Durante la postguerra el régimen franquista no desarrollo una política artística, limitándose en su actuación a medidas carentes de unidad, que resultaron insuficientes para la inicial pretensión de crear un estilo artístico propio. Este puede observarse en el engalanamiento de actos oficiales y en los monumentos proyectados. La teorización fascista del arte se ocupó principalmente de la arquitectura, a la que se identificó con el estado. En la cultura artística coexistieron dos tendencias, la academicista y la moderna, que también estuvieron presentes en el seno del franquismo y de la falange.
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