El aprendizaje causal se ha postulado como una de las habilidades cognitivas básicas. Ello es así porque la detección de relaciones causales en el ambiente permite.
A,- Realizar juicios tanto prospectivos como retrospectivos sobre la ocurrencia de eventos en nuestro ambiente.
B,- Hacer manipulaciones efectivas en el entorno actuando sobre las causas.
Entre los modelos más populares que se han planteado en Psicología del Aprendizaje para explicar cómo las personas aprendemos a comportarnos de forma congruente con la estructura causal del medio están los llamados modelos covariacionales. La asunción fundamental que subyace a éstos es que el conocimiento causal es en esencia conocimiento sobre la covariación percibida entre una causa potencial y una consecuencia. Ningún proceso de inferencia es, por tanto, considerado necesario entre la percepción de la covaración y la adquisición de conocimiento causal.
En este trabajo recopilamos la evidencia acumulada en los últimos años que contradice la idea de que la adquisición de conocimiento causal puede reducirse al cómputo intuitivo de la correlación entre una causa potencial y un efecto, o a una asociación mental entre las representaciones de ambos.
Por el contrario, tal evidencia, junto con las dos series experimentales presentadas, demuestra que el sujeto interpreta la covariación como un signo que indica la existencia de un lazo causal, pero que debe asumir que se cumplen ciertas condiciones normativas para realizar tal proceso de inducción.
En la primera serie experimental se demuestra que personas sin una formación específica causal de una clave de su confianza en dichas creencias. Esa disociación sólo puede explicarse por el comportamiento del sujeto de la posibilidad o imposibilidad de corroborar el cumplimiento de ciertas condiciones normativas (que permiten inferir causalidad de la correlación sin correr el riesgo de atribuir eficacia causal) a una cl
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