica y Europa en relación con Latinoamérica.

      Por todo ello consideramos que debe explorarse con urgencia la posibilidad de un Consenso Euroamericano que propicie la Cohesión Económica Social y Territorial, partiendo de bases sociológicas, económicas y políticas que acreditan la posibilidad de sustentarlo: La situación de asimetría entre países y regiones en América Latina, desde el prisma social y económico, es importante y se convierte en un obstáculo para la constitución de estructuras supranacionales integradoras. Si en el análisis incluimos los dos grandes polos de referencia comercial, cultural e histórica de Latinoamérica, América del Norte y Europa, la asimetría en materia de competitividad, renta, cobertura social y nivel de vida es cualitativamente más profunda.

      La dinámica de la globalización y la propia voluntad de los interlocutores está produciendo una creciente implicación comercial y cultural entre estos tres ámbitos Para superar esa asimetría es preciso introducir modelos que hayan confirmado su éxito y no operar con meros futuribles. La experiencia europea, con décadas de implementación de la política de Cohesión, ha demostrado con contundencia que el modelo funciona. La situación de progreso generalizado de todas las regiones, especialmente las más desfavorecidas, es un hecho constatable. La incidencia en la mejora que han tenido las Ayudas Públicas de Cohesión, posibles por ser consideradas una excepción a la ley de la competencia y dirigirse a reformas estructurales, es evidente.

      El valor de la Cohesión Europea, más allá de sus efectos económicos, ha generado un clima de identificación con el proyecto y una relación de confianza, colaboración y beneficio mutuo que mantiene, a pesar de la diversidad histórica y cultural, unión y respeto por el proyecto, al que otros quieren sumarse.

      Los lazos históricos y actuales de los países que componen América y la Unión Europea son una realidad profunda, mal expresada por la retórica política, excesivamente atenta a intereses tácticos. Las relaciones culturales, económicas, políticas, sociales, geopolíticas diseñan un ámbito de intensidad y de posibilidades de compartir proyectos que superan el modelo de relaciones de mero intercambio económico y acuerdos preferenciales.

      La asimetría económica que existe entre Europa, América del Norte y América Latina es un obstáculo principal para que los proyectos euroamericanos avancen. El intento de racionalización económica y política que supone MERCOSUR en Latinoamérica es un proceso esperanzador, que parte de sus propias fuerzas y pretende generar sinergias necesarias para avanzar unidos. Posiblemente no es suficiente para alcanzar todos los objetivos.

      La Cohesión Euroamericana, entendida como Cohesión Económica, Social y Territorial, adaptada a la realidad latinoamericana, puede ser el mecanismo, junto a la permeabilidad de los mercados, que inicie el proceso de igualdad competitiva. Ello implica que las Regiones más desfavorecidas recibirán ayudas para efectuar las reformas estructurales necesarias y que las transacciones comerciales y el desarme arancelario progresivo tendrán en consideración las dificultades de las regiones en materia de competitividad.

      La dotación económica para los proyectos de Cohesión debería ser proporcional a las transferencias globales y a los niveles de renta de las regiones en cada uno de los países, medidas por un organismo estadístico supranacional, y redistribuida en todo el territorio, con arreglo a las necesidades objetivas y a la eficiencia de la inversión.

      La evolución institucional democrática de Latinoamérica ha supuesto una desinversión política de tal calibre, por parte de la Administración de los Estados Unidos, que podría evaluarse por encima de los costes que acarrearía una inversión progresiva en cohesión.

      Las actuales circunstancias políticas y económicas de las tres zonas implicadas abren la posibilidad de actuaciones profundas, integradoras y fértiles de cara al futuro. De no ser así, las nacionalizaciones sustituirán de modo traumático a la cohesión y las relaciones de confrontación política y desconfianza sustituirán a la colaboración y la mutua confianza entre países con proyectos comunes, mutuamente beneficiosos, abiertos a las inversiones con garantías jurídicas.

      La evolución favorable institucional, democrática y económica de América Latina, a pesar de ciertos endemismos conflictivos; la estabilización y experiencia europea en materia de cohesión; la posible evolución de la ¿Administración¿ de Estados Unidos tras las próximas elecciones presidenciales; la creciente competencia de nuevos mercados, exteriores a la ítica euroamericana, hacen plausible y atractivo, desde todos los prismas, el proyecto de Cohesión Euroamericana, dotándole de capacidad económica suficiente y de la posibilidad de una base jurídica superestatal necesaria.

      Las políticas de Cooperación al Desarrollo deben seguir su curso y a ellas deberán sumarse, como contribuyentes netos, aquellos países latinoamericanos que alcancen rentas per capita que se lo permitan. La Cohesión Económica Social y Territorial no es Política de Cooperación.

      Las políticas de Empleo siguen marcadas por las estrategias de cada Estado, con la mayor coordinación posible en las medidas que reducen el desempleo. La Cohesión no es Política de Empleo.

      Las políticas Sociales, que dotan a los ciudadanos de servicios públicos (sanidad, educación, pensiones, movilidad¿) son ya prioritarias para los Estados y, en la medida de su capacidad económica y de sus estrategias, están centrados en ellas. La Cohesión no es Política Social.

      Las recomendaciones de ajuste estructural reclamadas por el Consenso de Washington, basadas exclusivamente en la disciplina presupuestaria, el adelgazamiento del Estado y la desregulación nacional en materia de capitales y de contratación laboral, no tienen en cuenta ni la situación social de los países y regiones más desfavorecidos ni la situación de desigualdad estructural competitiva que sufren. La Cohesión no obedece a una deriva del Consenso de Washington.

      Las actuaciones de la política de Cohesión difieren de las llevadas a cabo por organismos internacionales como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional. La Cohesión se nutre de fondos que no han de ser devueltos por las regiones beneficiarias ni están condicionados a otras circunstancias que no sean las de sus propias directrices. Ello no contradice la conveniencia de que estos y otros organismos internacionales se sumen al proyecto cohesivo en el cumplimiento de sus objetivos, plenamente compatibles con una política de cohesión.

      La Cohesión Económica Social y Territorial implica apertura de las economías hacia un mercado cada vez más integrado, reconocimiento de la desigualdad estructural competitiva y social de base, entre los socios estatales y regionales del mismo, e implementación de políticas regionales que sirvan para reajustar las economías, sin destruir políticas sociales, dotando de infraestructuras, formación e investigación a los deficitarios.

      Las cifras de referencia de la Cohesión Euroamericana son asumibles y negociables, en función de los compromisos y objetivos alcanzados, una vez superada la crisis económica.

      Nadie va a regalar nada a América Latina, pero con acuerdos inteligentes, mutuamente satisfactorios, y relaciones recíprocas justas, es suficiente para conseguir, gradualmente, los objetivos de despegue y capacidad competitiva. Es preciso tener también en cuenta el coste de la no cohesión y evaluarlo con el proyecto constructivo de la Cohesión Euroamericana posible.


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